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Atropellados por la tecnología

Los miles de avances electrónicos que salen al mercado diariamente y la dificultad para manejarlos están empezando a agobiar a la gente. Muchos reniegan de los aparatos.

24 de marzo de 2007

Rodrigo fue un hombre feliz el día en que sus padres le trajeron de Estados Unidos un reproductor musical con pantalla a color, 60 gigabytes de capacidad y visualizador de fotos. El aparato lo hacía sentirse orgulloso ante sus amigos, quienes lo veían, entre admirados y envidiosos. Fue el rey de la oficina por unas semanas y, para sus compañeros, una especie de enviado del futuro. Pero menos de un mes después, su trono fue usurpado: había llegado la nueva versión de la máquina, con 80 gigabytes y reproductor de videos. Fue el fin.

El fenómeno es cada vez más común. Los consumidores a duras penas alcanzan a salir de las tiendas con lo que creen es lo último, cuando en los estantes aparecen versiones mejoradas. Siempre hay una cámara con mejor zoom y más megapixeles, un teléfono con más funciones o una consola de videojuegos con mejor conectividad y gráficas de mayor realismo.

Aunque parezca tonto, para muchos, no poder acceder a los más novedosos aparatos es un gran problema. Ese es el caso de Juliana, quien invirtió tres millones de pesos en un computador portátil. En un principio pensó que el esfuerzo económico había valido la pena, porque se trataba de un equipo de última generación. Sin embargo, a la semana siguiente su máquina parecía obsoleta, pues apareció una nueva línea con procesadores más modernos y nuevas funciones. Juliana se deprimía tanto cada vez que debía pagar la cuota de su tarjeta de crédito por algo ya desvalorizado en el mercado, que tuvo que recurrir a un sicoanalista para tratar su sentimiento de frustración.

Para Édgar Viera, catedrático experto en comercialización internacional de la Universidad Javeriana, este fenómeno es producto de las transformaciones propias de la globalización. "Hoy día el esquema de consumo obliga a que pierdan vigencia productos que todavía sirven. Los bienes electrónicos ahora tienen una duración de tres meses y cuando se lanza uno nuevo, los ingenieros ya están en los laboratorios trabajando en el próximo", dijo a SEMANA.

Esto ha empezado a aburrir a la gente. Una encuesta realizada por la firma consultora Weber Shandwick a más de 2.000 personas de cinco países de Europa, reveló que muchos usuarios en vez de sentirse felices con la gran cantidad de opciones, se están sintiendo incómodos. El 20 por ciento dijeron sentirse saturados y aburridos con tanta tecnología. Al parecer, cuando hay muchas opciones, el consumidor siempre queda con la sensación de que no escogió la mejor.

La velocidad a la que se mueve esta industria hace que sea difícil adaptarse a ella. "Incluso para los seres humanos más inteligentes es imposible aprender a usar toda esta tecnología al ritmo que está apareciendo", dijo a SEMANA Ross Shafer, consultor en ventas y consumo. Sólo el 8 por ciento de los encuestados dijo que utilizaba todas las funciones de sus gadgets, por esto, un celular con multimedia y acceso a Internet, para dar un ejemplo, es un desperdicio para la mayoría, que cuando por fin aprenden a conocer todas sus funciones, se dan cuenta de que ya deben cambiarlo.

Pero no se trata solamente del problema de tener que estar sometidos a un constante aprendizaje. "También existen otros factores como el querer impresionar: hay personas y grupos sociales para los cuales es muy importante la apariencia", le dijo a SEMANA Julio Eduardo Cruz, experto en sicología del consumidor. Un ejemplo de esto es el iPod, un reproductor que, a pesar de no ser ni el más funcional ni el más barato del mercado, se convirtió en sinónimo de prestigio.

En la raíz del problema parece estar la competencia de las grandes multinacionales como Sony, Apple, Samsung, Nintendo, Panasonic, entre otras, que se presionan para subsistir. Viera considera que el fenómeno tiene dos caras. Por un lado, impulsa a que la industria avance y que cada vez se genere más conocimiento, pero por otro, se está viviendo una 'economía del desperdicio', en la cual los productos se vuelven desechables porque se le está creando al consumidor la necesidad de tener lo último para estar in.

Según Cruz, la innovación es un atributo definitivo en el mercado tecnológico y las empresas son conscientes de ello. Saben que hay un público que valora la novedad y hacen lo posible para satisfacerlo. A partir de este grupo, otros usuarios que no tienen mayores conocimientos se guían a la hora de hacer sus compras.

Sin embargo, el estudio señala que los avances en cuanto a innovación son relativos. El 63 por ciento de las compañías admite que la principal razón para sacar nuevos productos es simplemente "estar en la jugada". Esto significa que no siempre que sale algo nuevo hay un gran avance tecnológico."Hoy todos están hablando de iPhone de Apple. Dicen que va a revolucionar el mundo de los teléfonos, pero,¿qué más puede hacer un celular, ¿acaso que otros hablen por uno? Para muchos consumidores esto se está convirtiendo en una pesadilla", agrega Shafer.

Pero aunque hay quienes han empezado incluso a perder su salud mental y a renegar de la tecnología, esto no parece importarles mucho a las grandes compañías que por el momento siguen recolectando ganancias a manos llenas. Sean Wargo, director de la Consumer Electronic Association (CEA), le dijo a la BBC que "los consumidores están dedicando una mayor proporción de su dinero disponible a la compra de productos electrónicos y seguirán haciéndolo. No sólo están actualizando los aparatos que tienen, sino que adquieren nuevas tecnologías cada año".

En Estados Unidos, por ejemplo, la CEA proyecta que en 2007 se vendan 155.000 millones de dólares en productos electrónicos. El año pasado, las familias promedio gastaron unos 1.500 dólares en estos artículos y se estima que esa cifra ascienda a 2.000 este año. En Europa Occidental el 30 por ciento de las personas gasta más de 1.000 euros anuales en este rubro.

Para Shafer, "aunque no se puede prescindir de la tecnología, la cultura definitivamente está viviendo un giro hacia la antitecnología, en donde muchos quieren volver a hablarle a la gente a la cara nuevamente". Si el descontento se vuelve una tendencia, como parece que está empezando a ocurrir en los países desarrollados, no va a ser raro ver en el futuro 'ermitaños electrónicos' cansados de tener que lidiar con miles de aparatos, sistemas y formatos que en vez de facilitarles la vida se las hace imposible.