Caprichos peligrosos

La cirugía estética es segura pero hay que tomar precauciones para minimizar los riesgos. La verdad sobre los peligros de estos procedimientos.

29 de mayo de 2000

El doctor Ricardo Galán, medico especializado en cirugía plástica, ha podido constatar cómo en los últimos años sus pacientes se han incrementado en un 50 por ciento. Y a diferencia de otras épocas, en que las mujeres que buscaban este tipo de especialidades provenían de las clases más altas y adineradas, hoy en su consulta hay mujeres de todos los estratos, desde secretarias o auxiliares de enfermería hasta amas de casa y jóvenes profesionales. “La mayoría vienen, preguntan cuánto valen las cirugías y van ahorrando hasta completar la plata. En otros casos piden las cesantías, un préstamo o lo cargan a la tarjeta de crédito”, dice Galán. Muchas de ellas ya han pasado por el quirófano. Por lo general cuando se han arreglado algún ‘defecto’ han vuelto para que les corrijan otra cosa. “Primero van por los senos, luego por la barriga, después son las arrugas”, dice. Un caso típico es el de María Gabriela Ortiz, una ejecutiva de 26 años especializada en finanzas. Siempre había estado inconforme con su cuerpo: “No tenía cola ni cintura y estaba llena de llan-ticas”. Sólo después de terminar su carrera universitaria tomó la decisión de someterse al bisturí . Mediante la lipoescultura, un procedimiento que consiste en sacar grasa de ciertas áreas del cuerpo y colocarla en donde se necesite, a esta joven le disminuyeron el abdomen, la papada y ciertos gordos de la espalda y el exceso de grasa se lo colocaron en el derriére. Después de la cirugía María Gabriela no sólo percibió el cambio en su cuerpo sino en su personalidad. “Me sentía más segura de mí, más satisfecha, más feliz. Me di cuenta de que la gente me trataba de manera diferente”. Aunque quedó con medidas de reina, dos años después decidió someterse a otra cirugía para hacerse un retoque. Esta vez el médico trabajó sobre sus brazos y piernas y le dio mayor volumen a los glúteos. “Hoy estoy satisfecha en un ciento por ciento pero me volveré a hacer otra cirugía plástica cuando la necesite”, dice. Como María Gabriela hay muchas mujeres que, con la premisa de que lo más importante es la imagen, recurren a estos procesos para hacerle arreglos locativos a su cuerpo como si fuera un asunto rutinario. El aumento de la demanda es indiscutible aunque no se ha podido establecer oficialmente pues no existen estadísticas que cuantifiquen todos los procesos de cirugía plástica realizados en el país. Pero, para tener una idea, en sólo una clínica donde se atienden todo tipo de casos, como lo es La Carolina, en Bogotá, hay entre tres y cuatro cirugías plásticas diarias, es decir, más de 100 al mes. El boom de la cirugía plástica se debe en parte a que estos procedimientos son hoy más seguros, menos incapacitantes y tienen mejores resultados que antes. Pero también se originan en el hecho de que ha aumentado la oferta de médicos para esta especialidad, lo cual ha abaratado los costos. Según Galán, ésta se volvió muy interesante para muchos médicos a raíz de la ley 100, pues al no estar cubierta dentro del plan básico de salud los pacientes deben pagar de su bolsillo el costo completo de la operación. “Muchos médicos generales o de otras especialidades hicieron cursos, luego volvieron y ahora viven de esto, aunque no son especialistas”, dice. Esa proliferación de centros de cirugía estética y de cirujanos que con un curso ingresan en esta actividad ha generado una gran preocupación por la seguridad de estas prácticas. En enero pasado, una semana después de que la revista de la Asociación Americana de Cirugía Plástica y Reconstructiva hablara sobre el riesgo de muerte por liposucción, dos hermanas fallecieron en Neiva mientras se les practicaba este procedimiento. El miedo empezó a expandirse en la sociedad y los médicos a preocuparse por la situación. Siempre hay riesgo Después de consultar a varios médicos SEMANA pudo establecer que la cirugía plástica en general es segura si se hace con los debidos cuidados, es decir, con una buena historia clínica, exámenes de preanestesia y en un lugar adecuado para estos procedimientos. El índice de mortalidad se calcula en uno en 100.000. “El riesgo es incluso menor que el de otras cirugías porque en este caso se está tratando a personas sanas”, afirma John Sanabria, médico cirujano plástico y ex presidente de la asociación colombiana de esta especialidad. A pesar de que estos índices son tan bajos no se puede garantizar el riesgo cero, pues todo acto quirúrgico supone complicaciones eventuales que muchas veces no se pueden prevenir. Pero un capítulo aparte merece la liposucción, uno de los procedimientos de la especialidad más populares en el