ADOPTE UNA BALLENA

No se preocupe, no tiene que llevarla para la casa.

8 de octubre de 1990

No se trata de un club de excéntricos. La idea se le ocurrió a un grupo de ecólogos norteamericanos que trabajan para una organización dedicada a la protección de la vida marina, con sede en Massachusetts. Preocupado por la cacería indiscriminada de estos mamíferos, el Whale Adoption Project ha trabajado durante diez años y ha identificado, bautizado y seguido el recorrido de 66 ballenas que viven y migran en las frías aguas del océano Atlántico.
Por una contribución de quince dólares anuales, (8.000 pesos), el padrino de la ballena recibe un certificado de adopción y cada tres meses una carta, fotografías y mapa con el recorrido realizado por su descomunal ahijada. Las donaciones se destinan a los programas de preservación y a financiar las expediciones que acompañan a estos animales por los mares del Norte. Lo mismo podría hacerse con las visitantes anuales de Gorgona.
Las ballenas son observadas y estudiadas permanentemente. Los investigadores del Centro de Estudio de Cetáceos trabajan en dos equipos, uno que se moviliza en barcos y otro que se hace en seguimiento desde helicópteros.
Con la idea de entender mejor la conducta y los patrones de reproducción de las ballenas, los investigadores monitorean los nacimientos. Una ballena llamada Instar, es la madre estrella del grupo, con un récord de cinco ballenatos en siete años. Mientras que una joven llamada Binoc, perdió su primera cría el día de Año Nuevo del año pasado y los científicos esperan que pueda concebir nuevamente.
Cada una de las ballenas tiene una ficha con sus características, sus costumbres y su identidad. La "huella digital" de estos cetáceos es la cola, que es diferente y única, lo cual permite identificarla con nombre propio.
Uno de los descubrimientos más sorprendentes realizados por los investigadores es que las ballenas tienen diferentes temperamentos, como los humanos. Algunas son juguetonas, pretenciosas o introvertidas. Los comportamientos que se les conocen no son generales. A algunas les gusta dar vueltas en el agua, saltar o lanzar el chorro de agua cuando emergen, mientras otras no lo hacen.
Y cada una tiene su historia. Ofelia, por ejemplo, es una exótica hembra que ha sido vista en el Caribe, como cualquier artista de cine, siempre rodeada por un grupo de coquetos machos. Su aleta dorsal ha sufrido algunos daños como resultado de sus devaneos amorosos con varios acompañantes a la vez, lo cual es muy común en la especie. Peggy, es otra hembra que ha sido madre de cuatro ballenatos y en 1986 fue abuela. Churchill es un macho maduro, que pesa más de 40 toneladas y que es visto ocasionalmenle en las costas de Puerto Rico.
Algunas de las ballenas del grupo son famosas. Cristal, un macho hijo de Salt, nacido en 1980, fue el protagonista de un libro llamado "La historia de un bebé". Otra, Medialuna, ha sido protagonista de varios comerciales de televisión y documentales para enseñar al público sobre la importancia de protegerlas.
El caso es que las ballenas del Atlántico se han convertido en un gran clan que incluye varias familias con padre, madre, hijos y toda la parentela de tíos, primos y abuelos. El grupo de científicos, se refiere a ellas con nombre propio y lleva cuidadosamente su árbol genealógico. En el trabajo de seguirlas y monitorearlas todo el tiempo, los científicos también han sido testigos de innumerables aventuras y tragedias. Columbia, una ballena hembra, sobrevivió al encuentro con una manada de orcas, que con sus mandibulas le dejó marcas en ambos lados de las aletas traseras. También un joven macho, Stub, fue atacado por una orca que le causó serias heridas y daños permanentes en la aleta dorsal.
El movimiento para salvar a las ballenas se ha extendido rápidamente por el mundo. Sin embargo, la matanza no se detiene. El director del proyecto, Daniel Morast señala que es necesario actuar con urgencia porque en Islandia, Noruega y Japón la cacería continúa, aunque la Comisión Internacional sobre Ballenas declaró hace unos años una moratoria sobre su comercio. Actualmente, por cada persona que adopta una ballena, hay dos cazadores disparándoles. simplemente porque ese es su deporte.