¿ARRUNCHE O ACTO SEXUAL?

100 mil norteamericanas contestaron "sí" a la primera alternativa y "ahí fue Troya".

4 de marzo de 1985

¿Arrunche o acto sexual? Simple y llanamente estas fueron las dos alternativas que esa mujer de 66 años, Eppie Lederer, más conocida como Ann Landers, planteó a sus millones de lectoras en más de mil periódicos en los Estados Unidos. Después de 30 años de estar en el negocio de la consejería sentimental, la IM norteamericana parece haber tocado un punto neurálgico, y no precisamente el punto G.
Textualmente, la pregunta que la Landers lanzó fue: "¿Si usted estuviera abrazada y fuera tratada tiernamente, se olvidaría del acto sexual? Las respuestas no se hicieron esperar. A pesar de que la columnista pidió que las respuestas fueran "sí" o "no" y por escrito, los teléfonos de su oficina no dejaron de sonar, y la gran mayoría de las casi 100 mil cartas que recibió contenían datos adicionales al simple "sí" o "no" que requería la pregunta. Los resultados fueron sorprendentes: el 72% de las respuestas era rotundamente afirmativo. Y lo más curioso del caso es que el 40% de estos "sí" era de mujeres menores de 40 años, de esas que precisamente han sentido los vientos de la revolución sexual, han tenido acceso a la píldora, y no les tiembla el pulso para tomar la iniciativa en el amor.
"Soy menor de 40 años y me encantaría oír palabras tiernas y recibir caricias cálidas. El resto es un fastidio. Estoy segura de que el sexo fue diseñado para el placer de los hombres", fue una de las respuestas recibidas. Otra mujer respondió: "¡Sí, sí, un millón de veces sí! Me encantaría que me hablaran con ternura. Mi novio nunca dice una palabra. Si digo algo me calla y me dice que estoy dañando las cosas". Y una muy enfática ama de casa habló no solamente por sí misma, sino por sus dos hermanas y su tía: "Soy una total sí. Tengo dos hermanas y ambas contestan sí, y mi tía de 86 años también dice sí, aunque afirma que francamente a su edad nada tiene que ver con ese problema". Pero también hubo respuestas negativas categóricas: "Tengo 62 años y voto NO. Mientras mi viejo sea capaz de sacudir las paredes y despertar a los vecinos, quiero acción".
La interpretación general que la columnista dio a estas respuestas fue: "hay problemas en el paraíso". A pesar de toda la supuesta revolución sexual, las tres cuartas partes de las mujeres norteamericanas estarían dispuestas a dejar de lado el acto sexual, con tal de recibir un poco de ternura.

