TRATAMIENTO.

Adiós a la calva

Con las técnicas actuales, tener pelo o no se está convirtiendo cada vez más en una opción voluntaria.

4 de octubre de 2008

El chiste de que lo único que detiene la caída del pelo es el piso está mandado a recoger. En Colombia se hacen cientos de cirugías de microimplante capilar al año, una operación que en más del 95 por ciento de los casos deja buenos resultados, pero que a pesar de estar muy desarrollada aún produce desconfianza.

Uno de los pacientes más contentos con estas intervenciones es el poeta nadaísta Jotamario Arbeláez, quien lleva más de un año cubriendo su propio implante de pelo para la revista SoHo. Hace unas semanas apareció con una melena similar a la que empezó a perder antes de que cumpliera 30 años. Su nueva apariencia fue posible después de más de 10 horas de operación en la que literalmente le fueron trasplantados casi 3.000 injertos como si se tratara de una siembra de pasto.

Estos injertos se sacan de la cabeza del propio paciente, a quien se le extrae una franja de entre 18 y 25 centímetros de largo y unos tres de ancho de la parte posterior de la cabeza, en donde la mayoría de los calvos conservan pelo toda la vida. Después se cierra la herida y con ayuda de un microscopio la franja se divide con bisturí hasta llegar a las unidades foliculares. Estas son como pequeñas bolsas que contienen de uno a cuatro cabellos y es la forma como se agrupa el pelo en los humanos.

Luego con una aguja se abren los pequeños orificios en donde serán introducidos los injertos uno por uno. Los de un solo folículo se colocan adelante y de ahí para atrás se aumenta gradualmente. Esto es lo que hace que se vea natural, pues uno de los errores más frecuentes de algunos cirujanos es poner al frente varios pelos saliendo de un mismo poro, lo que provoca el llamado 'pelo de muñeca' que hace que se vean unos puntos oscuros y hundidos poco estéticos.

En el caso de Jotamario, la novedad fue que se le implantó pelo largo. La mayoría de médicos prefieren trabajar con el pelo rapado, ya que lo que se trasfiere es el folículo y no el pelo y el resultado es el mismo. El dermatólogo René Rodríguez, quien operó al poeta, afirma que "la ventaja es que la persona sabe cómo va a quedar. Eso baja su ansiedad y oculta las costras que se provocan, ya que antes la zona quedaba completamente cruenta y eso era motivo de incapacidad".

Según el cirujano plástico Ricardo Lancheros, aunque la cantidad de pelo nunca va a ser la misma que se tenía antes de perderlo, el cabello sembrado se ve natural, se puede lavar, pintar y hasta enrular. Pero también existen inconvenientes. El primero, al menos en Colombia, es que los médicos que manejan la técnica son muy pocos y todavía hay muchos que hacen procedimientos antiguos que dejan muy malos resultados, como pelos hirsutos muy separados y cicatrices marcadas. Por eso, Lancheros recomienda pedirle al cirujano fotos de los casos que ha manejado para ver sus efectos. El otro problema "es que es un tratamiento muy demorado. Hay que esperar seis meses para ver los resultados, porque así el paciente salga con pelo, ese se caerá entre los 15 y los 30 días siguientes", explica Lancheros.

Además, la cirugía no es el punto final, porque así el pelo implantado no se caiga, la calvicie sigue en otras zonas. Por eso, Rodríguez explica que se debe complementar la cirugía con medicamentos como Minoxidil y Finasteride, así como el uso de cepillos láser, un tratamiento que se debe usar de por vida y que es el mismo que se le da a la gente que está empezando a quedarse calva pero aún tiene pelo.

Finalmente, el gran inconveniente para muchas personas puede ser el costo, pues esta cirugía cuesta entre seis y nueve millones de pesos, según la cantidad de implantes necesarios. Y en ocasiones hace falta más de una sesión. A esto se le suma que el tratamiento médico tiene un valor de entre 150.000 y 200.000 pesos mensuales. Salvo estos problemas, como dice el doctor Rodríguez: "con la tecnología actual hoy calvo es el que quiere".