AVIACIÓN

Aparatos misteriosos

La ola de accidentes aéreos ha puesto sobre el tapete a las cajas negras, esos dispositivos que pueden guardar durante años las causas de los siniestros. ¿En qué consisten?

18 de julio de 2009

La semana pasada, la Fuerza Aérea de Estados Unidos informó que dos barcos equipados con radares abandonaban la búsqueda de la caja negra del Air France 447 que habían iniciado en junio 15, dos semanas después de que el avión que iba de Río de Janeiro a París se desvaneciera en medio del Atlántico, y apenas ocho días después de que estos aparatos dejaron de lanzar señales de localización. Con la noticia las posibilidades de recuperarla se fueron al piso. En la historia reciente de la aviación, las de los vuelos 11 de American Airlines y 175 de United Airlines, que se estrellaron contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre nunca aparecieron en medio de los escombros. Aunque el gobierno francés seguirá buscando la caja negra del Air France 447 , todo parece indicar que esta tampoco aparecerá. "Es como buscarla en un lugar similar al cañón de la Llorona, en Antioquia (un terreno muy quebrado) y cubierto por 5.000 metros de agua", dice Alberto Maya, experto en aviación.

A raíz de este y de otros dos accidentes más ocurridos en menos de dos meses, el interés por las cajas negras ha aumentado. La razón por la cual la búsqueda de este aparato es tan importante como la de los restos humanos, es porque son una pieza clave en la investigación del siniestro. La caja negra, mal llamada así porque es de color naranja para facilitar su búsqueda, contiene dos tipos de registros. Por un lado graba 24 horas alrededor de 88 diferentes parámetros entre los que está la altitud, velocidad y la inclinación del avión, y 30 minutos de audio de los pilotos en cabina, las comunicaciones con la torres de control y todo tipo de ruidos desde interruptores hasta explosiones que sean de ayuda en una investigación.

Las cajas están hechas de aluminio y otros materiales resistentes a grandes impactos, temperaturas extremas y la presión del agua para que protejan los discos que guardan la información. Según James Cash, de la National Transportation Safety Board, una caja puede resistir meses en el fondo del mar. Una de estas fue recuperada del Mediterráneo después de nueve años del accidente. Cuando se recuperan se llevan en una nevera con agua fría a un laboratorio en donde se copian los datos. Los investigadores escuchan el audio y en forma simultánea observan los parámetros del avión para detectar dónde estuvieron las posibles fallas. Esto se confronta con otra información obtenida de los restos del avión y de los muertos para poder sacar las conclusiones. Es así como muchos misterios de la aviación se han podido resolver. "En 1994 la caja negra reveló que un 'jet' de Aeroflot se estrelló porque el piloto dejó que su hijo volara el avión", dice Claire Suddath, de la revista Time.

Dada la importancia de estos instrumentos muchos se preguntan por qué no se transmiten estos datos directamente a tierra. La industria ha tratado de mejorar las cajas en la medida en que surgen dificultades. Hace poco se recomendó que no sólo grabaran los últimos 30 minutos del vuelo sino hasta dos horas y que tuvieran un sistema eléctrico alterno en caso de que fallara el del avión. Las aerolíneas tienen hasta 2012 para hacer los cambios. Y aunque existe la tecnología para enviar datos y voz desde los aviones comerciales "el volumen de esa información lo haría demasiado costoso", según dijo a Business Week Ray Oishi, experto en estas tecnologías. La otra razón por la que no se han hecho cambios es porque las cajas negras siempre se encuentran, incluso las que caen al mar, como la del vuelo 800 de American Airlines que cubría la ruta Nueva York-París y explotó en los primeros 10 minutos de vuelo, cerca de Long Island. En 2007 la caja negra de un Boeing 731 que se estrelló en la costa de Indonesia fue encontrada aunque tardaron ocho meses en sacarla del océano.

Si en un accidente hay suficiente evidencia las cajas negras pueden no ser tan relevantes para la investigación. La observación exhaustiva de los restos del avión puede llevar a conclusiones, como sucedió en el caso del Concorde en 2000, en el que se pudo determinar cómo los tanques se incendiaron e incluso cuál fue el detonante: un pedazo de metal que cayó en la pista del avión que decoló antes que el jet supersónico.

En el caso del Air France 447 no hay ni lo uno ni lo otro, por lo cual el misterio de su suerte es posible que quede escondido en las profundidades del Atlántico.