| Foto: Javier De La Torre

TENDENCIAS

Los medios se reinventan

La revista SEMANA, con el apoyo de Fundación Telefónica y Movistar, reúne en Bogotá a innovadores de la comunicación para hablar sobre los desafíos que impone la era digital para los medios.

Álvaro Montes
30 de abril de 2016

La revolución tecnológica a la que asistimos en nuestros días sacude a toda la sociedad por igual. Los negocios, la cultura, la política y la vida cotidiana no son los mismos desde la irrupción de las redes sociales, internet y la economía digital. Los medios de comunicación, naturalmente, no escapan a este tsunami tecnológico y muchas cosas han cambiado desde entonces, tanto en el servicio que prestan y en los contenidos que proveen, como en sus modelos de negocio.

El ejemplo más a la mano, para ilustrar los desafíos que la tecnología pone en frente a los medios, es el fenómeno Netflix. No es un operador de televisión por cable, pero pone contra las cuerdas a los cableoperadores de cada país a donde llega este servicio de series y películas en streaming. El público adora su facilidad de acceso –basta una conexión a internet y una tarjeta de crédito– y la facilidad de uso, gracias a la cual cada miembro de la familia crea su propia parrilla y disfruta los contenidos sobre cualquier dispositivo, a cualquier hora y en cualquier lugar. Se le considera la forma de ver televisión del futuro. Pero ¿qué hay de los proveedores tradicionales de televisión por cable o satélite, que invirtieron cuantiosas sumas en la instalación de redes de fibra óptica, que tributan al Estado -un dólar por cada abonado en el caso colombiano – y sienten amenazado su negocio con la llegada de un competidor que ni siquiera necesita oficinas ni empleados en el país y no está sometido a las mismas reglas de juego?

Los medios impresos afrontan por su parte una encrucijada difícil de solucionar. Desde la aparición de la web se hizo obligatorio proveer sobre esta masiva plataforma los contenidos que por décadas se han entregado en papel, para atender la demanda creciente de las nuevas audiencias de la era digital. Pero la popularidad de la información en internet comenzó a afectar sensiblemente el negocio impreso. Los públicos jóvenes quieren leer en la pantalla de sus dispositivos móviles, pero el modelo de suscripción para acceder a contenidos no tiene buen recibo en ese mundo maravilloso de internet. Al menos no por ahora, como puede verse tras los varios intentos de cobrar por contenidos en la red; en tanto que la publicidad en internet no funciona del mismo modo que lo hace en medios impresos. Pero no se trata solo de un problema de negocios y facturación. El desafío es más grande aun en lo relacionado con el tipo de contenidos y el ejercicio mismo del periodismo, que se han visto seriamente cuestionados –para bien o para mal– con la irrupción de la cultura digital. Los expertos no se ponen de acuerdo en si el periodismo debe hacerse más liviano como parecen demandarlo las nuevas y masivas audiencias del mundo virtual, o si existe alguna manera de seguir haciendo periodismo de profundidad que tenga éxito en dichos escenarios web, en donde prima la inmediatez, la velocidad de la información, la lectura rápida y, sobre todo, en donde ya los medios no gozan del monopolio exclusivo de informar y contar historias. Hay blogueros que superan en audiencia a no pocos medios tradicionales. En la reciente Feria Internacional del Libro en Bogotá un ‘youtuber’ chileno abarrotó los pabellones, demostrando una popularidad que cualquier escritor famoso envidiaría.

Ni qué decir de la educación, en donde la llegada de internet parece haber propinado una herida mortal a los estilos de enseñanza tradicionales. Las nuevas generaciones parecen rechazar a gritos el aula y el libro, paradigmas de la educación heredados de la modernidad. Lo demuestra el éxito que tienen los llamados cursos MOOC (Masive Open Online Courses), en donde los profesores juegan un papel diferente, siendo más facilitadores de diálogos entre estudiantes que catedráticos ‘sabelotodo’.

La revolución digital ha tirado el guante a todo el mundo: las personas hacen cada vez menos llamadas por el teléfono y más llamadas gratis desde WhatsApp y Skype; Amazon es el mayor supermercado del planeta y no posee un solo local ni una sola vitrina; y las universidades buscan en la web los mercados que se reducen en el mundo real mientras las empresas de transporte hacen lo que pueden por detener el dolor de cabeza que es para ellas Uber y similares, productos genuinos de la economía colaborativa que vino con internet y con las redes sociales. Un nuevo mapa ha emergido en el último par de lustros: los lectores de diarios y revistas se volvieron productores de noticias, pasando de consumidores a creadores de contenidos –“prosumidores” los llama el teórico de la comunicación Hugo Pardo Kuklinsky–; los estudiantes se convirtieron en educadores, mediante los nuevos modelos de e–learning basados en el diálogo y el intercambio entre individuos a través de plataformas educativas masivas; y apoyados en redes sociales miles de manifestantes han hecho caer gobiernos en varios países, sin afiliarse a los tradicionales partidos políticos del mundo analógico.

Nadie, por supuesto, está de brazos cruzados. El periodismo encontró en las nuevas tecnologías, más que un dolor de cabeza, todo un nuevo haz de posibilidades fecundas. Los Papeles de Panama, noticia que sacudió al mundo recientemente, fueron producto del juicioso trabajo de periodismo de precisión de un equipo gigantesco de periodistas en muchos países, que utilizaron el modelo de trabajo típico de la era digital: el de “redes distribuidas”, el mismo que se utilizó para crear el sistema operativo libre Linux. Los periodistas de nuestros días utilizan big data para procesar y analizar las descomunales cantidades de información que los buscadores de internet ponen a disposición de los comunicadores. Los medios tradicionales, tanto impresos como audiovisuales, están mutando al modelo multiplataforma, para ofrecer sus contenidos a todos los públicos, sobre cualquier dispositivo, en cualquier momento y en cualquier lugar, tal como vaticinara Bill Gates tres décadas atrás y han logrado expandir sus audiencias en escalas nunca antes soñadas. Y los operadores de telecomunicaciones ya no se conforman

–no pueden hacerlo – con tender redes de satélite y fibra óptica y transmitir bits y bytes, sino que también producen contenidos y en lugar de fajarse a puños contra el streaming y las llamadas de voz desde WhatsApp, empiezan a convertirlas en sus aliados de negocio.

Estas mutaciones están ocurriendo justo en nuestros días, y para reflexionar sobre tales tendencias y desafíos, compartir experiencias y contarle al país acerca de las innovaciones y casos más interesantes de transformación digital que ocurren en los medios y en la sociedad tendrá lugar esta semana el encuentro internacional Digital Next, convocado por SEMANA, con el apoyo de la Fundación Telefónica y Movistar, y enfocado en “la reinvención de los medios y los retos de la publicidad”. Durante los días 3 y 4 de mayo se reunirán en Bogotá más de 40 voces autorizadas de la innovación, provenientes de todos los ángulos –periodistas, emprendedores, ‘youtubers’, académicos, empresarios, entre otros –para conversar con el público acerca de estos temas apasionantes. El evento ofrecerá una galería muy completa de las respuestas más creativas que la industria de medios está ofreciendo en el panorama digital de nuestros días.