Adiós arrugas

Hasta hace poco la única solución para las arrugas era el bisturí. Una nueva técnica no invasiva es una alternativa para eliminar los signos de la edad.

5 de noviembre de 2001

Si hay algo que les de mas miedo a hombres y mujeres que envejecer y ver cómo la cara se va llenando de arrugas es someterse a una cirugía para quitárselas. Pero es tal la vanidad de algunos que aun así terminan en el quirófano sometidos a interminables procedimientos quirúrgicos y bajo el efecto de la anestesia con tal de quedar con la piel tersa y rejuvenecida. Pero recientemente muchos que antes veían la posibilidad de estirarse la piel como algo remoto por los riesgos que esto acarrea ahora se han dejado llevar por los impulsos de su vanidad. El responsable de esto es el Botox, una toxina biológica que logra borrar los signos del paso de los años en la piel en cuestión de minutos sin bisturí ni anestesia.

Desde 1980 el Botox se utiliza en varias especialidades de la medicina, como la oftalmología y la neurología. Inicialmente se usaba sólo para tratar problemas como estrabismo, espasmos musculares y ciertos desórdenes faciales —como los famosos tics nerviosos— debido a que la toxina tiene la capacidad de inhibir los impulsos nerviosos que llegan a los músculos. “De esta forma el músculo deja de moverse por falta de estímulo”, explica Felipe Coiffman, profesor de cirugía plástica de la Universidad Nacional. Pero desde hace un tiempo se descubrió que su acción también podía traer muchos beneficios en el área de la estética para corregir las arrugas dinámicas que se forman cuando la gente sonríe, se enoja o gesticula.

Al aplicarse en pequeñas dosis en la frente, alrededor de los ojos, en la boca y el cuello esos músculos se inmovilizan, con lo cual la arruga que forman al hacer un gesto se reduce o se elimina. El procedimiento no genera dolor y por ello no requiere anestesia. Los resultados se observan después de las 72 horas. “La piel deja su aspecto ajado para verse fresca y con un tono natural. La persona entonces se siente rejuvenecida y mucho más a gusto con su propia imagen”, asegura Jorge Eduardo Aristizábal, médico cirujano plástico de la Fundación Santa Fe de Bogotá. María Stella Camperos es una de las beneficiadas por el Botox y confirma las apreciaciones del especialista: “La cara se ve alegre, juvenil, y esas arrugas de expresión que están allí aunque uno no sea un viejo se minimizan. Uno se siente sin esa sensación de envejecimiento”. Como ella, miles de mujeres en el mundo se han dejado tentar por este nuevo procedimiento y hoy ven el Botox como una alternativa más asequible —al ser menos invasiva y drástica— para combatir este tipo de arrugas. El auge del producto ha sido tal que la compañía farmacéutica que distribuye el medicamento vendía 50 frascos mensuales cuando introdujo el medicamento hace seis años. Hoy facturan fácilmente 700 unidades cada mes.

El procedimiento es muy sencillo y por eso el paciente no debe tener ningún tipo de preparación. Sólo se requiere una valoración previa por parte del médico para ver el estado de la piel, la localización de las arrugas de expresión facial y de la hiperactividad de los músculos faciales. Una vez se ha hecho esto el médico procede a inyectar pequeñas dosis en los sitios señalados. “Los que mejor resultado dan son los que se colocan en el entrecejo, para evitar fruncir el ceño, y las de los ojos, que reducen las patas de gallo”, afirma el cirujano estético John Sanabria.

Curiosamente, aunque se inmovilizan los músculos, la expresión de las personas no cambia. Según el médico Omar Pacheco la diferencia es que aunque la persona mande la orden al cerebro de contraer el músculo no logrará arrugar el ceño. Luz María Méndez, otra paciente de Botox, lo explica de esta manera: “A uno no le cambia la cara. Por el contrario, yo estoy fascinada porque mi frente es lisa y cuando me río no se me forman las pata de gallina”, afirma.

La técnica además es muy amplia pues se puede aplicar a personas de todas las edades y de ambos sexos, aunque las más interesadas son las mujeres por encima de los 30, a quienes ya se les empiezan a notar las líneas de expresión. Sin embargo tiene limitaciones. “Sus resultados se ven sólo en las arrugas causadas por la expresión pero no en aquellas causadas por el daño solar o el envejecimiento”, señala Javier Martínez, cirujano plástico de la Clínica Carlos Ardila Lülle. En casos en los que sobra piel o el surco de la arruga es muy profundo se recomiendan otras técnicas como el estiramiento facial, conocido como ritidoplastia. En ese sentido, más que una competencia a la cirugía para quitar arrugas, los expertos ven la técnica como un excelente complemento y como una alternativa más que tienen las personas para retardar el paso de los años. “Mejora mucho los resultados de una cirugía, sobre todo la de los párpados”, comenta el doctor Sanabria.

Pero no todo es color de rosa. El efecto de la toxina sólo dura entre cuatro y seis meses, por lo cual la persona debe someterse al tratamiento por lo menos dos veces al año si desea continuar con esos resultados. Al tener que aplicarse permanentemente el costo del tratamiento puede llegar a ser un obstáculo a largo plazo. Sin embargo muchos pacientes piensan que esta cifra se compensa con los resultados y con la facilidad del tratamiento. Pero sin duda la mayor ganancia de éste no es sólo desvanecer esas molestas arrugas sino aumentar la satisfacción personal gracias a una mejor apariencia.