TECNOLOGÍA

Científicos y abogados estudian los robots caseros

Eric Horvitz ilustra el dilema potencial de convivir con robots cuando recuerda cómo se quedó una vez atascado en un ascensor en el Hospital de Stanford con un androide del tamaño de un lavarropas.

Brooke Donald
5 de diciembre de 2009

"Recuerdo haber pensado 'Oh, esto es de miedo', mientras el robot daba vueltas, casi volteándome", contó el investigador de Microsoft. "Después pensé: '¿Qué pasaría si yo fuese un paciente?' En ese caso podrían presentarse problemas".
 
Todavía estamos lejos del sueño de ciencia ficción de tener robots dando vueltas y atendiendo todas nuestras necesidades. Pero en la próxima década, iremos compartiendo cada vez más nuestro espacio con los robots a medida que los precios bajen y la nueva tecnología cree máquinas especializadas que limpien la leche volcada o hagan compañía a un anciano.
 
Ahora los científicos y expertos legales están explorando los efectos probables. ¿Qué pasa si un robot te aplasta el pie, empuja a tu gato de una cornisa o golpea a tu bebé? Si bien los expertos no prevén un ataque de una banda de Terminators ni una computadora que asuma el control como en la película "2001: Odisea del espacio", aun los robots más sencillos y benignos tendrán consecuencias legales, sociales y éticas.
 
"A medida que dependemos cada vez más de sistemas automatizados, debemos pensar en las implicaciones. Es parte de ser un científico responsable", dijo Horvith.
 
Horvith organizó este año un grupo de científicos cuando era presidente de la Asociación para el Progreso de la Inteligencia Artificial (AAAI) y les pidió que explorasen el futuro de la interacción entre humanos y robots. El año próximo se debe entregar un informe de sus discusiones.
 
Durante años, los robots se han usado fuera del hogar. Detectan bombas en el campo de batalla, construyen automóviles en fábricas y entregan suministros y visitan pacientes en hospitales.
 
Pero los últimos años han visto el aumento de los robots caseros. Principalmente son usados para tareas como aspirar el polvo. También hay robots que cortan el césped, limpian cañerías, operan sistemas de seguridad y alarmas de relojes. Hay juguetes robóticos para entretenimiento, como el Furby. Los compañeros robóticos como "Paro, la foca" acompañan a los ancianos. Para el 2015, las ventas de robots en Estados Unidos superarán los 5.000 millones de dólares, cuadruplicando con creces la cifra actual, según ABI Research.
 
A medida que dichos robots se vayan tornando más sofisticados, podrían complicar los dilemas relacionados con la responsabilidad sobre los productos. Ryan Calo, investigador del Centro de Internet y la Sociedad de Stanford, destacó en un reciente panel de discusión en la escuela de derecho de esa universidad que el fabricante original no siempre podría ser responsabilizado si pasara algo malo con un robot.
 
Ronald Arkin enseña un curso sobre robots y sociedad en Georgia Tech y dirige el Laboratorio de Robots Móviles. Su libro más reciente se titula "El control del comportamiento letal en robots autónomos".
 
"La ética tiene que hacerse parte de los sistemas", afirmó. "No es sólo fabricar un sistema que ayude a alguien. Es producir un sistema que interactúe con alguien de modo que respete su dignidad".