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Cada oveja con su pareja

Pese a las quejas de que no hay hombres, un estudio pronostica que las mujeres mayores de 35 sí podrían encontrar con quién casarse.

16 de mayo de 2004

El 2 de junio de 1986 la revista Newsweek traía en su portada un titular que decía 'El matrimonio se derrumba'. El artículo explicaba que una mujer soltera de 30 años y con formación universitaria tenía sólo el 20 por ciento de posibilidades de casarse. A los 35, a esa misma mujer las probabilidades se le disminuían al 5 por ciento y para cuando cumpliera 40 las oportunidades de conseguir pareja eran de apenas 1 por ciento. En otras palabras, después de los 35 años, no importa lo inteligente, simpática y responsable que fuera, era más probable que esta mujer fuera secuestrada por un terrorista a que encontrara marido.

La idea sigue vigente porque esta hipótesis ha sido reciclada en libros, artículos, seminarios y revistas. A partir de cierta edad, si una mujer continúa soltera, siente que debe conseguir marido rápido porque, al igual que el oso de anteojos, los hombres para las de esa edad son una especie en vía de extinción. "Nunca antes en la historia de este planeta había habido tantas mujeres estupendamente elegibles (con buenos trabajos, relaciones sociales, tarjetas de crédito, colecciones de discos compactos, piso propio y carro que no les prestó el padre) y tan poquísimos hombres elegibles", escribe Serena Gray en su nuevo libro ¿Dónde están los hombres?

En la mayoría de los casos la presión la marca el reloj biológico y por ello la edad es un factor determinante para querer casarse. "Uno quiere tener los hijos y disfrutarlos cuando todavía es joven", dice Rosario, una mujer de 35, soltera y con novio. Pero en otros la presión viene de afuera. Padres, hermanos, amigos, colegas empiezan a preguntar después que la joven cumple cierta edad: bueno y ¿ésta cuándo se piensa casar?, o ¿con quién anda?, ¿tiene novio?, ¿quiere que le presente a alguien? "Yo dije en mi casa que no se preocuparan, que a los 37 me casaba, pero que mientras tanto me dejaran tranquila", dice Juliana, una abogada de 35 años, soltera y sin compromiso.

La buena noticia, para tranquilidad de todos, es que esos cálculos de 1986 podrían estar errados. De acuerdo con un reciente artículo del experto en demografía Rodger Doyle, publicado en la revista Scientific American, las conclusiones de Newsweek quedaron grabadas en la mente de toda la sociedad porque encajaban perfectamente en un antiguo estereotipo: que las mujeres que optaban por sacar un diploma universitario luego tenían problemas para encontrar marido, algo que fue cierto para las féminas de finales del siglo XIX. Recientemente, un estudio publicado por Joshua Goldstein y Catherine T. Kenney, sociólogos de la Universidad de Princeton, pronosticó que 97 por ciento de las mujeres blancas universitarias que se encuentran entre 35 y 40 años van a casarse. Esta cifra es muy similar a la que se registró entre 1890 y 1940. "A partir de la mitad del siglo XIX más del 90 por ciento de las mujeres han encontrado marido y no hay razón para creer que esta generación se vaya a desviar de esta norma", afirma Doyle.

La falta de hombres parece ser un mito. Aunque hay más miembros del sexo masculino que salen de circulación porque fallecen en accidentes o, como en el caso de Colombia, mueren por el conflicto armado, "esto no llega a producir un impacto demográfico", dice Gabriel Ojeda, demógrafo de Profamilia. Además el número de homosexuales es igual para mujeres y hombres. Lo que sucede, según Doyle, es que las mujeres -y obviamente también los hombres- están postergando el momento de casarse. Goldstein y Kenney establecen en su investigación que en Estados Unidos la edad promedio en que las mujeres se casan se ha incrementado cuatro años. Y según el Dane esa misma tendencia se observa en Colombia. Aunque no existen estadísticas de nupcialidad en el país, la educación prolonga el inicio de las relaciones sexuales, de las primeras uniones y el matrimonio y de la llegada del primer hijo. "Hay una tendencia muy directa. Mientras más educación tienen más tardan en casarse", explica Ojeda. Goldstein y Kenney también observaron que las mujeres de raza negra sin cartón universitario tenían menos probabilidad de casarse y mayor probabilidad de tener hijos por fuera del matrimonio. La tendencia también se corrobora en Colombia para las mujeres que tienen menos educación.

La demora, sin embargo, puede traer situaciones inquietantes pues la mujer percibe que no hay hombres. Lo que sucede es que a medida que pasa el tiempo el círculo donde se conocen los solteros interesantes se va estrechando. En la universidad, dice Doyle, mujeres y hombres se encuentran fácilmente y con la ayuda de sus compañeras los evalúan para ver si puede ser un buen prospecto. Pero esas oportunidades se van cerrando a medida que postergan el matrimonio. Hay menos gente en la oficina, que es el lugar donde las profesionales pasan más tiempo, y las amigas ya casadas no les presentan solteros porque salen con otras parejas ya establecidas. Esto lleva a pensar que encontrar un soltero es como buscar una aguja en un pajar. "Cuando conozco a alguien soltero de mi edad es como si encontrara un tesoro", dice otra soltera de 30 y pico. Pero hombres, de que los hay los hay. "De pronto no consiguen de su misma generación pero sí mayores o, por qué no, menores", dice una funcionaria del Dane.

La situación ha cambiado. Hace cuatro décadas comer pavo era una vergüenza y una mujer de más de 18 años que no estuviera casada automáticamente se convertía en la típica solterona porque las parejas contraían matrimonio entre los 15 y los 18. Hoy a los 30 pueden estar un poco preocupadas pero difícilmente están para vestir santos. El mito de que los hombres le tenían miedo a una mujer inteligente se ha derrumbado. "Si eso fue verdad algún día ahora es menos cierto", dijo Goldstein en entrevista al periódico USAToday.

La sicóloga Nelly Rojas considera este asunto un problema de actitud. Hay mujeres que están muy ansiosas por conseguir una relación y otras que son muy seguras, profesionales, viajadas, dedicadas a su trabajo. "A las primeras les cuesta más encontrar una pareja que a las otras". En su consulta la sicóloga ve separadas y viudas de todas las edades con relaciones que ella denomina "marinoviazgo", en las que hay cierto compromiso pero cada cual vive en su propia casa. "Tienen lo mejor de dos mundos". dice.

"El mensaje para las mujeres es que estén tranquilas, que trabajen y estudien y se preparen que igual van a conseguir su marido", dice Ojeda. La gran ventaja de que las mujeres y los hombres estudien y trabajen antes de casarse es para los hijos, quienes se benefician de tener padres preparados y de crecer dentro de una familia más estable.