La comida chatarra puede ser un enemigo del aprendizaje. | Foto: Cortesía Defensoría del Pueblo

NUTRICIÓN

¿Qué comer para mejorar el aprendizaje?

Según los expertos, el organismo debe recibir los nutrientes adecuados y en la cantidad ideal para que el cerebro funcione mejor en clase. Conozca los riesgos y las recomendaciones.

1 de marzo de 2016

Alimentarse sanamente, con los requerimientos nutricionales necesarios, en las cantidades correctas y en los horarios adecuados no sólo es fundamental para una vida saludable sino para el aprendizaje de los estudiantes. Los expertos señalan que si el cuerpo recibe los nutrientes precisos en las porciones recomendadas, el cerebro estará activo y receptivo en los momentos de atención a una clase o para desempeñarse bien en un examen.

Por eso, Julián Chaparro Romero, médico de la Universidad de La Salle, lidera una campaña para promover una alimentación adecuada y evitar el consumo de comida chatarra en esta población. Bajo la expresión “comida chatarra” se agrupan alimentos como paquetes, gaseosas, jugos en caja, enlatados y leches con una fecha prolongada de vencimiento, que según él, "tienen exceso de sal, conservantes, saborizantes y colorantes”.

La comida chatarra se puede clasificar en tres tipos: la callejera, que es atractiva por su bajo costo pero tiene el riesgo adicional de que por falta de higiene genere infecciones estomacales; la comida en paquetes, caracterizada por incluir edulcorantes, colorantes y preservantes, y la comida con calorías vacías o comida rápida, rica en azúcar, grasa y carbohidratos. Aunque los embutidos y carnes procesadas no son considerados comida chatarra, también tienen un alto contenido de nitrato que podría causar riesgo de cáncer.

La comida chatarra puede ser un enemigo del aprendizaje por varias razones: al consumirla, el cuerpo recibe calorías vacías, que sacian en el momento de ingerirlas pero no satisfacen por completo a largo plazo. De esta forma, al poco tiempo la persona tiene hambre. Sin suficiente energía, el cuerpo va a generar ansiedad y desconcentración, situaciones que impiden el proceso cognitivo. Pero además, cuando se consumen calorías en exceso, especialmente carbohidratos, se produce pesadez estomacal, mareo, dolor de cabeza, cansancio y somnolencia, lo cual dificulta la atención en el momento de aprender.

Para Chaparro, los estudiantes tienen hábitos alimenticios nocivos y no son conscientes de lo que comen. “El estudiante prefiere una arepa con mantequilla, pero con el mismo dinero puede comprar una manzana que le aporta fibra, fructosa (azúcar buena), y energía”, dice. Esto sucede porque las decisiones sobre con quién se almuerza, en qué sitio y a qué hora, están ligadas más a su entorno social y a la moda que a lineamientos sobre buena nutrición. El experto dice que “así como descansar las horas adecuadas es fundamental para el estudiante, alimentarse sanamente ayuda al nivel de concentración y adquisición de conocimiento”.

Por esta razón recomienda consumir una fruta, un cereal y un lácteo al desayuno. Al almuerzo sugiere una carne blanca, que puede ser pollo o pescado, acompañada de verduras, arroz integral y agua. La idea es dejar las bebidas azucaradas, que son calorías vacías. En la noche, la opción ideal es una pasta o pan integral con alguna proteína y crema de verduras. “Se recomienda no consumir nada más después de las 7 p. m., para evitar tener sueños pesados”.

Tener una dieta de comida chatarra además puede generar otros problemas como desmayos, vómito, diarrea y gastroenteritis. Incluso se han presentado casos en que se deben brindar primeros auxilios a estudiantes en universidades por que se quedan prácticamente sin oxígeno al consumir estos alimentos. También puede generar el síndrome de colon irritable en jóvenes desde los 16 años dado que este tipo de comida dura entre dos y tres días fijada en el colon. Chaparro señala que “los colorantes que se encuentran en un paquete, o la tartracina, que es un colorante artificial frecuentemente usado en este tipo de alimentos, producen inflamación en la mucosas, lo que genera problemas de rinitis alérgica y asma”.

Pasar hambre tampoco es bueno porque el cerebro es un gran consumidor de energía. Por eso Chaparro recomienda consumir porciones pequeñas de queso o maní entre comidas. Para que el cambio no sea tan drástico, los expertos plantean preparar este tipo de alimentos en casa y progresivamente agregar a una hamburguesa, por ejemplo, una buena porción de vegetales. De esta forma se asegura que lo que se consume es cada vez mejor en términos nutricionales.

Los obstáculos que tienen los estudiantes para alimentarse de forma apropiada se deben a fallas en la organización del tiempo: algunos prefieren dormir a levantarse unos minutos antes para tener un desayuno saludable. La familia influye porque muchas de ellas no tienen las condiciones de organizar una merienda adecuada en casa. También el mal manejo del dinero. Comer saludable no es un lujo y con un presupuesto incluso menor a 5.000 pesos se puede comprar una manzana u otra fruta, un pan integral, o hacer un emparedado con pechuga de pollo preparada en casa. Estas opciones proporcionan una dieta balanceada que ayudará en el momento de formarse intelectualmente y en el rendimiento académico del estudiante.

La alimentación adecuada es un tema de salud pública que no se puede desconocer, sus efectos más perjudiciales no se ven a corto plazo sino con el paso del tiempo. En efecto, los problemas serios se empiezan a ver después de los 40 años. Según Chaparro, comer en exceso comida chatarra genera riesgo de obesidad, hipoglicemia, diabetes, problemas coronarios e incluso cáncer de estómago. Por eso, empezar una dieta sana desde temprano va a ayudar no sólo a obtener buenos promedios o a sobresalir académicamente, sino a construir una forma de pensamiento y estilo de vida saludable que permitirá vivir más y mejor.