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Al paredón con María Isabel

¿Usted cree que la próxima será una campaña moralmente inaceptable?

El ex presidente César Gaviria le contesta esta pregunta a María Isabel Rueda.

12 de febrero de 2006

M.I.R.: Cuando el país supo del fallo de la Corte, muchos tuvieron la sensación de que el gran ganador era el presidente Uribe, y el gran perdedor, el ex presidente Gaviria. ¿Esa percepción es correcta? C.G.T.: El partido sí se opuso a la reelección y a la ley de garantías. Desde este punto de vista el Presidente y su coalición de gobierno ganaron. Pero no fuimos nosotros sino los uribistas los que generaron tal expectativa de derrota de la reelección con sus numerosas expresiones intimidantes sobre la Corte. M.I.R.: Pero César Gaviria, personalmente, ¿no se siente perdedor? C.G.T.: Pues sí: nuestro punto de vista no fue aceptado en la Corte. Pero nuestros objetivos políticos no eran los de tumbar la reelección en la Corte, sino la de salir exitosos en la campaña parlamentaria y en la presidencial. M.I.R.: Y dentro de sus expectativas sobre las elecciones parlamentarias, ¿cuál sería un triunfo y cuál una derrota? C.G.T.: El principal objetivo es, desde luego, ser la lista más votada y poner el mayor número de parlamentarios en la elección de marzo. Y en las elecciones de mayo ser capaces, seguramente con una coalición, de derrotar al presidente Uribe. M.I.R.: ¿A la manera que propone el presidente López? ¿Enfilar todas las baterías hacia la segunda vuelta? C.G.T.: Yo creo que va a haber segunda vuelta, y eso es lo que empiezan a mostrar las encuestas. M.I.R.: ¿Y las coaliciones? C.G.T.: Ellas se darán de manera natural, como sucede en un sistema presidencial de doble vuelta. No hay necesidad ni de cantarlas ni de anticiparlas. M.I.R.: ¿Incluida a la izquierda? C.G.T.: Claro, pensamos que vamos a terminar en una coalición de centroizquierda. No es una aspiración realista, hoy, la de creer que sólo el liberalismo va a sacar más del 50 por ciento de los votos en la primera vuelta. M.I.R.: ¿Usted cree que la reelección presidencial está dependiendo, como creen algunos, de que pase la ley de garantías? C.G.T.: No tengo ninguna expectativa de que la reelección no se vaya a dar por la ley de garantías. Ese es un problema de la Corte. M.I.R.: O sea que para usted es un hecho que Uribe podrá candidatizarse? C.G.T.: Sí, pero me gustaría que la Corte mirara unos aspectos sobre la ley de garantías, porque es una ley muy débil en cuanto a la búsqueda de la igualdad que debe prevalecer en la elección presidencial. M.I.R.: El tema que a usted más le preocupa es el de la participación de funcionarios públicos en política? C.G.T.: Sí. Por ahí está diciendo el Ministro que van a sacar una circular o una directiva presidencial para evitar que hagan política? M.I.R.: ¿Usted no cree que los funcionarios la obedezcan? C.G.T.: Lo que no creo es que por cuenta de una circular de Palacio se le pueda quitar a la gente el derecho constitucional de hacer política, que tanto el Acto Legislativo como la ley de garantías les otorgan expresamente a los funcionarios públicos. Ni siquiera el Procurador podrá sancionar a nadie en función de una directiva presidencial. Por lo demás, eso no obliga a la multitud de funcionarios públicos que no dependen del Presidente. Es lo que se llama en el argot popular, un saludo a la bandera. M.I.R.: ¿Qué sería para usted suficiente que el presidente Uribe le ofreciera a manera de garantía? C.G.T.: Mi preocupación sobre la participación de los funcionarios públicos en política no está referida a ninguna actuación del Presidente. Sencillamente no me parece bien para las instituciones que eso se haya aprobado con una tan pobre reglamentación. Es un cambio que se dio en el plebiscito del 57 y que hacía parte de los valores con los cuales nos educaron. Y tales cambios se dieron precisamente por el abuso que los funcionarios públicos hicieron de la autorización que tenían para intervenir en política. En gran medida la violencia de los 40 y 50 se dio por este motivo. M.I.R.: Como presidente le tocó enfrentar una situación muy difícil, la era de Pablo Escobar, y lo hizo con el pragmatismo que a usted lo caracteriza. ¿El presidente Uribe no está haciendo uso del mismo pragmatismo en el tema paramilitar? C.G.T: El de la Ley de Justicia y Paz no es un problema de pragmatismo. Es que el gobierno no utilizó las herramientas de la negociación para producir un resultado mejor para las instituciones. El Presidente, que implícitamente se ha comprometido a no extraditar a los paramilitares, no está exigiendo confesión. Las versiones libres no van a ser suficientes para condenar a estas personas, no va a haber entrega de bienes que ayude en el proceso de reparación, no vamos a saber la verdad. Es un proceso que tiene demasiadas deficiencias y en el mediano plazo va a terminar por hacerle daño al país. Entre otras cosas, porque parece más un proceso dirigido a legitimar a los paramilitares que a negociar con ellos, que a sancionarlos, y a preservar los