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Las vacas gordas

Se habla más de la personalidad de López que de su gestión. Sin embargo, sus índices económicos son los mejores de los últimos 50 años.

14 de julio de 2007

Alfonso López pasó a la historia como un rebelde, un contestatario y un polemista que nunca tragó entero. De ahí que la mayoría de la gente elogie más su carácter que su gobierno. Pero en términos económicos, su administración marcó el récord de crecimiento más alto del último medio siglo: 8,94 por ciento en 1978, al finalizar su mandato. El único que se acerca a esa cifra es el gobierno actual, en el cual por primera vez en más de 30 años se volvió a crecer por encima del mítico número del 8 por ciento.

El auge económico que se vivió durante el gobierno de López ocurrió por un accidente fortuito: una helada en Brasil disparó los precios del café de 55 centavos a tres dólares la libra. El gran mérito del ex presidente fue saber administrar una bonanza que llegó de la noche a la mañana y que de haber sido mal manejada pudo haber descuadernado el país.
Así lo reconoció durante sus honras fúnebres el propio presidente Álvaro Uribe, que, parafraseando a la historiadora estadounidense Rosemary Torpe, dijo el viernes: “Uno de los tres hechos colombianos de la centuria fue la prudencia con que el gobierno de López Michelsen se resistió a la tentación de endeudar el país con préstamos provenientes de las potencias petroleras, cuyo facilismo fue causa determinante de la crisis de la deuda de América Latina”.

Esto mismo lo confirmó la revista The Economist en el balance que hizo de su gestión al finalizar su mandato (edición del 26 de septiembre de 1978). El prestigioso semanario financiero afirmó en un artículo que Alfonso López “sacrificó mucha popularidad por darle un manejo responsable a la bonanza, principalmente porque se resistió a la tentación, ante la que sucumbieron sus vecinos como Venezuela con el petróleo, de aumentar los precios de las materias primas como un trampolín para un crecimiento económico insostenible”.

De hecho, Colombia fue prácticamente el único país de América Latina que no atravesó una crisis financiera en los años 80. A ese logro contribuyeron los tres ministros de Hacienda de López: Rodrigo Botero, Abdón Espinosa y Alfonso Palacio Rudas.

La gran mayoría de gobiernos que tienen bonanzas económicas dilapida su inesperada fortuna en obras faraónicas o proyectos populistas, gastándose todo lo que tienen y pidiendo prestado. Lo mismo habría podido suceder en Colombia a finales de los 70, tras la abrupta subida en los precios del café. Pero gracias al manejo que López le dio a la bonanza, acompañado de medidas como el control a la entrada de dólares y las restricciones sobre los préstamos bancarios, el crecimiento promedio durante esa época fue sostenido: 4,9 por ciento de1974 a 1978. Al finalizar su mandato, el superávit fiscal era de 14.599 millones de pesos de la época, una rareza en un país del trópico.

También hubo otros legados: López sentó las bases para los grandes descubrimientos petroleros de los 80 en Cusiana, empezó la explotación del Cerrejón, fue el primer Presidente en emprender una tarea de apertura económica e hizo la última reforma tributaria integral. Gracias a eso, durante su cuatrienio la tasa de desempleo cayó del 11 al 7,6 por ciento, la inflación bajó del 26 al 18 por ciento, y las reservas internacionales se multiplicaron por 10: de 278 millones de dólares a 2.482 millones de dólares.

No es casualidad que en un estudio realizado en 2005, Anif haya calificado su gestión económica como la mejor desde 1958, con base en la metodología desarrollada por el economista Arthur Okun (ver recuadro). Según las tres variables observadas –inflación, desempleo y crecimiento– el presidente López es el primero en la lista, seguido por Carlos Lleras Restrepo y César Gaviria Trujillo.

Como bien lo dijo la revista The Economist en 1978 “Alfonso López dejó una herencia mucho más saludable que la que reciben usualmente los demás Presidentes latinoamericanos”.