Hay muchas enfermedades con síntomas tan sutiles que pasan inadvertidos pero podrían ser controladas a tiempo. | Foto: Ingimage

SALUD

Seis enfermedades silenciosas de las que nadie habla

Muchos pueden padecer una enfermedad grave y no saberlo porque no presentan síntomas específicos. Así es como los expertos recomiendan detectarlas.

28 de noviembre de 2016

Adolfo fue a una consulta médica por un dolor de rodilla, pero salió del consultorio con otro diagnóstico: hipertensión. Al tomarle la tensión arterial el experto encontró que este hombre de 50 años la tenía alta y le recomendó controlarla con alimentación, ejercicio y medicamentos para evitar daños en su corazón y otros órganos del cuerpo.

Como la hipertensión, hay otras enfermedades con síntomas tan sutiles que pasan inadvertidos pero podrían ser controladas a tiempo. “Preocupa un poco que en general se trata de patologías comunes y que se pueden evitar. Pero si no se tratan a tiempo, pueden causar complicaciones graves para la salud e incluso conducir a la muerte”, explica la médica familiar Melisa Montoya.

Además, estas enfermedades silenciosas tienen un alto índice de falta de adherencia a los tratamientos porque el mal que tiene no les genera síntomas pero los medicamentos sí les provocan efectos secundarios. “les tienen temor a las reacciones adversas de los medicamentos y los abandonan porque no sienten mejoría sino síntomas que antes no tenían”. Por eso no tienen la disciplina y olvidan tomar las medicinas.

Estas son las principales enfermedades silenciosas.

1. Diabetes: Los síntomas de esta enfermedad son inespecíficos y no generan alarma: mayor sensación de sed, de orinar o cansancio todo el día. Por lo demás, nada duele cuando hay un desequilibrio del azúcar en la sangre. “La diabetes tipo 2, que es la más común, se puede prevenir principalmente llevando una dieta saludable y haciendo ejercicio. Pero esta también es una recomendación para quienes ya la padecen y deben controlarla”, explica Montoya. Cerca de 400 millones de personas en el mundo la padecen y más de la mitad aún no lo saben, lo que impide que haya un tratamiento oportuno. Las complicaciones de una diabetes avanzada pueden llegar al trasplante de riñón, diálisis, ceguera y la amputación del pie.

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2. Hipertensión: Se presenta cuando las paredes de los vasos sanguíneos, que son los que llevan la sangre a todo el cuerpo, tienen tanta tensión durante la circulación que se dañan. Cuando hay hipertensión, el corazón tiene que hacer un esfuerzo mayor para bombear la sangre y mientras más alta se encuentre, puede conducir a una insuficiencia renal, infarto o derrame cerebral. “La hipertensión se descubre generalmente en el consultorio durante las revisiones de rutina, cuando las personas consultan por otra molestia”, dice Montoya. Los niveles de la tensión se miden con un esfigmomanómetro, que es esa banda que se envuelve alrededor del brazo. Este se infla ejerciendo presión, mientras el médico hace la lectura de sangre pulsando. Esta enfermedad es asintomática y por eso las personas adultas deberían revisarse la tensión con frecuencia. “Quienes tengan diabetes o enfermedades cardiovasculares deberían hacerse esta revisión por lo menos una vez al año”, añade la médica.

3. Osteoporosis: Las primeras etapas de esta enfermedad son de difícil diagnóstico y puede pasar inadvertida durante muchos años porque no duele, ni molesta, ni suena. Muchas veces sólo se detecta cuando se presenta una primera fractura. Se trata de una patología que “deteriora de forma progresiva los huesos, los vuelve más débiles y con mayor facilidad de fractura”, explica Montoya. Esta patología puede presentarse a cualquier edad, pero perjudica en especial a personas mayores, sobre todo mujeres después de la menopausia, de raza caucásica y con historial familiar de la enfermedad. La clave es conocer esos factores de riesgo y empezar a alimentar el aparato óseo con calcio y vitaminas, así como fortalecerlo con ejercicio.

4. Hígado graso: Se presenta cuando el órgano tiene dificultad para descomponer las grasas y estas se van acumulando en su tejido. En general no es una afección grave, pero en algunos casos avanza tanto, que se podría convertir en una enfermedad grave llamada esteatohepatitis no alcohólica, que puede llevar a una cirrosis. El hígado graso no presenta síntomas, pero se sospecha que la pueden padecer personas con obesidad. “A las personas que pueden tener el riesgo de presentar esta condición se les manda un examen hepático a través de una toma de sangre. Si los niveles no están normales, se hace el diagnóstico por medio de una ecografía del hígado”, dice Montoya. La ecografía puede mostrar la acumulación de la grasa y si el órgano tiene un tamaño diferente.

5. Aterosclerosis: Esta enfermedad ocurre cuando la grasa se acumula en las paredes de las arterias afectando la circulación de la sangre. Esta insuficiencia en el flujo sanguíneo puede conducir a accidentes cardiovasculares y precisamente cuando esto pasa se puede detectar la enfermedad, ya que no presenta síntomas especiales. Para descubrirla se puede hacer a través de sonidos irregulares en las arterias mientras se revisa la tensión arterial. También se puede presumir cuando los niveles de colesterol en la sangre están elevados. Con exámenes de imágenes, como una angiografía, también se puede ver cómo la sangre está circulando por las arterias.

6. Cáncer: Este es un grupo de enfermedades que en sus etapas tempranas crecen imperceptibles como en el caso del de piel, ovario y colon. Cuando dan síntomas es porque ya el tumor está avanzado. Hay algunos signos como pérdida de peso, sangrado en las heces, orina, vómito o tos y cambios en la piel que indican que algo no está bien y pueden llevar a un diagnóstico de esta enfermedad. Lo importante es estar pendiente de estos cambios, de los factores de riesgo y consultar frente a cualquier duda. Esto es clave para dar un tratamiento oportuno que puede salvar la vida. “La periodicidad con que se debe visitar al médico depende de la edad, el sexo y otros factores como el estilo de vida del paciente. El consejo es acudir al médico frente a cualquier síntoma de enfermedad y ya él determinará, de acuerdo con lo que diagnostique, cada cuánto se deben hacer los chequeos”, concluye Montoya.

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