ADIOS A LA GORDURA

Por primera vez los investigadores encuentran una sustancia que acaba con la obesidad.

28 de agosto de 1995

EL SUEÑO DE LOS GORDOS YA ES UNA realidad. La era de las dietas está tocando a su fin. Finalmente los investigadores encontraron una sustancia que borrará del planeta el problema de la obesidad. Se trata de una hormona que hace desaparecer, como por arte de magia, la grasa corporal. El anuncio hecho la semana anterior por investigadores de Estados Unidos le dio en pocas horas la vuelta al mundo. Y no era para menos. Se trata de una hormona tan poderosa que, aplicada en laboratorio a ratones obesos, les hizo perder el 30 por ciento del exceso de peso en sólo dos semanas. El descubrimiento es el primer paso de la soñada píldora que permita a los gordos bajar kilos sin tener que someterse a drásticas dietas y extenuantes sesiones de ejercicio.
La noticia se propagó aun antes de que el artículo del periódico Science, en el cual se publicaba el informe del hallazgo, saliera a circulación. Y no sólo asombró a los millones de sufridos gordos del planeta sino a la comunidad científica, que ve en esta hormona por primera vez la posibilidad de desarrollar un medicamento que combata la obesidad de la misma forma que los diabéticos son tratados con la aplicación de insulina.
Pero además el descubrimiento hará que los gordos puedan vivir sin sentimientos de culpa por su falta de voluntad. En lugar de ser vistos como glotones ahora serán tratados como pacientes de un desorden metabólico, el cual puede ser combatido con medicamentos. Aunque los investigadores advirtieron que se trata apenas del primer paso, ya se dio la largada para una carrera científica en busca de un tratamiento que ponga de una vez por todas punto final al drama del exceso de peso.
La fotografía de dos ratones del experimento muestra el increíble poder adelgazador de la sustancia. La esperanza surge del hecho de que los seres humanos producen una hormona muy similar, que podría ser el secreto para que los obesos logren quemar grasa sin mayor esfuerzo. El hallazgo fue hecho por investigadores de la Universidad Rockefeller de Nueva York, quienes esperan iniciar los estudios en humanos antes de un año. Una sustancia natural que combata la acumulación de grasa en el cuerpo es algo que la comunidad científica ha estado buscando por décadas.
Este mismo grupo de científicos fue el que en diciembre pasado logró aislar el gen de la obesidad -identificado como ob- y que es el culpable de que muchas personas, hagan las dietas que hagan, estén destinadas a ser obesas. Ese gen es el que controla el apetito, y al parecer una mutación genética hace que el cerebro humano no reconozca la señal de saciedad, lo cual irremediablemente los conduce a la gordura. La hormona descubierta podría ser inyectada a los obesos para que el cerebro dé la orden y la persona se sienta satisfecha con menos cantidades de comida y pierda peso sin sentir hambre.
La base para estas nuevas investigaciones fue encontrada hace tres décadas por el doctor Douglas Coleman, quien logró en laboratorio que con transfusión de sangre de un ratón de peso normal a un ratón obeso éste perdiera grasa. Entonces dedujo que había un factor congénito que controlaba el peso corporal. Sin embargo, hace 30 años no existía la tecnología que permitió ahora a los científicos aislar ese factor que está contenido en partículas pequeñísimas en la corriente sanguínea. El descubrimiento de que los humanos tenían un gen que era casi idéntico al que causaba la obesidad en los ratones, sugirió la existencia de una hormona -que ha sido llamada leptin- que formaba parte del sistema natural de control de peso del organismo. La idea es que aquellas personas que carecen de ella reciban una dosis extra para que el organismo mismo combata el exceso y se despoje de la grasa extra.
En experimentos con ratones genéticamente obesos -que no producen los niveles adecuados de la hormona- mostraron que si ésta es suministrada a través de inyecciones la tasa del metabolismo de los animales aumentaba, con lo cual quemaban calorías más rápidamente, pero además comían menos y la grasa corporal desaparecía. La aplicación de la hormona en ratones delgados mostró el mismo efecto. Mientras más dosis de leptin recibían menos comían y más peso perdían, al punto que toda la grasa corporal de los ratones delgados desapareció en sólo cuatro días.
Aunque los investigadores aún no tienen muy clara la forma como actúa la hormona, sí han establecido que ésta es producida por las células grasas, las cuales la liberan en la corriente sanguínea. Cuando llega al hipotálamo, en el cerebro, sirve como indicador para fijar la tasa del metabolismo y controlar el apetito. Se cree que cuando la sustancia sea aprobada para el tratamiento de la obesidad en humanos, tendrá que ser aplicada en inyecciones de dosis diarias o, de lo contrario, la persona ganará de nuevo el peso perdido. Y aunque no son pocos los que sienten temor por las inyecciones, este es sin duda mucho menor que el pavor que la gente siente a la gordura.