| Foto: Corbis

CELULARES

Ojo con los amplificadores y bloqueadores de señal

La altura de los edificios y la aglomeración de gente hacen que los usuarios no se puedan comunicar. Existen soluciones legales y otras no tanto.

16 de octubre de 2014

La escena de usuarios sacando el celular por la ventana intentando recibir señal, a riesgo de perder la vida y hasta el celular, se hace más frecuente en la medida en que los edificios se hacen más altos y aglomeran más gente.

El crecimiento acelerado de las ciudades lleva a que las antenas instaladas de los operadores móviles queden escasas para atender a más usuarios. En un año pueden pasar de cubrir una manzana con casas de familia a una manzana con un complejo de oficinas que multiplican por cien el uso de las redes de voz y datos.

El problema más grande que enfrentan los operadores es justamente la instalación de más antenas porque las torres actuales ya están copadas y no consiguen espacios para alquilar y montar nuevas torres por la idea que se tiene que afean la ciudad o que son perjudiciales para la salud.

Una tendencia que soluciona esa carencia es la instalación de antenas interiores o “indoor” que se ubican dentro de un edificio para atender más de cerca los requisitos de comunicaciones de sus usuarios.

Entre más cerca se esté de la antena, mejor se recibe la señal, así como en la casa se recibe mejor señal de WiFi entre más cerca esté del módem.

Para que funcione la recepción indoor es fundamental la potencia de las estaciones base. La antena interna aumenta la potencia y a la vez aumenta los costos, ya que se trata de celdas personalizadas para edificios.

En ocasiones el negocio es tan bueno para el operador que decide asumir el costo. En un edificio donde se concentran 1.000 o más personas puede ser un factor decisivo el que un operador decida instalar una celda casi que privada y exclusiva para estos usuarios, ya que seguramente van a preferir contratar el servicio con este proveedor.

La robustez de las torres de telecomunicaciones que soportan las antenas son las que han generado el imaginario de que son dañinas para la salud. Las microceldas que se instalan dentro del edificio, en cambio, no tienen ese referente de rechazo.

Las enormes torres en sí mismas no son más que un soporte para permitir que las antenas se instalen en una zona alta para alcanzar una gran zona, pero en realidad las que emiten las ondas son las antenas. Al ponerlas dentro de un edificio los usuarios no protestan porque son pequeñas y se camuflan fácilmente con la arquitectura de la edificación.

Por eso quien logre atraer más usuarios con la competencia actual de hoy será el operador capaz de instalar más antenas internas en los edificios con gran concentración de usuarios, como centros comerciales, estadios, complejos de oficinas, conjuntos residenciales y centros deportivos.

Ojo con la ilegalidad

En el mercado es fácil encontrar amplificadores de señal que se encargan de recibir información de celdas cercanas para repartir señal a los equipos móviles cercanos ubicados en el mismo recinto.

Estos equipos se consiguen entre 800.000 y 1,2 millones de pesos y están al alcance de cualquiera. Aquí hay un vacío legal, pues mientras la importación de estos dispositivos es legal, no lo es en cambio su libre comercialización sin una autorización previa de uso.

El uso correcto debe ser regulado por la Agencia Nacional del Espectro, ANE, pues se necesita permiso para usar el espectro electromagnético que exige.

Por supuesto, mientras estos equipos favorecen la señal para quienes están cerca, afectan a otros usuarios que deberían estar conectados entre 4 y 40 metros a la redonda.

Así mismo existen bloqueadores de señal que hacen justo lo contrario: impiden que los móviles cercanos reciban señal. Normalmente se ubican en recintos como iglesias, universidades y oficinas donde se quiere impedir que sus usuarios permanezcan conectados. Su uso también es ilegal y afecta a más usuarios que se aproximen a la zona.