1990: EL AÑO MAS CALIENTE

Alarma por el calentamiento gradual de la Tierra y sus posibles devatadores efectos.

11 de febrero de 1991


Es un hecho que el mundo se está calentando. Según las estadísticas, 1990 fue el año más caliente desde 1951, año en el que se empezó a medir científicamente la temperatura de la superficie de la tierra. El promedio de la temperatura mundial había sido más o menos de 15 grados centígrados y hasta ahora se ha incrementado en un grado, lo cual resulta inquietante para los científicos. Se calcula que para finales del siglo XXI, si continúa el proceso actual, la temperatura promedio del planeta habrá aumentado en cerca de dos grados. A modo de comparación, los analistas señalan que el promedio de la temperatura del mundo es cerca de nueve grados más alla que lo que era en la última era glacial. Y los expertos señalan que las cifras tienen en cuenta el efecto de la urbanización, pues el crecimiento de las ciudades ha determinado que las masas de tierra aumenten su temperatura en cerca de dos décimas de grado.

Hasta hace muy poco, a pesar de la creciente evidencia, resultaba imposible vincular una particular ola de calor con un cambio climático generalizado. Pero ahora está claro que los siete años más calientes desde 1880 ocurrieron en los últimos 11 años, y que la tasa de calentamiento del mundo en los últimos 25 años ha sido mayor que en cualquier otra época desde entonces, de acuerdo con expertos del Instituto Goddard para Estudios del Espacio de Nueva York. Ahora, con 1990 como el año más caliente, las perspcctivas están lejos de ser alentadoras.

Que la temperatura promedio haya subido es apenas el síntoma más obvio del fenómeno que está sucediendo y que se conoce como el efecto invernadero. Porque los científicos señalan otros más: tormentas tropicales más intensas, blanqueamiento de los arrecifes de coral por cuenta de las aguas más tibias y disminución de la capa polar por aumento de la temperatura en los polos. Mediciones hechas mediante satélite han demostrado que, por ejemplo, la Antártida, el llamado continente blanco, ha perdido desde los años 70 más de cinco mil kilómetros cuadrados de una superficie total de dos millones. Y es claro que si se recrudece el llamado efecto invernadero, sus efectos serán más evidentes en los polos. La fusión masiva de los hielos eternos ha producido en el pasado una elevación del nivel del mar que alcanza los 200 metros. Si el problema ecológico agudiza el proceso los científicos piensan que con unos cuantos metros más que subiera el nivel del mar las consecuencias serían más catastróficas en el mundo entero.

El efecto invernadero consiste en la acumulación en la atmósfera de gases como el bióxido de carbono (derivado de la combustión de carbón, petróleo, madera y otros), los óxidos nitrosos de los combustibles, el metano de la materia orgánica y los clorofluorocarbonos producidos por la utilización de aerosoles. De esta manera se crea una barrera que, como el techo y las paredes en un invernadero, retiene el calor, con lo cual se aumenta considerablemente la temperatura de la Tierra.

Después de dos años de estudio, un grupo de científicos internacionales financiado por las Naciones Unidas ha advertido sobre las nefastas consecuencias que puede traer para el planeta su calentamiento general. Dentro de las recomendaciones está la de controlar seriamente la emisión de gases a la atmósfera, especialmente del bióxido de carbono. Si se continúa con los actuales niveles -dicen los expertos- muy pronto será demasiado tarde. Controlar este tipo de variables, sin embargo, podría permitir establecer límites a la temperatura del planeta y al nivel del mar, y con ello prevenir los efectos devastadores de un cambio climático generalizado.

Dentro de las medidas prácticas que los científicos aconsejan tomar para limitar el calentamiento del globo están la de incrementar la eficiencia de la energía, mayor utilización del gas natural, reforestaciones masivas y la adopción de recursos de energía alternativos que sean tecnológica y económicamente factibles, como la energía solar, eólica, geotérmica y tecnologías de biomasa.

Los expertos sostienen que para minimizar el riesgo del daño ecológico, la tasa de incremento de la temperatura, que se calcula en medio grado por década, debe reducirse a, por lo menos, un quinto de grado por década. El promedio de la temperatura mundial - como se ha dicho- ha aumentado un grado desde que comenzó la era industrial, y aunque los científicos no están completamente seguros de si atribuirlo fundamentalmente a la actividad humana o a los cambios climáticos naturales que son temporales, el hecho es que el fenómeno está sobre el tapete y está causando gran alarma en los círculos de científicos y ecologistas del mundo entero.

Es un hecho el cambio climático de la Tierra, no importa cuáles sean las verdaderas causas, y es un hecho que ignorando el tema el problema no va a desaparecer. Aunque hay quienes consideran que aún no se puede anticipar si las consecuencias del calentamiento van a ser catastróficas, la verdad es que cada día más hay más grupos de investigadores intentando determinar las posibles secuelas de aumento gradual y global de la temperatura del planeta.

Sin embargo, los más pesimistas aseguran que de seguir el fenómeno como va, los resultados serán como para ponerse a llorar. Dentro de las posibilidades, los científicos señalan el aumento del nivel de los océanos llevará a la inundación de muchas tierras hoy productivas y cuya adecuación costará miles de millones de dólares, y a una reducción considerable de las áreas habitables. Esto sumado a la desaparición de tierras de cosecha y, por consiguiente, a la escasez de alimentos. En cuanto a los efectos en la salud, se especula sobre el aumento de los casos de cáncer en la piel, a causa de la luz solar que será más fuerte por cuenta de la disminución de ciertas capas de la atmósfera que le sirven de filtro.

El riesgo de no creer en estas posibilidades y de no impulsar políticas mundiales para contrarrestar los efectos nocivos del efecto invernadero es que, cuando pueda ser probado en forma más rigurosa, muchos seres humanos ya habrán muerto por cuenta suya.--