Relaciones de pareja

Cómo vivir con una hembra alfa

Dos machos beta decidieron hacer una guía para ayudar a otros a vivir a la sombra de sus exitosas esposas. Recomiendan aceptar la situación y hacer caso.

24 de junio de 2017

Probablemente muchos las han visto en los supermercados en lo alto de sus tacones, o dejando a sus hijos en el colegio antes del trabajo, o en el gimnasio esculpiendo sus músculos, o dándole, por su teléfono móvil de última generación, instrucciones a su esposo sobre cómo calentar la comida. Son hembras alfa: profesionales, empoderadas, exitosas, máquinas expertas en hacer multitareas, capaces de ser las mejores en todo lo que se proponen.

Y según los sondeos están en aumento. Un estudio hecho por Pew Research concluyó que en 43 por ciento de las circunstancias ellas tienen la última palabra en asuntos hogareños, mientras que los hombres apenas deciden en 26 por ciento de las oportunidades. Cuando ganan más, esas cifras son más desbalanceadas.

Esa realidad ha hecho que los papeles de marido y mujer cambien. Con creciente frecuencia ellos deben asumir más tareas domésticas de las que sus padres habrían aceptado, y vivir en un segundo plano para ayudarles a ellas a brillar. Murray Partridge, un publicista de Londres, aceptó esa condición y vive a la sombra de su esposa, Solange Azagury, una reconocida joyera inglesa.  “Ellas son unas nuevas mujeres. Nosotros somos unos nuevos hombres”, dijo al diario The Daily Telegraph.

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Partridge finalmente aceptó su situación cuando un periódico lo borró  digitalmente de una foto de Azagury. Entonces entendió que su esposa era una hembra alfa y él un macho beta. Al comentar con sus amigos su epifanía encontró que muchos vivían el mismo apuro y decidió hacer algo al respecto. Con su amigo Simon Marks, quien se dedica al negocio de la música y está casado con la destacada productora de cine Mel Agace, acaban de publicar el libro Cómo vivir con una hembra alfa.

Las definen como mujeres que siempre serán más creativas, exitosas y adineradas que ellos, “que viven su vida y no la de los demás porque tienen un propósito, que puede ser el trabajo, la familia, la política, el deporte o una actividad de caridad.” dijeron los autores a SEMANA. Sus esposas son hembras alfa no solo por el hecho de tener notoriedad pública y éxito, sino porque adoran sus vidas y están siempre motivadas para batallar.
Ellos sienten que para los hombres no es fácil aceptar ese reto. Por eso consideran una fuente de inspiración a Denis Thatcher, esposo de la primera ministra de Gran Bretaña Margaret Thatcher, mientras que coronaron al príncipe Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, como el rey de los hombres beta.  

El manual aconseja, en primer lugar, aceptar la situación de ser segundos violines “porque en cualquier cosa que usted haga, su esposa siempre lo superará”, dicen. En ese sentido, explican, ellas dan ejemplo. “No es posible holgazanear todo el día viendo televisión o quedarse en el bar mirando al vacío cuando su esposa está ocupada siendo útil y constructiva”, afirman. Ellos han sabido adaptarse a ser los mejores coequiperos y atender las necesidades de sus parejas para que brillen aún más, tal como hacen los ciclistas gregarios para que su líder gane la etapa. Este par de hombres beta, por ejemplo, hace las veces de chofer o de asistente pendiente de mínimos detalles, como tener el cargador de su celular a la mano en caso de que ellas se queden sin batería. También hacen muchos trabajos del hogar que requieren fuerza, como llevar maletas, tapar goteras o destapar inodoros.

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En todas estas actividades ellos pueden ejercer total control, pero los demás asuntos de su vida están bajo la dirección de sus esposas. Pero los autores le ven el lado bueno. “Las cenas se organizan, las cuentas se pagan, las invitaciones se responden, y todo como por arte de magia”. De hecho destacan muchas ventajas de vivir con una hembra alfa. “Imagínese el cansancio y la irritabilidad después de conducir por 24 horas. De repente un ángel se ofrece a hacerlo  y usted se pasa a la silla de atrás a dormir mientras ella lo conduce sano y salvo a casa. Eso es vivir con una hembra alfa”, dicen.

