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La respuesta más simple es que algunas apps requieren dicha información para mejorar sus productos. | Foto: BBC Mundo

Privacidad

¿Qué tanto sabe una aplicación de usted?

Las nuevas revelaciones de Edward Snowden -el exiliado exagente de Estados Unidos- implican que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos utiliza información proveniente de apps instaladas en teléfonos inteligentes.

30 de enero de 2014


Dichas aplicaciones le permitirían conocer la ubicación del usuario, su libreta de direcciones entre otros datos.

La filtración abre un nuevo capítulo en el debate sobre la privacidad en los dispositivos móviles.

En las últimas semanas ha habido varios llamados para que Google y Apple (responsables de Android y iOS respectivamente) eduquen más a los consumidores sobre la información que revelan al instalar una aplicación.

Otros aseguran que los que más responsabilidad tienen son los programadores de las apps que no toman las suficientes precauciones para evitar que estas filtren datos sensibles.

Pero quizá la pregunta es: ¿por qué una aplicación como un juego necesita conocer la ubicación de sus usuarios, tener acceso a internet o a los contactos del jugador?

La respuesta más simple es que algunas apps requieren dicha información para mejorar sus productos.

Al tener una conexión a internet o acceso a una ubicación pueden saber cuántas veces la aplicación se inicia en un territorio determinado, a qué hora y por cuánto tiempo.

Gracias a la conexión a internet se puede entonces agregar toda la información de sus usuarios y tener una fotografía clara de cómo, dónde y cuándo se utiliza su programa.

Últimamente se han hecho llamados para que Apple como Google eduquen a sus consumidores.

Otras empresas necesitan dichos datos para poder tener publicidad dentro de sus aplicaciones y así ofrecerlas gratis al usuario.

Los anunciantes requieren saber la ubicación de los usuarios, su idioma y otras apps instaladas para poder mostrar publicidad atractiva.

El modelo de negocio (después de todo las aplicaciones no son de beneficencia) puede requerir anunciantes.

Hasta aquí todo bien. Se puede estar de acuerdo con la recolección anónima de datos para cualquiera de estos propósitos o estar en desacuerdo y no utilizar dichos programas.

La clave aquí es que dicha acepción implica confianza. El usuario final confía en que sus datos no serán revelados y sólo se usarán en forma anónima.

Los problemas comienzan a ocurrir cuando los programadores respaldan dicha información en internet sin codificarla, dejándola expuesta a redes de criminales cibernéticos o agencias de espionaje.

En ese sentido la responsabilidad de los programadores es crucial.