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AL ATAQUE

La tristeza de despedir a los muertos de covid-19 en un andén

El equipo del programa "Al Ataque" acompañó a varias familias que deben observar, desde la distancia, cómo los féretros con los cuerpos de sus familiares son ingresados al cementerio de Chapinero, en Bogotá, antes de ser cremados.

6 de agosto de 2020

Debido a los protocolos de bioseguridad impuestos por la pandemia, a muchos familiares de fallecidos por covid-19 les ha tocado despedirse de sus seres queridos desde un andén y a distancia.

En su edición de este jueves, el equipo del programa "Al Ataque" acompañó a varias familias que deben observar cómo los féretros con los cuerpos de sus familiares son ingresados al cementerio de Chapinero, en Bogotá, antes de ser cremados.

En este camposanto están ubicados tres de los cinco hornos crematorios del Distrito, donde empiezan a recibir víctimas de coronavirus desde las 7:00 de la mañana. Diariamente en Bogotá son incinerados entre 80 y 100 cadáveres.

Antes de entregar los cuerpos, los carros fúnebres hacen una fila en la entrada. Los trabajadores de las funerarias se compadecen del dolor de los familiares, apagan el motor del vehículo y esperan cerca de 10 minutos para que en el andén puedan despedirse y rezar a una distancia de 50 metros.

Jonathan Martínez, director operativo de servicios funerarios La Ascensión, señala que por los protocolos las familias no pueden ingresar al cementerio.

"Algunos familiares nos dicen que quieren hacer acompañamiento. Nosotros les decimos que sí se puede, pero a un distanciamiento prudente. Las familias entienden todo esto. Nos acompañan a los parques cementerio donde se está haciendo la cremación, que son Serafín, Central y Chapinero. El vehículo llega, entrega los documentos, para un momento en la puerta y las familias normalmente se bajan para hacer una oración a distancia del vehículo”, afirma.

"Ellos se quedan esperando en la puerta y nosotros entregamos el cuerpo al horno crematorio. Después nosotros salimos y hablamos con la familia. Les explicamos que de 8 a 15 días hábiles nosotros recogemos las cenizas”, agrega.

María del Pilar Rojas, gerente de la funeraria, afirma que despedirse sin poder ver por última vez al ser querido hace que los duelos sean más complejos.

"Nos encontramos con familias que no pueden dar crédito que dentro de esas bolsas esté su papá, su hijo, su hermano. Eso hace que los duelos sean muy complejos porque todos tenemos la necesidad de identificar y de validar la muerte de nuestros seres queridos”, manifiesta.

Se han reportado casos de familias que ingresan a cementerios y destapan al fallecido por covid-19 exponiendo sus vidas porque dudan de a quién van a cremar. Y también de casos de personas que toman por la fuerza el cuerpo porque quieren velarlo y sepultarlo.

"Conocimos el caso de un papá que llevó a su hijito de un mes de nacido al hospital y cuando fue a visitarlo le dijeron que había fallecido de covid-19. Él entra a la morgue del hospital, encuentra al bebé y su reacción es cogerlo y salir con él, llevarlo porque no podía creer lo que estaba pasando. Se subió a un carro y se lo llevó”, relató Rojas.

El trabajo de los empleados de las funerarias es uno de los más riesgosos en esta pandemia. Carlos Alexánder Rojas, a quien le corresponde introducir los cuerpos en los ataúdes, confiesa que ha sentido mucho temor. “El temor fue grande porque uno no sabía cómo iba a reaccionar, cómo iba a encontrar el cuerpo. Uno no podía tocar nada porque sentía ese temor que si lo tocaba podía contagiarse”, dijo.

Afirma que para realizar el procedimiento utiliza dos pares de trajes y guantes. “Por lo general nosotros nos colocamos dos uniformes, dos pares de guantes y las botas cada vez que llegamos a retirar un cuerpo. Cuando lo ponemos en el cofre, nos descontaminamos con hipoclorito y nos quitamos el traje y los guantes”, señala.