Foto: archivo particular.

TURISMO

Ciudad de Panamá: metrópoli y paraíso tropical

En pocos minutos puede pasar de la Panamá vieja y colonial a la Panamá moderna, con complejos hoteleros deslumbrantes.

3 de abril de 2014

El auge de Panamá como destino turístico cada día va en aumento y no es para menos, pues debido a su geografía, se puede pasar de Ciudad de Panamá (Océano Pacífico) a Colón (Océano Atlántico) en menos de dos horas por vía terrestre. Fue precisamente esa extraordinaria cercanía la que hace más de 500 años dejó atónito a Vasco Núñez de Balboa, quien después de pisar tierra en el Caribe logró divisar el Pacífico.


En el istmo confluyen las playas, la selva e infraestructuras gigantes, que hacen por ejemplo, que Punta Pacífica en Ciudad de Panamá sea considerada como una “mini-Miami”.

Cada día que pasa aumenta la inversión, y es que su crecimiento económico, promediado en 7,5 % en los últimos 10 años ha logrado consolidar un desarrollo urbanístico consistente que se une a su estrategia logística como centro de conexiones aéreas y marítimas; lo que le da a Panamá enormes ventajas como destino turístico y comercial en la región.

Vista de Ciudad de Panamá

Una vez se llega a Ciudad de Panamá es casi imposible contar brevemente el número de rascacielos que adornan lo que los habitantes llaman “la Panamá moderna”, y más difícil aún es enumerar todas las construcciones que se llevan a cabo, “por cada construcción que finaliza, se empiezan mínimo cinco”, afirman los guías turísticos.

A solo 20 minutos del aeropuerto internacional de Tocumen se encuentra el Megapolis Complex, que cuenta con dos de los hoteles más deslumbrantes de Panamá: Hard Rock Hotel y Radisson Decápolis.

El olor a mar, el sol intenso y el calor típico de una ciudad costera, hacen que sin importar si se está de paso o por negocios, se sienta un ambiente de tranquilidad y descanso, que se maximiza cuando la intensa brisa golpea la ciudad.

Descanso y negocios

Radisson Decápolis es sinónimo de elegancia y negocios, es el lugar perfecto para hacer reuniones de trabajo y su ambiente tranquilo hace que una junta directiva sea menos tediosa de lo que suele ser.

Fue diseñado para complacer a turistas y viajeros corporativos que buscan tecnología, comodidad y calidad en el servicio. El hotel cuenta con 29 pisos y 240 habitaciones con vistas al mar o a la ciudad. 

Ir a la piscina del cuarto piso es toda una experiencia, pues mientras se sumerge en el agua, los vidrios en el fondo de la piscina permiten observar a quienes comen en el restaurante ‘Fusion’, asimismo, con solo mirar al techo, los comensales pueden saludar a los bañistas.


La piscina permite ver el ambiente que se vive en el restaurante.


Además del Fusion, Decápolis cuenta con el mejor sushi de la ciudad en ‘Sushi Bar’ y el camaleónico Martini Bar, un lugar relajante durante el día y un moderno ‘lounge’ con deliciosos martinis y música ‘chillout’ en la noche.

No en vano, todas estas maravillas lo hicieron acreedor al premio Traveler’s Choice 2013, entregado por Tripadvisor, la mayor web de viajes del mundo, que proporciona consejos fiables de viajeros reales donde los sitios con la marca TripAdvisor conforman la mayor comunidad de servicios de viajes del mundo, gracias a sus más de 260 millones de visitantes únicos al mes y más de 150 millones de opiniones y comentarios sobre más de 2,7 millones de alojamientos, restaurantes y lugares de interés.

Una de las habitaciones del hotel. Los indígenas y simbolismos de las culturas precolombinas están presentes en la decoración.

Radisson Decápolis se conecta con el centro comercial Multicentro Mall, el Casino Majestic y el despampanante Hard Rock Hotel, donde la experiencia se transforma y pasa a un nivel de energía inimaginado.

La fiesta no para

Basta con ver la fachada para darse cuenta que el Hard Rock es imponente y basta con asomarse a la puerta principal para querer entrar y descubrir una por una todas las sorpresas que esconde por dentro. 