momento. Sólo en Bogotá, entre 1995 y 2000, han muerto ocho personas a causa de esta cirugía. “Desafortunadamente no se sabe el riesgo real porque no se conoce cuántas se han hecho en el mismo período y muchos casos no llegan a conocimiento de las autoridades”, dice Pedro Morales, médico patólogo del Instituto de Medicina Legal. No obstante se puede afirmar que cuando se hace para lo que está indicada, es decir, para quitar la grasa localizada que ha sido rebelde a las dietas, los riesgos de complicación y muerte son iguales que a los de cualquier otra cirugía plástica. Pese a los casos fatales los médicos entrevistados no piensan que se pueda culpar al procedimiento sino a la forma como se está efectuando. “Lo hacen en sitios no adecuados, de pronto capacitados para la cirugía pero no para atender complicaciones”, dice Morales. Además afirma que lo ofrecen como tratamiento para la obesidad y muchas veces lo practica personal que no está calificado para hacerlo. “En ciertos casos de muertos por liposucción están involucrados médicos que no tenían certificación como cirujanos plásticos”, dice Morales. Según Jorge Eduardo Aristizábal, cirujano plástico de la Fundación Santa Fe, la liposucción se ha popularizado entre los médicos porque aparentemente se ve como algo inocuo y muy fácil de hacer. Con un simple curso, no con un entrenamiento formal, muchos se lanzan a ofrecer este procedimiento. En casos extremos, como lo afirma Sanabria, los cursos son organizados por los vendedores de los equipos y con una asistencia mínima de una mañana dan certificación a todos para hacer la cirugía. “Yo he escuchado frases de vendedores que me dicen: ‘Cómprelo doctor que por un lado chupa grasa y por el otro bota billete”, dice Sanabria. Según Morales la liposucción, como todo procedimiento, tiene sus propios riesgos. En el caso de la liposucción se originan cuando se extraen grandes volúmenes de grasa, se hacen perforaciones en la cavidad abdominal o torácica que provocan infección o a un inadecuado manejo del reemplazo de los líquidos y sangre perdidos durante la cirugía. Otra complicación es el tromboembolismo pulmonar, que sucede cuando llega grasa a este órgano o a la sangre. Morales aconseja a los potenciales pacientes que, por encima de mirar las más grandes tecnologías, se fijen en la experiencia y destreza del cirujano. Bellos pero insatisfechos Las muertes que se han producido durante cirugías de liposucción han cautivado la atención del público porque por lo general sus víctimas son mujeres jóvenes y sanas que sólo soñaban con tener una mejor figura. Lo que sí pasa inadvertido son los innumerables casos de pacientes insatisfechos con el resultado de la cirugía plástica y otros procedimientos estéticos. Aristizábal afirma que el 5 por ciento de los casos de cirugía de nariz requieren un segundo retoque. Muchas veces estos conflictos se resuelven en el consultorio del médico pero cuando los casos son muy graves pasan a convertirse en una denuncia formal. Según el Tribunal Nacional de Etica Medica, hasta 1997 había en los tribunales seccionales 106 casos correspondientes a demandas por cirugía plástica. Según Luis Hans Uribe, coordinador de la unidad 1 de Lesiones Personales de la Fiscalía, se han incrementado las denuncias por presuntas fallas en la actividad médica en procesos estéticos. Un caso que investiga es el de una esteticista que suministró ácidos para limpiar el rostro de una paciente. En lugar del resultado esperado la paciente salió del centro con la cara quemada y con graves secuelas sicológicas. De acuerdo con Uribe, quienes efectúan los procedimientos que se demandan no son médicos, no están especializados en el área de la cirugía o han sido entrenados por fuera del país. No obstante, vale la pena aclarar que en 99 por ciento de los casos no se encuentra falla en la prestación del servicio médico. Y cuando se encuentra responsabilidad el médico prefiere conciliar y ofrecer dinero a la demandante para que su hoja de vida se mantenga sin antecedentes . El problema de la insatisfacción, según los médicos consultados, es que muchas personas van a donde el especialista con expectativas poco reales. “Personas que tienen rasgos negroides pero quieren la cara de Brooke Shields, dice Aristizábal. En muchos casos caen en manos de médicos que les alimentan esas falsas expectativas”. Nadie obra de mala fe pero no se puede desconocer que a algunos médicos que ofrecen ciertos tratamientos les falta idoneidad para realizarlos. En esta carrera por alcanzar la perfección la decisión está en manos del propio paciente, quien antes de someter su cuerpo al bisturí que lo esculpirá de acuerdo con los patrones de la moda deberá considerar los riesgos para que en esa búsqueda de la belleza no se interponga la fatalidad.