Bebés en serie

El médico italiano Severino Antinori puso en jaque a la comunidad científica al anunciar su proyecto de clonación humana.

10 de septiembre de 2001

En un futuro la clonaciOn con fines reproductivos será tan rutinaria como las técnicas de fecundación asistida que se emplean hoy en día. Al menos ese es el argumento del investigador italiano Severino Antinori, quien la semana pasada aprovechó su intervención en la conferencia sobre clonación de la Asociación Nacional de Ciencias de Estados Unidos, celebrada en Washington, para informarle al mundo su intención de llevar a cabo la primera clonación humana a gran escala. El objetivo del proyecto es prestarles ayuda a las parejas estériles que han fracasado anteriormente en su intento por tener un hijo.

El doctor Antinori cuenta según él con la colaboración de 200 parejas de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón que se someterán a un tratamiento experimental que, para la mayoría de sus colegas, es una operación demasiado riesgosa.

La clonación, en términos generales, consiste en remover el ADN del núcleo de un óvulo sin fertilizar. Este material genético es reemplazado por el ADN de alguno de los dos padres, preferiblemente obtenido de una célula epitelial. Luego se aplica una descarga eléctrica que fusiona el óvulo sin núcleo con la muestra del donante y de esta manera se forma el embrión, que posteriormente se implanta en el útero de la madre.

El equipo dirigido por Antinori y el médico estadounidense Panos Zavor perfeccionó esta técnica y le cambió el nombre por el de reclonación. En esta nueva versión el proceso de implantación del ADN del padre infértil en el óvulo de la madre se repite hasta tres veces y los embriones clonados son analizados y controlados antes de ser implantados en el útero para evitar futuras malformaciones en el feto. Si el embarazo llega a feliz término el resultado será un niño con las mismas características físicas del padre.

Como si se tratara de un científico loco de los que aparecen en los dibujos animados, el médico italiano anunció que los experimentos comenzarán en noviembre y que nada ni nadie podrá detenerlo en su titánica aventura que, de ser efectiva, ayudaría a 75 millones de hombres estériles en el mundo. Para lograrlo tiene a su disposición dos completos laboratorios cuya ubicación se desconoce (se cree que puede ser un barco que navegue constantemente en aguas internacionales para evitar cualquier clase de restricciones) en donde se espera crear el primer clon humano en cuestión de 18 meses.

Como garantía de la eficacia de su método Antinori cuenta con el respaldo de su experiencia en el campo de la fecundación in vitro ya que su clínica de fertilidad en Roma fue la que hizo posible que en 1994 una mujer de 62 años quedara embarazada y diera a luz un bebé sano.

Pero este exitoso ejemplo no es suficiente para la comunidad científica, que ve con preocupación la excesiva confianza que manifiesta Antinori frente a un procedimiento que todavía presenta demasiados errores.

Los experimentos realizados en cerdos, ovejas, vacas y ratones demuestran que de cada 100 intentos sólo dos resultan. En los casos restantes los clones crecen desmesuradamente y amenazan con desgarrar el útero de la madre, por lo que la mayoría de los embarazos terminan en aborto. Los que logran sobrevivir al proceso de gestación (menos del 1 por ciento) nacen con severas malformaciones como hígados atrofiados, pulmones subdesarrollados, problemas cardíacos, vasos sanguíneos anormales, diabetes, deficiencias en el sistema inmunológico y mutaciones genéticas. El proceso es tan complicado que la oveja Dolly, el primer mamífero clonado, fue el único que nació sano después de 247 embarazos fallidos y aún se desconoce cuál será su expectativa de vida ya que los clones no suelen vivir muchos años.

Por más que Antinori y su equipo aseguren que tienen todo bajo control es muy difícil prever el comportamiento de las células clonadas y evitar que se presenten malformaciones. Esto ha hecho pensar que si los doctores encuentran algún tipo de problema no tendrán reparo en terminar abruptamente el embarazo. Ante esta posibilidad los grupos antiaborto han sentado su voz de protesta ya que se estaría manipulando la vida humana para crear seres perfectos.

Mientras los científicos se enfrascan en discusiones médicas y los activistas debaten temas éticos y morales las autoridades sanitarias de Italia han decidido tomar al toro por los cuernos y le recordaron a Antinori que sus planes violan la convención del Consejo de Europa, que prohíbe la clonación humana, y que si persiste en sus ideas le revocarán inmediatamente su licencia para ejercer la medicina.

Pero ni las amenazas de la policía ni las advertencias de sus colegas han logrado desanimar al investigador, quien con el pecho henchido de orgullo asegura: “No tengo la intención de hacer hijos que sean copias de los padres sino niños perfectos. Ninguno será un monstruo”.