El Borghese Palace Art Hotel, en Florencia, es un edificio del sigloXIII. En cada habiatación cuelgan obras de artistas contemporáneos

Turismo

Arte suites

Una nueva tendencia se abre campo en la hotelería: cuartos diseñados por artistas para elevar la experiencia de los huéspedes.

4 de noviembre de 2006

Cuando un viajero llega a un hotel, por lo general siente un déjà vu, es decir, esa sensación de haber estado ya en ese lugar. Esto se debe en parte a que las habitaciones de los hoteles se deben sujetar a unos estándares internacionales que controlan desde el tamaño de la habitación hasta el de las toallas. No es por lo tanto muy raro que, al menos en hoteles de cinco estrellas, una habitación en Hong Kong sea muy parecida a otra en Houston.

Cansados de esta rigidez, hace una década los hoteleros decidieron innovar y ofrecer un nuevo producto para conquistar nuevos turistas. Fue así como surgieron los hoteles de arte, cuyos cuartos son decorados por pintores, escultores y dibujantes reconocidos. Son hoteles donde la hospitalidad estéril de otros tiempos llega a nuevos límites, abrazando a los huéspedes en una experiencia total que les permite vivir, literalmente, dentro de una instalación.

El Gramercy Park Hotel es el más nuevo de todos y abrió sus puertas en agosto, en Nueva York. Su creador es Ian Schrager, el mismo que acuñó el término boutique para aquellos hoteles pequeños y elegantes y quien puso de moda los de diseño como el Delano, en Miami. Para él, este último tipo de hospedaje está acabado, pues "lo que era una excepción es ahora la regla. Ya no me interesan más. El nuevo juego es el 'art' hotel", dice el famoso empresario, creador también de la discoteca Studio 54. El Hotel Gramercy Park fue intervenido para crear un ambiente bohemio, una especie de caos organizado con lienzos recostados en las paredes y un sentido de espontaneidad e individualidad. No se trata simplemente de poner cuadros en las paredes, sino que busca intervenir la atmósfera, incluir todos los aspectos que comprenden una instalación para los cinco sentidos, en montajes tan vivos como baldes con flores puestos como si fueran parte de una obra de Jean-Michel Basquiat, aunque también hay originales de este autor.

La inauguración se dio justo un año después de que el Art Suites 104 abriera sus puertas en Bogotá, lo que muestra que Colombia está a la vanguardia de una tendencia que cobra cada vez más relevancia en el mundo entero. "Era aburrido para nosotros y para la gente seguir haciendo hoteles comunes y corrientes", dice Fernando Sánchez, empresario hotelero que lideró la idea junto con el arquitecto Alejandro Castaño. "Los cuadros de la mayoría de hoteles son fotocopias de dibujos, el arte es muy pobre y muchas habitaciones están deterioradas. Este concepto es nuevo y pretende darle al huésped una experiencia muy diferente", afirma. El formato ha resultado ideal para viajeros frecuentes que buscan conceptos revolucionarios. "El huésped se siente como en su casa", dice Sánchez. Pero advierte que no es para todo el mundo, sino para ejecutivos yuppies, artistas y aquellos que quieran experimentar con un concepto revolucionario cuando viajan.

El Art Suites 104 está conformado por 20 apartaestudios convertidos en suites con atmósferas que recrean la sensación de estar en casa: camas gigantes con muchas almohadas, escritorio, cocina, dos baños. Cada suite fue decorada por un artista que trabajó en la creación de un espacio único que tiene el sello de su obra sin perder la comodidad y la funcionalidad de un hotel. "Hicimos una convocatoria que reunió varias propuestas y luego nos sentamos a trabajar con los escogidos, dice Castaño. Es así como cada habitación es un universo, como si fueran muchos hoteles en uno", añade. El reto principal de Juan Carlos Echeverri, el artista de una de las habitaciones, fue dominar el miedo a que el huésped pudiera sentirse un poco invadido por la obra. "Pensando en que este sería un espacio habitado tuve que recapacitar y hacer algo un poco más sobrio".

El Confort Art hotel Siru de Bruselas tiene 101 habitaciones y cada una ha sido decorada por un artista, escultor o caricaturista. Cada piso tiene un tema y las paredes de los corredores están cubiertas por poemas de autores franceses y flamencos. Los huéspedes de este hotel pueden apreciar obras de arte contemporáneo belga. Otro de los hoteles enfocados en el arte es el Portón Bogotá, en el barrio La Cabrera, que cuenta con una valiosa colección de arte colonial, así como antigüedades europeas, entre las que se destacan baúles, tapetes, relojes, sillas y esculturas. Ya existen hoteles diseñados por artistas locales en estados como Dakota del Norte, donde Donaldson Hotel difunde el arte de la región de Fargo.

En Toronto, Canadá, está el Gladstone que Cristina Zeidler, su propietaria, describe como "la respuesta al cansancio de la gente a que le den experiencias prefabricadas, la respuesta de una sociedad que creció en un mundo muy plano y estéril, donde el minimalismo reinaba y las experiencias eran muy lejanas" . En Alemania el músico Lars Stroschen convirtió su casa en un pequeño hotel alrededor del tema de la música. En Chicago, el Hotel James trabaja en conjunto con el Art Institute of Chicago, en la curaduría de eventos especiales que buscan promover el arte local. "Son hoteles más especializados y buscan atraer un sector diferente al de los ejecutivos", afirma María Cristina Mora, de Cotelco Bogotá.

Como el arte es un término tan amplio que abarca muchas expresiones, estos hoteles son diversos y a veces se les confunde con los temáticos, como el Abasto, en Buenos Aires, que es para amantes del tango y en donde la habitación 'El día que me quieras', por ejemplo, tiene una pequeña pista para los amantes de este baile; 'Boquitas Pintadas', en esa misma ciudad, le rinde homenaje al escritor Manuel Puig. En Bogotá, Moderno Park, frente al Gimnasio Moderno, es un intento por resaltar a los famosos. Cada habitación se especializa en diferentes artistas como los Beatles, Marilyn Monroe y Raquel Welch.

Dicen los entendidos en este negocio que un buen hotel no es sólo un edificio, sino un individuo con personalidad, espíritu y autenticidad, y eso es lo que buscan los hoteles de arte: tener una identidad y transmitirla a sus huéspedes en cada detalle.