GÉNERO

A la brava

Un estudio revela que los colombianos son tolerantes con la violencia contra las mujeres. Y lo peor es que también lo son los funcionarios que atienden dichos casos.

16 de octubre de 2010

Desde hace más de medio siglo, las mujeres han ido ganando espacios en la educación, el trabajo y la sociedad. No obstante, los roles de ambos sexos se mantienen intactos en el imaginario de los colombianos, lo que en muchos casos ayuda a justificar y a promover la violencia contra las mujeres. Esta es la principal lectura del Estudio sobre tolerancia social e institucional a la violencia basada en género, auspiciado por el Fondo de las Naciones Unidas, cuyos resultados fueron dados a conocer la semana pasada. "Cuando leí algunas respuestas, me parecía estar oyendo a mis abuelos. Es como si esta encuesta se hubiera hecho en 1935", dice Lucrecia Ramírez, psiquiatra de la Universidad de Antioquia, quien elaboró el resumen ejecutivo.

Lo interesante del estudio es que indagó por qué en Colombia se tolera la violencia de género. Se dividió en dos partes: una encuesta se aplicó a la sociedad en general para conocer la tolerancia social y otra se dirigió a los funcionarios competentes en el tema, lo que permitió analizar la tolerancia institucional.

En el estudio de la tolerancia social en general, realizado entre 1.080 personas de diversas zonas del país, se observa que la gente tiene arraigados los roles tradicionales de género. El 40 por ciento de los encuestados considera que para ser varón hay que ser aguerrido y valiente. Un porcentaje igual de ellos admite que le daría vergüenza salir corriendo de una pelea. También es preocupante que 76 por ciento de la muestra considere que cuando los hombres están bravos es mejor no provocarlos. "Todo esto indica que ellos no pueden controlar sus impulsos y que su virilidad les hace comportarse de manera violenta", dice Flor María Díaz, coordinadora del programa contra violencia de género de la ONU. A las mujeres todavía se les asocia con cuidar la casa y cocinar para la familia, mientras que el hombre se percibe como el proveedor. El 73 por ciento de los entrevistados no está de acuerdo con que las mujeres que trabajan y ganan su plata puedan hacer lo que quieran, y la idea de mujer pasiva sexualmente se mantiene, pues 39 por ciento de los encuestados piensan que la obligación de las esposas es tener relaciones sexuales con su marido aunque no sientan deseo. También se observó que la sociedad penaliza a la mujer si incumple estos roles, ya que 41 por ciento de la muestra está de acuerdo con que un hombre le diga a la mujer que es inútil, tonta o fea si hace algo malo, y uno de cada 10 hombres respondió que ellas deben aguantar la violencia del marido para mantener unida a su familia. "Si bien la sociedad hoy se organiza de una manera diferente, pues la mujer se educa, trabaja, es autónoma económicamente, en los imaginarios seguimos anclados en el pasado", dice Ramírez.

Pero más graves aún son los resultados de la encuesta entre funcionarios de instituciones como la Procuraduría, la Fiscalía, Medicina Legal, comisarías de familia, Policía Nacional, secretarías y puestos de salud, hospitales y colegios. El 19 por ciento de ellos cree que la mujeres siguen con sus parejas después de ser golpeadas porque les gusta, lo que muestra un desconocimiento de la dinámica de este tipo de violencia. También preocupa que 21 por ciento esté de acuerdo con la idea de que las mujeres que se visten de manera provocativa se exponen a que las violen. En este punto, Medicinal Legal, las personerías y los hospitales reportaron porcentajes mayores al promedio. Otro dato inquietante es que aún el 27 por ciento de los funcionarios considera que si las mujeres conservaran su lugar serían menos agredidas por su pareja, y que 47 por ciento crea que es común que sean violentadas cuando no le hacen caso a su compañero. El 23 por ciento de los funcionarios piensa que la violencia se produce porque los hombres deben hacerse respetar. "Todo esto es gravísimo -señala Silvia Arias, quien hacer parte del equipo técnico del programa-. Justifica al agresor y muestra que el funcionario que las atiende, que debería ser competente en el tema, de entrada tiene barreras para atender el caso".

El otro tema relevante es que 94 por ciento de los funcionarios manifestó que busca que las partes concilien, y 80 por ciento piensa que es más importante la unidad familiar. "Uno no entiende por qué en este tipo de violencia, que es tan grave, la justicia todavía considere viable la conciliación", señala Arias, para quien este tipo de acciones deja el crimen impune y aumenta el riesgo de que la violencia pase otra vez.

Se ha avanzado en muchos temas, pero todavía hay mucho por hacer. Un punto crucial es tomar conciencia de que la violencia contra la mujer es generalizada, y si bien en los estratos 1, 2 y 3 se dan más golpes, en los más altos predomina el acoso psicológico. Quedó claro que hombres y mujeres comparten estos imaginarios, por lo cual todos deberían ser parte de la solución. No obstante, según Díaz, las instituciones que más podrían ayudar a hacer el cambio, que son las educativas y de salud, resultaron ser las que "más apoyan las creencias y actitudes que favorecen negativamente el trabajo para disminuir este flagelo", dice.

Lo importante es que ya se tiene por primera vez una radiografía de esta situación, lo que da una oportunidad al Estado y a las instituciones para trazar políticas que ayuden a gestar ese cambio cultural.
 
 
Tolerancia institucional:
 
Las autoridades no parecen muy sensibles al tema.

31 por ciento cree que el tema sobre violencia contra la mujer tiene más importancia de la que se merece.

47 por ciento cree que las mujeres son agredidas porque no les hacen caso a sus maridos.

80 por ciento cree que es más importante la unidad familiar, y por eso en casos de violencia es mejor conciliar.


Tolerancia social:
 
Los imaginarios que favorecen la violencia contra la mujer son de los años 30.

76 por ciento cree que si el hombre está bravo es mejor no provocarlo.

36 por ciento de los hombres piensa que una buena esposa debe obedecer a su cónyuge así no esté de acuerdo.

41 por ciento está de acuerdo con que el hombre insulte a la mujer si hace algo malo.