Adiós mundo virtual

Con la culminación del ‘boom’ de Internet muchos jóvenes están sufriendo la crisis de la edad mediana a los 29.

1 de enero de 2001

Hace un par de años muchos jóvenes lo dejaron todo —trabajo, familia, amigos, estudios— para sumergirse en las aguas de Internet, deslumbrados por esa fiebre del oro en la que se prometía fama y fortuna en poco tiempo. Y por un tiempo ese sueño fue una realidad para muchos de los que se embarcaron en esa aventura. No sólo dejaron de ser mandos medios con poco protagonismo en sus compañías. Estos jóvenes empezaron a ocupar las más altas posiciones en sus empresas puntocom, desde donde negociaban de tú a tú con empresarios de mucho poder y dinero. Sus compañías se valorizaron en la bolsa a un ritmo acelerado y los medios de comunicación empezaron a enfocar su atención sobre ellos. No había semana en que estos nuevos ricos de la era electrónica no posaran para las portadas de revistas en todo el mundo, en las cuales se hablaba de su éxito y de sus grandes capitales, valorados en millones de dólares. En Estados Unidos, donde el boom se vivió en todo su esplendor, se llegó incluso a crear un grupo de sicólogos para ayudarlos a lidiar con la fama y la fortuna súbita que les había cambiado la vida en un abrir y cerrar de ojos. Ninguno pasaba de los 30 años y ya habían cumplido las metas de muchos hombres en el mundo.

Pero en marzo pasado, cuando la burbuja de Internet explotó, muchos de ellos quedaron sentados sobre una calabaza. Las revistas que antes los alababan ahora sólo mencionaban sus fracasos y las compañías por las que dieron todo tuvieron que cerrar ante la caída del Nasdaq. Unicamente unos pocos, como Wenceslao Casares, el joven argentino creador de Patagon.com, pudieron cobrar en efectivo las acciones de sus empresas. Los demás, millonarios de papel, quedaron en el mismo sitio donde habían empezado, sin trabajo, sin dinero y con mucha desilusión. De la mano del desencantamiento vino un fenómeno que ha cautivado la atención de los sicólogos: la crisis de la edad mediana a los 29 años.

Según la sicóloga María Elena López esta crisis es un desajuste existencial en el que las personas hacen un balance del camino recorrido y se preguntan si todo el esfuerzo que han realizado en la vida ha valido la pena. Cuando la respuesta es afirmativa y existen proyectos a futuro las personas siguen adelante sin problemas. “Pero cuando la persona ve que toda la energía se invirtió en algo que era falso o no les satisfacía es cuando se produce una crisis más intensa”.

Esta etapa, por la que casi todos pasan entre los 40 y los 50 años —algunos con más intensidad que otros—, ahora la viven los yuppies y nerds de Internet a una velocidad de 700 megabytes por segundo. Unos dejaron de trabajar y no tienen idea de lo que quieren en la vida; otros han abandonado el mundo de la tecnología para siempre y hay quienes se han dedicado a oficios menos lucrativos pero más reposados, como la docencia. Existen casos de empresarios de la nueva economía que se han sumido en una depresión profunda debido al excesivo estrés, al trabajo duro y a la gran responsabilidad que manejaban pues a esa edad respondían por la inversión de capitales de muchas personas, incluyendo familiares. “Quiero hacer un alto en el camino y darme un respiro para saber qué es lo importante”, dice uno de los afectados.

Los expertos consideran que todas estas sensaciones son normales. “La crisis produce depresión, estrés, angustia y mucha ambivalencia”, dice María Elena López.

Incluso esta etapa prematura puede generar búsquedas espirituales como respuesta al modelo éxito-riqueza que los desilusionó. El Wall Street Journal, diario que ya se ha ocupado del tema, relató las historias de jóvenes entre 20 y 30 años que hace dos pensaban que sus posibilidades eran ilimitadas y hoy están revaluando sus prioridades. Incluso mencionan casos de muchos ejecutivos de Sillicon Valley que están resguardándose en grupos religiosos para encontrarle sentido a la vida, como sucede en una iglesia presbiteriana de Nueva York, en donde la gran mayoría de nuevos afiliados son personas entre 20 y 30 años que están buscando algo diferente a la competitividad de la economía de Internet.

Según expertos de la sicología, como Erik Ericson, la crisis de la edad mediana se produce normalmente por cambios físicos internos pero también puede ser causada por un reloj social, es decir, por estímulos externos generados en el entorno, como es el caso del boom de Internet.

El problema, para algunos expertos, es que el mundo emocional no va al mismo ritmo que el mundo tecnológico. “La intensidad y la velocidad de los nuevos desarrollos hacen que el individuo se sienta cansado a los 30 y que se le agoten las hormonas que se deberían acabar a los 80”, dice el siquiatra Germán Aguirre.

Para Esteban Piedrahita, presidente de la revista Punto-com, la caída fue enorme porque en seis meses estos jóvenes lo perdieron todo y quedaron en primera base. Pero esto no quiere decir que hayan fracasado totalmente. “Pienso que esa gente ganará en humildad y, a no ser que hayan hecho algo antiético, conseguirán muy buenas opciones de trabajo porque son profesionales muy bien calificados”.

Con él coinciden los expertos consultados por SEMANA, quienes consideran, además, que los jóvenes tienen más flexibilidad para ajustarse a las caídas que los más viejos y mientras busquen proyectos nuevos lograrán recuperarse. Probablemente tendrán otros valores y el dinero y la competitividad no serán las prioridades.