Fachada del Hard Rock Hotel

Con solo llegar al lobby el huésped queda anonadado. El Hard Rock es juvenil, al igual que la mayoría de sus empleados. El estilo fresco y descomplicado de este gigante moderno, no impide que fluyan la atención y el respeto de un hotel esmerado en excelencia en el servicio.

Saludar al recepcionista es como hablar con un amigo de toda la vida y las luces y decoración están pensadas para no sentir la pena o timidez de preguntar, o tan solo acercarse, y que ocurre en ciertos hoteles de lujo. Alrededor, como si se trataran de cuadros cualesquiera, se pueden apreciar los vestidos de Shakira, Jennifer López, Rihanna y Madonna, junto a un 'sencillo' carro rosado que U2 utilizó en uno de sus conciertos.

En cada rincón del hotel se ve, se respira y se escucha música y fama. Pensar en subir las escaleras es imposible, a no ser que se tenga la resistencia física de llegar al último piso, el número 62. También, habría que armarse de una paciencia infinita si se quisiera dar un rápido recorrido por cada uno de los 1468 cuartos del Hard Rock.

Al llegar a la habitación esperan una cama gigante, un baño enorme y un televisor que abarca casi toda una pared -videos musicales esperan al encenderlo- , además de un balcón que detrás de sus cortinas esconde la vista del mar a un lado y de una metrópoli moderna al otro.

Hard Rock Hotel cuenta con cuatro restaurantes. En ‘Bazaar’, ubicado en el piso 12 se puede disfrutar de comida estilo buffet, ‘Ciao’ es un restaurante casual de tapas y pizzas. ‘Soy’ es un restaurante de fusión oriental con los sabores más deliciosos de la región de Asia del Pacífico, con un diseño interior inspirado en el anime japonés, colores brillantes y acabados reflectivos. Finalmente, en 'Tauro' se encuentran los mejores cortes de carnes en una experiencia íntima evocando a los clubes del París de antaño. 



La piscina infinita con vista a la ciudad y las zonas de descanso donde se puede disfrutar de infinidad de cocteles y cervezas, son perfectas para relajarse mientras se escucha la música que no para de día ni de noche. Al sumergirse en la piscina se llevará una gran sorpresa al darse cuenta que mientras nada debajo del agua, puede escuchar perfectamente la canción que está sonando en el exterior y que una vez vuelva a su habitación lo esperan una levantadora, unos chocolates y el televisor encendido con la mejor música del Hard Rock.

Cada piso del hotel está dedicado a un artista y para pasar la noche puede optar por visitar la discoteca Bling -una de las más grandes de Centroamerica- con una decoración despampanante y espacio para cerca de 800 personas, o literalmente pasarla por todo lo alto en Blits, ubicada en el último piso y con una vista panorámica de 360 grados de la ciudad.

Piscina infinita.

Eternos días de sol

Pero si se quiere playa, bordeando el Pacífico, a dos horas de la capital se encuentra el Royal Decameron Beach Resort, el cual al encontrarse en un “arco seco” ofrece la mayor cantidad de días de sol al año.

El Royal Decameron es perfecto para quienes desean descansar y es un complejo campestre que cuenta con 852 habitaciones de estilo tropical, extensas áreas verdes, nueve psicinas para adultos y niños y ocho restaurantes de especialidades: tailandesa, japonesa, Steak house, italiana, mediterránea, mariscos, Fusión gourmet, La pesca del día y dos restaurantes buffet nocturnos temáticos.

Mientras se toma el sol en la playa, siempre habrá un bar cerca. Para un plan más familiar, el hotel cuenta con unas casas conocidas como villas, que tienen sala y cocina privadas.

Las playas del Royal Decameron Panamá.

Estas son solo tres opciones para disfrutar Panamá en el Pacífico, ya que en el Caribe se encuentran Bocas del Toro y las Islas de San Blas, otros paraísos tropicales que hacen de Panamá un destino turístico mundial.

Sin embargo, Panamá es mucho más que pintorescos sitios para visitar. Su epopeya histórica y geológica legó un país de contrastes, donde en cuestión de horas se puede atravesar desiertos y valles, sumergirse en bosques vírgenes y mares de colores intensos. Lo que faltará es tiempo, porque con solo visitar los monumentos históricos y las esclusas del Canal, se puede admirar una saga épica de cinco siglos sin salir de la ciudad capital.