Televisión

Ciudad triple X

Un nuevo programa rompe los pocos tabues sexuales que quedaban en Colombia

31 de octubre de 2004

Samantha, un travesti de 1,85 de estatura y 28 años, habla sobre sus dos trabajos: el de prostituta en el barrio Santa Fe y el de activista en una fundación para concientizar a sus colegas sobre los peligros de esta profesión. Alexandra es una bailarina que trabaja haciendo striptease en un bar. Mientras se viste de policía para el espectáculo aprovecha la oportunidad de salir en televisión para quejarse de los clientes que luego de cada función le proponen llevársela a la cama por dinero. "No soy una trabajadora sexual. Soy una bailarina", enfatiza ante la cámara. Un hombre cuyo rostro está protegido por la oscuridad de la noche asegura producir un ungüento con grasa de muerto, ideal para quitar las arrugas. Cobra 40.000 pesos por cada tarro y dice que gracias a este negocio puede alimentar a su familia. Una peluquera sobrevive en otro sector de la ciudad ofreciendo variados diseños para depilar las partes íntimas de la anatomía femenina: escudos de equipos de fútbol, corazones, flechas. En una bodega, en la noche, varios hombres hacen que tres perros furiosos simulen que se enfrentan a muerte. A plena luz del día la aseadora de un burdel habla de su oficio y una periodista prueba toda suerte de 'juguetes' en una muñeca de plástico a la venta en un sex shop.

Estos personajes hacen parte de Ciudad X, un espacio de hora y media que transmite todas las noches el canal CityTv desde el pasado 6 de octubre en el horario de las 10 de la noche. Pretende develar el lado oculto de las noches capitalinas, una propuesta que hace parte de una tendencia mundial por mostrar el mundo subterráneo de una ciudad, con historias insólitas y personajes bizarros que parecen sacados de otro mundo, tal y como lo han hecho en España Crónicas marcianas, Dos rombos y Vitamina N. Y lo cierto es que nunca antes un programa de televisión había mostrado tanto y tan de frente en Colombia.

La propuesta fue estudiada por los directivos del canal durante un año y luego de conformar un equipo de investigación y producción se lanzaron al ruedo con Fernando Vásquez en la dirección y conducción del proyecto. "La idea no es destacar sólo lo sexual sino todo lo clandestino y prohibido de Bogotá, las cosas sorprendentes. Es mostrar la ciudad que tenemos y que no queremos reconocer", dice Vásquez, quien presenta Ciudad X con un pequeño monitor ubicado a sus espaldas y por el que pasan imágenes intermitentes de contenido sexual.

Como era de esperarse, con sólo tres semanas en el aire Ciudad X ya ha generado una gran controversia en la que se escuchan todo tipo de opiniones. Están obviamente las de aquellos que rechazan el programa categóricamente y en quejas a la Comisión Nacional de Televisión (Cntv) lo han calificado de "pornográfico". "Es un programa vulgar, con un morbo sucio y mal logrado", comentó un televidente. La Comisión, a raíz de las protestas, analizó el tema pero no encontró méritos para abrir una investigación. Según Germán Yances, jefe de canales y calidad del servicio de la Cntv, el programa está en la franja adecuada, no hace un tratamiento pornográfico de los temas y se mueve dentro del marco legal establecido. "Es más un asunto de opinión, dice. Lo que cuenta aquí es la tolerancia de la propia gente".

Pero lo sorprendente es la reacción de los televidentes. Muchos apoyan la idea, y los que la critican no lo hacen por mojigatería sino porque no muestra tanto como ofrece. De una base de 160 correos electrónicos que han recibido en el canal hasta el momento, 75 por ciento de los mensajes han sido de apoyo y felicitación. Hay que tener en cuenta que la audiencia de este programa la constituyen jóvenes de entre 20 y 30 años. "Creo que es lo único bueno entre tanta basura de 'realities' y novelas de los otros canales", dice uno de los defensores. Otro expresa que le gusta mucho porque es un programa "sin censura, sin tapujos, sin nada de mojigaterías, sin discriminación ni prejuicios". Otros se preguntan qué es lo bizarro, clandestino, sensual y underground que tanto se anunció. "Cinco pendejos quitándose prendas, según la carta que sacan. No, señor, eso no es nada nuevo. Si no cree lo invito a que vaya a alguna fiesta de adolescentes un fin de semana".

En el medio están las opiniones especializadas de los columnistas y críticos de televisión, quienes aceptan la propuesta pero le ven algunos problemas de forma. La mayoría considera legítimo el espacio, pero "si no se raya en el amarillismo y la vulgaridad", dice Gonzalo Araújo en el Nuevo Siglo. Para otros hay buen manejo de las imágenes, los personajes están bien escogidos y son interesantes. "Pero lo que no se puede tolerar es el tono burlón que tienen los presentadores con el invitado", dice Omar Rincón.

Algunos, como Graciela Torres, columnista de El Espacio, piensan que le falta investigación, profundidad y le sobra morbo. "Mucho tilín y nada de paletas", afirma. Eduard Porras, uno de los investigadores del programa, contesta que la gente esperaba denuncia y el programa sólo muestra la ciudad tal y como es. "Que cada cual saque sus conclusiones".

Vásquez admite que a veces se han equivocado pues se encuentran en un área donde es muy fácil cruzar la línea entre lo estético y lo vulgar. Pero también le sorprende la doble moral de los colombianos. "No estamos de acuerdo con esas peleas de perros, dice, pero queremos mostrarlas para hacer énfasis en que pasan cosas más graves en este país".

Esta polémica, sin embargo, los ha llevado a revisar leyes, cuestionar ciertos temas, analizar cómo los abordan y revisar términos como pornografía y erotismo. También decidieron poner en el estudio un maniquí con la frase de Henry Miller como respuesta a quienes critican el contenido sexual del espacio: "Lo obsceno no es el sexo, lo obsceno es la guerra".