Relaciones de pareja

Casados de 9 a 5

No son novios ni amantes, pero parecen un matrimonio. Son los esposos de oficina, un fenómeno cada vez más común en las empresas. ¿Cómo son estas relaciones?

6 de mayo de 2006

Paula e Iván hacen una linda pareja. Siempre se les ve juntos, hablando y riéndose. Ella le conoce sus gustos secretos, por ejemplo, que quisiera tener los zapatos Converse más especiales del mundo. Él sabe el escondite de la oficina en donde ella celosamente guarda los fósforos. Ambos usan la misma marca de crema dental. "Es amor, dice Paula. Uno se va de vacaciones en diciembre y siente que esa persona le hace mucha falta".

Pero no son novios ni están casados. Paula tiene una pareja estable, e Iván, muchas admiradoras. Sin embargo, en el trabajo caen en la categoría perfecta de esposos de oficina. Con este término se conoce al compañero del sexo opuesto al que un trabajador acude para confiarle sus asuntos personales, ya sea quejarse del jefe, de la mujer o pedirle consejo sobre qué hacer con el hijo.

El término fue acuñado hace unos años por David Owen en un artículo publicado en la revista Atlantic, donde el escritor describe las particulares relaciones de intimidad que afloran a menudo entre colegas en los corredores y las cafeterías del trabajo. No son propiamente romances ni hay relaciones sexuales de por medio. Sin embargo, tienen otras características que las hacen parecer a un matrimonio. Los esposos del trabajo almuerzan juntos, salen de la oficina a la misma hora, cada uno conoce algún secreto del otro, sienten celos de las amigas de su compañero y pelean por nimiedades. "Si usted es un hombre, como yo, su esposa del trabajo sería la mujer que le dice en el corredor antes de una gran reunión que tiene crema de afeitar detrás de las orejas, o que le cuenta cosas acerca de ella que el otro esposo (el de la casa) no le gustaría que usted supiera", afirma Owen. Se rumora que la de George Bush en la casa Blanca era Condoleezza Rice.

Para el escritor, la esposa o esposo del trabajo puede ser incluso una versión mejorada del cónyuge: no da lata y está siempre impecable. "No le va a preguntar por qué no dejó los platos en la lavadora en lugar de dejarlos tirados en el mesón -¡ella no sabe que usted lo hace!"-. Javier García, un arquitecto que conoce de cerca estas relaciones, les encuentra otras ventajas. "En el trabajo se pueden tener varias esposas, incluso un harén", dice. Pero hay que tener cuidado, pues a ellas también hay que cortejarlas. Lo principal, dice, es la llegada. Si no las saluda bien y les hace el consabido halago mañanero (qué bonita estás), se sienten y empiezan a preguntarle por qué está tan raro. "Es una relación exactamente igual a la de un matrimonio, con las mismas mañas, rutinas, peleas y celos". Lo único que queda por fuera son las relaciones sexuales.

Javier dice que la sexualidad se sublima con otras cosas. Una de ellas es el chisme. "Ese es el momento de entrega total, dice. Si uno le cuenta un chisme a otra persona antes de contárselo a la esposa de la oficina, ese acto puede ser considerado como traición o infidelidad".

Los expertos aseguran que estos matrimonios surgen porque la gente pasa mucho más tiempo en la oficina que en la casa, lo cual hace que tengan más en común con sus colegas que con la verdadera pareja. En algunos casos hay una empatía especial, y en otros, admiración por el trabajo del colega. Es como una gran familia y por eso no se descarta que se establezcan otro tipo de relaciones: de padre a hijo, de hermanos, de vecindad. También es posible tener un esposo de oficina gay. Karen Keller, del Philadelphia Inquirer, quien escribió sobre el tema recientemente, afirmó a SEMANA que "el esposo heterosexual pide ayuda a su esposa del trabajo para organizar la fiesta de cumpleaños de su señora; el esposo gay de la oficina es quien me acompaña a comprar ropa a la hora del almuerzo".

A pesar de los rumores de romance, en el caso de María Camila y Sebastián, dos colegas que trabajan en la misma empresa, hay un cariño profundo. Ella tiene novio, pero esto no es un impedimento para que ambos almuercen juntos, incluso en los fines de semana, o para que él la recoja todos los días y vivan pendientes el uno del otro. Si ella tiene gripa, él sale a comprarle un remedio. "La pasamos rico juntos y me siento protegida por él". Los celos en esta relación no han sido un problema. "Yo lo molesto cuando lo veo con otra mujer de la oficina. Le digo: 'me está cambiando por fulana de tal'".

Tom Prince, un redactor de la revista GQ, define a la esposa del trabajo como la persona que se le puede presentar a la mujer. Aunque, lo acepta, muchas de estas parejas terminan flirteando más de la cuenta, o enamorados. Por eso, hay quienes ven con malos ojos estas relaciones, si no se ponen ciertos límites. La terapeuta Camila Salgado considera que se pueden catalogar como infidelidad. Muchos sienten que al no tener relaciones sexuales no están haciendo nada malo. Pero la fórmula 'Amar pero no tocar' tiene más riesgos que la infidelidad propiamente dicha, pues implica abrirle el alma a otra persona diferente al marido o a la esposa. "Es una infidelidad emocional, pues el otro se vuelve el confidente, el especial. Hay una exclusión emocional de la pareja formal", afirma.

La siquiatra Juliana Villate considera estas relaciones útiles en ciertos casos: cuando hay un matrimonio deteriorado del cual la persona no se puede salir por cualquier motivo, una relación emocional ayuda a mejorar la autoestima. "Pero si el matrimonio es bueno, es mejor no jugar con fuego", dice.

A pesar de las advertencias, la idea de tener un esposo o una esposa en la oficina es precisamente no llegar a enamorarse. "Lo peor que le puede pasar a uno es cruzar la línea, dice Paula. Es chévere precisamente por lo que es. Si fuera un romance, perdería su sentido", agrega. Los sicólogos organizacionales observan que estas relaciones regulan el estado de ánimo de los trabajadores, aunque no faltan los problemas. "Uno se cansa, dice Gerardo, porque a veces hay mucho trabajo y mi compañera se queda ahí horas y horas". Paula piensa que los celos son el mayor problema. "A veces le hago numeritos fuera de la oficina por un comentario. Contesto como pareja y no como colega".

Pese a esto, muchos lo ven como una relación perfecta, aun más en estos tiempos, pues "es la manera de tener algo sin ningún compromiso", dice Paula. Para Javier, este es un intermedio sano que evita situaciones complicadas como un affaire, lo cual sería más grave para su relación afectiva formal. Además, se pueden tener varios al mismo tiempo y "cuando una de esas relaciones no funciona, simplemente se busca a otro esposo", dice Keller. Fácil, sin divorcio, sin división de bienes, sin abogados.