Cameron Diaz protagonizó "La decisión más difícil", una de las múltiples miradas que ha hecho Hollywood del cáncer.

SALUD

El cáncer no es de película

Muchas producciones cinematográficas muestran el drama de pacientes con tumores. Pero con frecuencia, estos relatos caen en los estereotipos y se alejan de la realidad.

13 de abril de 2016

Cáncer es una palabra que atemoriza a las personas. Esto no solo se debe a que es una enfermedad con un alto índice de mortalidad en el mundo, sino a que los medios de comunicación generalmente la muestran con tintes fatalistas. El cine no ha sido la excepción.

Aunque en estas tramas cada vez se abordan más los aspectos relevantes del tratamiento, rara vez se ve la supervivencia como una posibilidad. En las producciones de Hollywood, uno de los mayores estereotipos es que los pacientes con cáncer que están en tratamiento vomitan, se les cae el cabello y les da diarrea, y pasan horas en la aplicación de la quimioterapia.

Si bien esto ocurre a veces, no es igual en todos los casos, pues todo depende del tipo de cáncer, pero en las películas esto no suele especificarse. Así lo reveló un estudio realizado por un grupo de oncólogos, psicólogos y filósofos italianos que revisaron 75 películas de distintas épocas en las que al menos uno de los protagonistas tenía cáncer, así la enfermedad no fuera el tema central de la historia. Del total, en 21 de los casos no se especificaba el tipo de tumor. Además, en el 63 por ciento de los casos el personaje con la enfermedad moría.

“Este patrón está tan fuertemente estandarizado que persiste a pesar del progreso real que se ha logrado en los tratamientos”, afirma Luciano de Fiore, de la Universidad de Roma, quien lideró la investigación. Este trabajo fue presentado en Viena durante el congreso de la Sociedad Europea de Medicina Oncológica (ESMO, por sus siglas en inglés) y llamó la atención sobre el manejo que se le ha dado al cáncer en el mundo del séptimo arte.

El estudio además reveló que los cánceres más frecuentes que se ven en la pantalla grande son el linfoma, la leucemia y los del cerebro. Además, suelen aparecer más enfermos jóvenes que mayores. Uno de los ejemplos más emblemáticos es Love Story (1970), una historia de amor que conmovió al mundo porque ilustra la tragedia que viven Oliver y Jennifer al descubrir que ella padece de leucemia aguda.

Dos ejemplos recientes son Now is Good (2012), cinta en la que la protagonista Tessa padece de leucemia terminal y elabora una lista de cosas que quiere hacer antes de morir, y The Fault in Our Stars (2014), producción en la que una adolescente con cáncer terminal de tiroides y metástasis en pulmones conoce a Gus, que se curó un cáncer de huesos pero tuvo que perder una pierna para lograrlo. 

La más galardonada ha sido Terms of Endearment (1983), cinta que cubre la vida de Aurora (protagonizada por Shirley MacLaine) y su hija Emma, quien es diagnosticada con un cáncer terminal. La cinta recibió cinco premios Oscar, incluido el de mejor película. 

Según Haroldo Estrada, docente de oncología y bioética en la Universidad de Cartagena y director del Cine Club de la Facultad de Medicina de la misma universidad, la epidemiología del cáncer no es igual a la que se ve en las películas. Es decir que se muestra más a personajes con tumores que no son tan frecuentes pero sí mortales. “Hay pocas cintas donde haya un paciente con cáncer de próstata o de mama porque no es tan letal. Esto obedece a que es mucho más útil en términos dramáticos que el protagonista esté al borde de la muerte”, señaló Estrada.  

El cine, sin embargo, ha mejorado la forma en que presenta el desarrollo de la investigación oncológica. El estudio de la ESMO señala que los síntomas, las pruebas diagnósticas y los tratamientos tienden a estar basados en la vida real. De igual forma hay cintas que sirven para la reflexión y enriquecen el debate, como por ejemplo The Doctor (1991), que muestra las vicisitudes del proceso de oncología, o The Rainmaker (1997), donde se trata el tema de las implicaciones económicas de los tratamientos.

De tal forma que el cine, dicen los científicos, es también una herramienta valiosa para que los especialistas tengan mejor conocimiento de la relación entre el paciente y el médico, y que el público tome conciencia sobre el cáncer.

De hecho, varios oncólogos han comenzado a investigar sobre la relación entre la medicina y el cine no solo para evaluar cómo se retrata el cáncer sino para generar debates bioéticos y educar. “Yo uso fragmentos de películas para explicar de forma más lúdica a los estudiantes acerca del cáncer y los debates éticos que pueden surgir en el tratamiento de la enfermedad. Así mis clases son más entretenidas y ayudan a sensibilizar a los futuros oncólogos”, concluye Estrada.