CONTROVERSIA NACIONAL
Las conclusiones de la encuesta pusieron a revolar en cuadro a los norteamericanos. Casi nadie ha dejado de intervenir en la controversia: desde sexólogos, sociólogos, terapistas, comentaristas de televisión y columnistas, hasta los hombres y mujeres de la calle con uso de razón. Aunque algunos consideran que la encuesta de la Landers es anti-científica, sesgada e incluso peligrosa, otros afirman que ha dado en el blanco, al revelar que gran parte de las mujeres norteamericanas simplemente no están satisfechas con su vida sexual.
Una sicóloga norteamericana que conduce un programa de radio llamado "Sexualmente hablando", la doctora Ruth Westheimer, declaró a la revista Newsweek: "Una encuesta como ésa es peligrosa por sus implicaciones. Uno no sabe si la gente quiere ser arrunchada por un ratico, por un mes o para siempre. Lo que indica la encuesta es que hay una cantidad de gente que lee a Ann Landers, y eso es maravilloso". Para la columnista, sin embargo, el problema que revela la encuesta es real, y tiene su origen en la revolución sexual: "Las mujeres están ansiosas. Han leído en Cosmopolitan que si no tienen cinco orgasmos en una noche están bajas de punto, o son frígidas".
Las objeciones mayores en la encuesta de la Landers han surgido del hecho de que, según los expertos, es anticientífica y de que, por lo tanto, no es conveniente lanzarse tan apresuradamente a concluir que hay tanta infelicidad en la vida sexual de las norteamericanas. Un profesor de psicología de la Universidad de John Hopkins que también ha terciado en la controversia afirma que "lo que las mujeres están intentando decirle a los hombres es que a ellas no les gusta la penetración", y que eso se deriva de su formación en la infancia, cuando padres puritanos separaban "el amor de la cintura para arriba, y la lujuria de la cintura para abajo". Esto coincidiría un poco con algo que la misma Landers afirma: que las mujeres no han cambiado mucho a pesar de las apariencias.
Pero los detractores insisten en que la teoría de la Landers no es tan cierta, puesto que la encuesta es anticientífica. Se sacan conclusiones sobre una pila de cartas que no necesariamente significan una muestra estadísticamente significativa de la población femenina norteamericana. Arguyen los expertos que se presenta el fenómeno de la auto-selección, lo que significa que la pregunta básicamente obtiene respuesta sólo de quienes sienten que el problema los afecta. "Si alguien tiene un problema, siente más necesidad de escribir y compartirlo que quien no lo siente", afirma un psicólogo autor de varios libros y experto en el tema.
June Machover Reinisch, director del Instituto Kinsey de Investigaciones sobre el Sexo de la Universidad de Indiana, declaró al Miami Herald que la respuesta se puede interpretar "más que como una reacción a un problema sexual, como una reacción frente al problema de las relaciones humanas y el afecto" y que la pregunta implica que "el acto no es emocional... y perpetúa la idea de que el sexo es sucio, animal, y de que es algo que les gusta a los hombres y a las mujeres no". Cuando las mujeres responden y se quejan de que "mi marido me viola cinco veces a la semana" o "mi marido es impotente como consecuencia del alcoholismo", o "mi novio no me dice ni una palabra", lo que ellas están realmente expresando "es una insatisfacción de sus relaciones con sus compañeros y no con el sexo en sí", termina diciendo Reinisch. Y como para seguir ahondando en el problema, una socióloga de la Universidad de Minnesota, sostiene que no es extraño que las adolescentes demuestren insatisfacción, puesto que "apenas están aprendiendo sobre el lenguaje del sexo y toma tiempo aprender cómo satisfacerse el uno al otro". Finalmente, algunos expertos señalan que las investigaciones más recientes adelantadas en ese campo demuestran que "la proporción de relaciones intimas que llevan al orgasmo ha aumentado, lo cual indica que las mujeres han logrado más, y no menos, del sexo".
Recientemente dos biólogos de la Universidad de Boston realizaron un estudio en el que se describen esas diferencias bajo la "Teoría del sexo rosado y azul". La tendencia rosada se identifica más comúnmente con el romance, la relación de pareja y el abrazo cálido. La tendencia azul se orienta más hacia "el acto". El rosado describe la respuesta sexual hacia lo que ocurre cuando alguien se siente bien con alguien que ya conoce, mientras que el azul describe el encuentro casual o la relación pasajera de una noche. "En los hombres, el azul es la tendencia y el rosado la respuesta: en las mujeres es lo contrario", señalan los investigadores. Según ellos la teoría es válida para explicar "cómo hombres y mujeres son iguales en ciertos niveles fundamentales y diferentes en otros".
Dos ejemplos de cómo el rosado y el azul existen en la sociedad son la industria de la pornografía y el mercado de la novela rosa. "La industria de la pornografía satisface la tendencia azul de los hombres", dicen los investigadores, y añaden que "la pornografía es muy repetitiva y obvia, y es incomprensible para personas que no se excitan con ella". Por otra parte, las mujeres compran una especie de pornografía escrita, las novelas-rosa. "Son repetitivas y obvias, y como la pornografía, producidas en cantidades masivas e incomprensibles para las personas que no se entusiasman con ellas".
"Los hombres no son el enemigo; las mujeres no son el enemigo", dice Shirley Zussman, directora de la Asociación de la disfunción sexual, masculina de Nueva York. "Si las respuestas a Ann Landers están diciendo algo es probablemente que lo que con frecuencia ignoramos es que las personas se necesitan mucho unas a otras".
Teorías aparte, objeciones científicas aparte, nadie más ofendido con lo que dijo la Landers que los mismos hombres. Tres columnistas insistieron en el tema y uno de ellos, Mike Royko, del Tribune de Chicago, parodiando a la Landers embistió lanza en ristre con una encuesta para quien él considera la nueva clase oprimida. Y ésta fue la pregunta con la que decidió coger el toro por los cuernos: "¿Si se les diera una oportunidad, hombres, tendrían sexo con sus esposas o por fuera con sus chicas?". Pero no se quedó ahí. Haciendo eco de muchas quejas que con frecuencia no se escuchan observó: "Nadie nunca nos pregunta sobre nuestras necesidades, nuestras frustraciones... Siempre es, "¿señora, ha logrado su cuota de orgasmos?"".
Las respuestas seguramente no se harán esperar y probablemente las conclusiones, científicas o no, van a sorprender a muchos, como ya lo hizo hace algunos años una investigación sobre la sexualidad en el hombre, "El mito masculino", adelantada con más de 4 mil norteamericanos: a los hombres también les gusta "el arrunche".