Advierten una cosa: nunca tratar de ganar una pelea. Las negociaciones sobre temas candentes deben ser planeadas con semanas de anticipación, como los mejores pleitos judiciales. La única manera de ganarla es si ellas están dispuestas a perder o “si tienen afán por cumplir una cita”, dice Partridge.  A estos maridos solo se les permite tomar el control en la cama porque en materia sexual sus mujeres quieren un cambio de roles. “En el cuarto ellas quieren que sus hombres manden… con tal de que sigan al pie de la letra sus instrucciones”.

Aunque el manual está lleno de humor e ironía, Partridge y Marks reconocen que se trata de un fenómeno mundial muy serio que afecta a muchas parejas, pues no es fácil “aceptar que sus esposas no los necesitan. Además hay un estigma social de ser llamados ‘amos de casa’, pero se necesita ser fuerte y estar totalmente dispuesto a serlo”, dice Partridge.  En Gran Bretaña, de acuerdo con la firma aseguradora Liverpool Victoria, una de cada cuatro mujeres menores de 24 años gana más que un hombre. En el mundo hay 70 millones en posiciones gerenciales, y Colombia, según un informe de la OIT, es el segundo país con más mujeres en puestos de gerencia media y alta del mundo.

En un estudio cualitativo hecho en 2015 por Inalde, la escuela de negocios de la Universidad de La Sabana, las parejas menores de 30 ven este fenómeno como algo normal y no se fijan en los roles tradicionales, sino en quién tiene mejores oportunidades laborales. “La división del trabajo en el hogar que hacen no menoscaba ni la feminidad ni la masculinidad de cada uno”, dice Sandra Idrovo, directora de Investigaciones de Inalde. “Los hombres creen que las labores domésticas son responsabilidad de ellos también, lo cual es un cambio grande”, añade. Sin embargo, hay todavía hombres, especialmente mayores de 30, que quisieran a sus mujeres en la casa cuando tienen hijos.

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La economista Alison Wolf, autora del libro The XX Factor, señala que las mujeres alfa de hoy se están comportando como los machos alfa de siempre y sienten la necesidad de encontrar parejas que hagan un papel similar al de la esposa tradicional de los años cincuenta. El problema es que muchos hombres no están dispuestos a asumirlo.  Eso ha llevado a que muchas hembras alfa crean que no son adecuadas para casarse porque ningún hombre querrá vivir al lado de una mujer fuerte, confiada y exitosa.

Sonya Rhode, autora del libro The Alpha Woman Meets Her Match, señala que el mayor obstáculo son los estereotipos: la hembra alfa no es aquella que llega a la casa a dar órdenes y a tratar mal a todos, ni el macho beta es el  hombre pasivo y flojo para el trabajo que la gente imagina. Por eso considera que estas mujeres empoderadas no deben tirar la toalla. Casarse con un hombre beta no es  una mala idea.

Partridge y Marks creen que el mayor problema se da sobre el dinero, específicamente cuando ella gana más que el hombre. Pero tiene solución. “Con tal de que alguno de los dos esté ganando suficiente para que las cosas marchen no importa quién sea”, afirman. El otro aspecto por tener en cuenta es que las relaciones son un asunto de amor, y si estas mujeres escogieron esos maridos, es porque los quieren. “Lo único que queda es hacerlas felices y apoyarse mutuamente”. Así lo hacen las esposas de Partridge y Marks a quienes ellos les consultan todo, hasta la ropa que deben vestir para cada ocasión. En efecto, ellas no solo ofrecieron leer el libro antes de publicarlo, sino que hicieron comentarios editoriales de última hora y diseñaron la portada. “Si hay problemas, hay que discutirlos calmadamente y si eso no funciona, haga lo que ella diga y siga sonriendo”.