ALIMENTOS TRAICIONEROS

Llega a Colombia una prueba que permite a cada persona conocer cuáles son las comidas incompatibles con su organismo.

4 de noviembre de 1996

La incompatibilidad no es sólo un problema de pareja. Hay determinados alimentos que para algunas personas más que ser fuente de nutrición tienen efectos negativos. No es raro escuchar a alguien decir que el queso lo acelera o que el chocolate le produce jaqueca. Otros piensan que el tomate les afecta la digestión o que las lentejas los irritan. Y a lo mejor tienen razón. La buena noticia es que para descubrir si el que lo traiciona es el tomate o el chocolate ya no hay que transitar un largo y azaroso camino.
La sensibilidad a los alimentos es un tema médico tan actual como los problemas respiratorios derivados de la polución. Y para los especialistas no es un secreto que ciertos productos generan en algunas personas desequilibrios bioquímicos que se manifiestan de variadas maneras, tales como problemas intestinales, migrañas, artritis, hiperactividad o dolores articulares y, en algunos casos, pueden ser incluso la causa de reflujo, sobrepeso, fatiga crónica y del empeoramiento de ciertas alergias como asma y rinitis. Lo que esto quiere decir es que no todo los alimentos son para todo el mundo. De hecho, en los últimos años ha surgido la teoría de que los individuos son sensibles a, por lo menos, el 10 por ciento de los alimentos que ingieren en su dieta habitual.
Aunque todas estas molestias podrían solucionarse solo con evitar consumir dicho alimento, el problema es que en la mayoría de los casos las personas ni siquiera sospechan a cuáles puede ser sensible su organismo. La experiencia clínica ha puesto en evidencia a un grupo de productos 'potencialmente nocivos', entre los que figuran el huevo, la leche, los mariscos, las nueces y ciertos aditivos, como frecuentes causantes de alergias. Para establecer esa asociación la fórmula médica tradicional consiste en suprimir los alimentos sospechosos de la dieta del paciente durante un tiempo y observar si hay mejoría. Después de varias semanas se vuelven a incluir y, si los síntomas vuelven a presentarse, hay una alta probabilidad de que esos sean los culpables del malestar. Pero gracias a la tecnología, actualmente existe un camino más corto para descubrir a los culpables. Se trata de un test de sensibilidad que recientemente ha empezado a ser practicado en Colombia.
La prueba in vitro que analiza cuáles son los alimentos a los que una persona es sensible se realiza a través de una muestra de sangre del paciente. A grandes rasgos, el procedimiento consiste en seleccionar únicamente los glóbulos blancos para incubarlos con diferentes extractos de alimentos purificados. Las condiciones del ensayo reproducen, con la máxima precisión, lo que sucede cuando el alimento entra en la sangre de forma natural. Un analizador computarizado mide los cambios que cada uno de los extractos produce en los glóbulos blancos. Cuando éstos se rompen o se alteran es porque la persona presenta intolerancia a ese alimento. "El test da un panorama de cuáles alimentos tienen más posibilidades de causar problemas", dice el médico Santiago Gutiérrez, director científico de la empresa que trajo el sistema a Colombia.
El examen, que demora cuatro horas y tiene un costo de 300.000 pesos, se desarrolló hace más de 10 años en Estados Unidos y desde hace ocho se aplica en ese y otros países del mundo. La prueba está en capacidad de conocer la reacción a 100 alimentos comunes como verduras, carnes, granos, frutas, condimentos, harinas, dulces, así como también colorantes, aditivos alimenticios, antibióticos y medicamentos antiinflamatorios. "La ventaja del examen -explica el médico Gutiérrez- es que analiza de manera individual cada caso. No se trata de indicarle al paciente que deje de ingerir un numeroso grupo de alimentos sino de determinar con cierta precisión cuáles son tóxicos para su organismo".
Aunque el test de sensibilidad no es una prueba de alergia sirve como complemento a las pruebas cutáneas que los médicos aplican para detectarlas cuando no son concluyentes. El examen es una manera alternativa de establecer los posibles elementos que el cuerpo identifica como extraños y hostiles. "A diferencia de las pruebas de alergia, el test no mira los anticuerpos presentes sino el comportamiento de las células al entrar en contacto con los alimentos", agrega el doctor Gutiérrez. La prueba no determina en qué manera un alimento afecta directamente un sistema o es el implicado en determinada enfermedad. Sin embargo, la experiencia clínica ha demostrado que seguir una dieta sin los elementos que el examen detectó como nocivos, mejora los síntomas de ciertas molestias. "La gente consulta porque tiene un brote y cree que el tomate es el causante -dice Gutiérrez-. Pero cuando la gente elimina de su dieta los alimentos negativos, se da cuenta que no solo desapareció el brote sino muchas otras molestias que no son tan severas".

Problemas de sobrepeso
Un desequilibrio bioquímico puede ser también la causa del sobrepeso. Investigaciones recientes han mostrado que un gran número de obesos sufren de este tipo de problema, el cual dificulta el metabolismo de los ácidos grasos esenciales y la sensibilidad a la insulina. En el caso del sobrepeso en pacientes que no tienen hipotiroidismo, el examen ayuda a detectar los alimentos que causan dificultad. "La lechuga y el apio no engordan -explica el médico- pero en ciertos individuos pueden producir un descenso en el nivel de la serotonina, el neurotransmisor encargado de enviarle al organismo el mensaje de satisfacción o suficiencia". Al bajar el nivel, ese mensaje no se produce y la persona muestra un patrón de comportamiento adictivo frente a la comida. "Estudios clínicos han mostrado que cuando se eliminan de la dieta los alimentos negativos para el organismo la persona tiene mejores resultados en las dietas para bajar de peso".
Lo curioso es que generalmente el resultado del examen acusa a ciertos alimentos que el individuo consume con mayor frecuencia. La idea es que la persona, una vez conozca cuáles son los que le generan problemas, los elimine y siga una dieta supervisada por un especialista en nutrición. Los estudios han mostrado además que la incompatibilidad a los alimentos no es para toda la vida. Hasta el momento las pruebas clínicas han señalado que en un lapso de tres a seis meses el organismo desarrolla tolerancia y la persona puede volver a consumirlos, aunque solo en cantidades moderadas.