CADENA DE ERRORES

Cada persona lleva cuatro taras genéticas más aquellas heredadas de las generaciones <BR>pasadas.

1 de marzo de 1999

Para ningún científico es un secreto que a través del ADN, esa información genética que
define a cada ser humano, los padres pasan a sus hijos no solo los rasgos físicos sino también sus taras. Lo
que desconocían hasta ahora era la cantidad de esas fallas. Dos investigadores británicos, Adam
Eyre-Walker, de la Universidad de Sussex, y Peter Keightley, de la Universidad de Edimburgo, se
dedicaron a estudiar el asunto y encontraron que cada persona recibe cuatro defectos de sus progenitores
además de los que ha acumulado por generaciones. Cuatro errores dentro de 100 millones de unidades que
contiene una espiral de ADN puede no ser mucho. Pero para los científicos este índice es más alto de lo
esperado. La mayoría de las mutaciones son imperceptibles: probablemente una tendencia a los dolores de
cabeza o una ligera propensión a desarrollar una enfermedad determinada. Aunque son raramente fatales la
mayoría de ellas reducen la probabilidad de sobrevivir o engendrar hijos. En promedio, cerca de 1,6 de ellas
son suficientemente malas, al punto que la evolución y la selección natural terminan por descartarlas. Es
muy raro que una mutación sea benéfica, por ejemplo, que se adquiera mejor resistencia a enfermedades o
mayor inteligencia, aunque aquellas menos frecuentes son las que llevan la evolución hacia nuevos caminos.
La pregunta que todos se hacen es: con todas estas malas mutaciones que se acumulan de generación en
generación, ¿por qué la humanidad no ha sufrido un colapso genético? Los investigadores, que publicaron su
hallazgo en la más reciente edición de la revista Nature, aún no tienen una respuesta concreta pero intuyen
que la alta tasa de mutaciones apoya la teoría de por qué la evolución favorece la reproducción sexual. Si
se mezcla el código genético de dos individuos, con suerte, algunos heredarán pocas de las malas
mutaciones mientras que otros recibirán más de las que deben de acuerdo con las leyes de las
probabilidades. Aquellos que tienen mala suerte genéticamente están más predispuestos a tener
problemas para reproducirse. "La reproducción sexual permite a la población deshacerse de las mutaciones
más en grupos que de una en una.", dice Eyre-Walker. La tecnología moderna y la medicina tienen un mayor
efecto sobre las mutaciones ahora que en el pasado. Por ejemplo, una persona que no ve de lejos puede
sobrevivir con sus anteojos y ahora pasa esos genes de tener malos ojos a las futuras generaciones. La
selección natural en este caso ya no mata a los miopes. "Nuestro genoma se degenera en cierto sentido,
dice Eyre -Walker. No es un problema ahora, obviamente, pero yo esperaría que en el futuro a largo plazo, es
decir en 1.000 años, estos cambios marquen una diferencia". Después de todo los hombres son mutantes, o
como lo dirían estos investigadores, una acumulación de errores.