distintos valores que en un proceso de paz como éste se deben tener en cuenta. M.I.R.:¿Es por eso que usted ha acusado al Presidente de proteger a los paramilitares y de tener una alianza con la mafia? C.G.T.: Yo no he dicho que el Presidente esté aliado con la mafia. Lo que he dicho es que el Presidente se debería anticipar a rechazar los votos que tengan ese origen, el de las mafias regionales, el del paramilitarismo y el del narcoparamilitarismo. M.I.R.: ¿El Presidente está tolerando esos apoyos? C.G.T.: Sería conveniente que los rechazara, así como lo han hecho algunas de las cabezas de los movimientos que lo apoyan. M.I.R.: Pero, inevitablemente, algunos de ellos ya están haciendo política? C.G.T.: Sí, pero no le veo ninguna ventaja a que el Presidente tenga ese tipo de apoyos. Por otra parte, algunos de esos señores están haciendo política en la semiclandestinidad estando armados y mientras no se les ha aplicado la Ley de Justicia y Paz. Están dando por descontado, sin haber entregado las armas, que pueden participar en política. Eso es supremamente dañino para el país y para las instituciones, y no entiendo por qué el gobierno se ha quedado callado frente a una situación que es bastante evidente y muy inconveniente. M.I.R.: Dicen que en Ralito celebraron el fallo de la Corte. Concretamente el señor Báez hasta emitió un comunicado de apoyo? C.G.T.: Bueno, ellos quieren la reelección del presidente Uribe, y eso no nos puede sorprender. Lo que no es claro es cuánto le sirva al país que estas personas apoyen directamente al presidente Uribe M.I.R.: Algunas cabezas uribistas como Santos y Vargas Lleras han rechazado a personas con vínculos paramilitares en sus listas, pero a la del primo del Presidente, el senador Mario Uribe, sí han entrado? C.G.T.: Eso sólo demuestra que en la coalición de gobierno hay personas que no deberían estar en las listas. Por lo menos no en las que apoyan al Presidente. Como ya lo hemos dicho, que pueden estar haciendo política sin que se haya aplicado la ley y sin que el proceso culmine con la desmovilización, la entrega de las armas y la aplicación de la ley por los tribunales. M.I.R.: ¿Lo que usted sugiere es que esta campaña va a estar montada sobre una base moral inaceptable? C.G.T.: No. No puedo decir que toda la campaña está montada sobre una base moral inaceptable. Estoy señalando los factores de perturbación precisos que tiene la campaña. No creo en la cifra del 35 por ciento de congresistas que supuestamente representan al paramilitarismo. Pero muchos de los parlamentarios que estarán en las listas uribistas están aceptando las reglas de los paramilitares. Van a Ralito, se están dejando imponer la orden de no hacer política en unas zonas, aceptan unas reparticiones de votos que estarán de cierta manera predeterminadas? Es un fenómeno de intimidación enorme que produce consecuencias políticas supremamente indeseables. M.I.R.: El país ya le cree que no va a ser candidato en estas elecciones. ¿Pero puede asegurar lo mismo en esta entrevista sobre sus aspiraciones en 2010? C.G.T.: Puedo decir lo mismo. No estoy pensando en volver a ser presidente, y no veo la hipótesis que pueda llevarme a esa situación. Y no he encontrado las razones suficientes para que se hubieran alterado, con la figura de la reelección, las posibilidades de la renovación política en Colombia. La reelección inmediata no es buena para el país, y eso no es un asunto de principios, sino de conveniencia. La manera como el Presidente abandonó la política de la meritocracia, por ejemplo, para buscar votos, es altamente inconveniente. Haber abandonado una agenda de reformas importantes para dedicarse sólo a la reelección tampoco lo creo conveniente. M.I.R.: ¿Ese 'abandono de la meritocracia' significa que se están feriando los puestos para conseguir votos? C.G.T.: No sólo lo estoy diciendo yo. Todo el mundo ha visto que se dio de esa manera. M.I.R.: Usted aceptó venir a prestar un servicio para su partido, un sacrificio que no se ha reflejado en las encuestas. Según ellas, usted no tiene el mismo prestigio que cuando regresó al país. ¿Eso le duele? ¿Le molesta? ¿O lo acepta? C.G.T.: Estoy haciendo lo que creo debo hacer y lo que creo es conveniente al país. Desde luego no me parece bueno que uno baje en las encuestas. Pero yo vine a cumplir una función de tratar de evitar que el Presidente redujera a su mínima expresión al Partido Liberal. Ese fenómeno se detuvo. Al partido ha regresado una cantidad de dirigentes, y ya es posible tener el objetivo de ser la lista más votada en las elecciones y poner el mayor número de parlamentarios. Aspiramos a convertirnos en la alternativa política al gobierno del presidente Uribe. Pero el resultado de mi gestión sólo se va a ver en el tiempo, y me atengo al buen juicio de los ciudadanos en los años por venir. Volverse una persona con una función tan partidista como la que yo he asumido, de todas maneras representa un menoscabo personal y político en un sistema como el colombiano, a donde lo antipolítico da prestigio, así no le convenga a la democracia.