Amigos o amantes

Recientes investigaciones intentan desmontar el mito acerca de que hombres y mujeres no pueden ser simplemente amigos.

13 de agosto de 2001

Amigo, el ratOn del queso…y se lo comió”, es una de las frases con las que se suelen calificar las relaciones de amistad entre dos personas de sexos opuestos. Que “los hombres homosexuales son los únicos de su género capaces de tener una verdadera amistad con una mujer”, y que “entre hombres y mujeres es fácil pasar de amigos a amantes” son otras de las expresiones que demuestran cómo durante mucho tiempo se han visto con desconfianza y sospecha las relaciones amistosas entre los dos géneros. La conclusión era igualmente categórica: hombres y mujeres no pueden ser amigos.

Pero quienes tienen una gran amistad con una persona del otro sexo, que no les produce ni un mal pensamiento, pueden estar tranquilos: su relación no tiene porqué convertirse en otra cosa. Estudios realizados por sociólogos norteamericanos, publicados recientemente por el Journal of Social and Personal Relationships han determinado que las anteriores hipótesis corresponden a una cultura pasada: “La creencia de que hombres y mujeres no pueden ser amigos viene de otra época, en la que la mujer permanecía en casa y el hombre en el trabajo y la única manera de encontrarse era en las relaciones románticas”, explicó en el estudio la sicóloga Linda Sapadin. Los medios han contribuido a reforzar la creencia anterior en la actualidad y exitosas series como Friends (en la cual los amigos se involucran sexualmente) han establecido que el límite que separa la amistad del romance es muy flexible. A esto se suma un ingrediente actual: la poca disponibilidad de tiempo que tienen las personas, lo que incita a buscar un kit completo que incluya amor y amistad.

Lo cierto es que hoy ambos sexos comparten aficiones y coinciden en más sitios, como lugares públicos, colegios mixtos y en las oficinas. Esto hace que no sólo sea posible relacionarse sin que medie la tensión sexual sino que además sea necesario para poder convivir. “Sin duda hay algo que motiva a las personas a relacionarse pero puede ser simplemente empatía”, afirma el sicólogo y sexólogo Fernando Bohórquez.

Aun así no puede desconocerse que al pasar tanto tiempo con un amigo con quien se comparten muchas cosas en común y se tiene mucha confianza, a quien se le perdona casi todo (a diferencia de la pareja), a quien por lo general no se intenta cambiar ni poseer y con quien se es más libre pueda surgir un interés diferente. Esto tiende a ocurrir cuando se busca a la persona más cercana para llenar vacíos emocionales o cuando las feromonas hacen lo suyo y despiertan sensaciones simplemente circunstanciales propiciadas por un contexto (en una fiesta en medio de tragos pueden aflorar sentimientos nuevos). Por eso el estudio sugiere superar una serie de retos para que las personas aprendan a interrelacionarse en la amistad. El primero es definirse como amigos o amantes. Es darse cuenta de que disfrutar mucho con una persona no siempre es suficiente para iniciar un romance, pues como amigos se toleran cosas que como pareja posiblemente molestarían mucho. Una situación que también se presenta son las amistades que surgen de quienes primero se conocieron en la cama: “Pueden ser muy profundas porque se llegó a la intimidad”, asegura Martha Lucía Palacios, sicóloga de la Unidad de Sicoterapia y Sexualidad Humana. En todo caso esto sólo se logra si hay una definición de la relación.

De decidirse por la amistad lo segundo es superar la atracción, aprender a manejarla. “En las situaciones en que me he sentido atraída por algún amigo he tenido claridad de que involucrarme sexualmente podía dañar la amistad”, asegura la reconocida investigadora Florence Thomas. Por su parte Bohórquez aconseja apartarse de las tentaciones: “Si uno es casado lo mejor es convertir a la pareja en el mejor amante y no pretender ser amigo de una persona que despierta mucha atracción sexual”. Según los estudios, de 150 profesionales encuestados la mayoría de mujeres respondió que lo que más les disgustaba de la relación con hombres era la tensión sexual, mientras que los hombres afirmaron que la atracción fue la primera razón para empezar la amistad con una mujer. Es precisamente esta situación la que genera la poca credibilidad que tienen las amistades entre personas de géneros contrarios. Por eso el tercer reto es el que debe superar la sociedad pues culturalmente las relaciones entre hombres y mujeres no son reconocidas.

La exploración de este tipo de relaciones apenas comienza y lo único que concluyen los especialistas por ahora es que hay hombres y mujeres que pueden ser amigos y hay otros que no, pues su amistad está atravesada por deseos. Lo importante es darse cuenta de que no siempre sucede lo que reza un conocido refrán: “El hombre es fuego, la mujer estopa y llega el diablo y sopla”.