SEXUALIDAD

Cuánto dura la pasión

En un estudio hecho en Gran Bretaña, los investigadores por primera vez cuantifican cómo la atracción sexual disminuye con los años de matrimonio.

21 de febrero de 2015

Todo el mundo tiene presupuestado que la pasión sexual disminuya con el tiempo. Pero hasta el momento no se sabía exactamente cuándo ese interés entre las parejas empezaba a menguar. Un gran estudio hecho por Relate, un organismo no gubernamental que estudia las relaciones de pareja en Gran Bretaña, encontró que a los cinco años de convivencia se da un gran desplome en la satisfacción sexual. Antes de ese momento la gran mayoría se encuentra plenamente satisfecha, pero en los siguientes 12 meses más de la mitad tiene la libido por el piso.

La encuesta, realizada entre 5.000 personas, encontró que 76 por ciento de quienes habían estado con sus parejas durante menos de cuatro años se sentían satisfechas plenamente con sus vidas sexuales o al menos la consideraban aceptable. No obstante, esa cifra disminuyó a apenas 54 por ciento entre los que cumplieron cinco años, lo que representa un tercio menos de personas satisfechas en la cama a partir de las bodas de madera.

Aunque muchos estudios ya habían revelado que la duración del matrimonio es un excelente indicativo de la satisfacción sexual de la pareja, hasta el momento no se había establecido un momento exacto de su deterioro. Un estudio hecho por expertos de la Universidad de Guelph, por ejemplo, había establecido que en una escala de 1,2 a 6, donde 6 es la máxima satisfacción sexual, se observaba una disminución mensual de 0,02. Otros habían hablado de la comezón del séptimo año, un momento en que los científicos notaban una correlación entre la satisfacción marital y un mayor número de divorcios. Pero lo novedoso del reciente trabajo es que no se da ni a los siete como se creía, sino a los cinco.

Este fenómeno tiene sus bases en la biología evolutiva. Recientemente Helen Fisher, antropóloga y autora del libro Why We Love, explicó a Scientific American que aunque algunas especies de pájaros y mamíferos se aparean de por vida, la gran mayoría, y aquí se incluye a los seres humanos, solo lo hacen por un tiempo mientras logran sacar adelante a sus retoños. Esta estrategia ha mostrado ser benéfica para la supervivencia de la especie debido a que la separación aumenta la oportunidad de que esa pareja tenga hijos con otras personas, lo cual genera más variedad genética y un rango más amplio de habilidades en la sociedad.

La experta ha visto que la llamada comezón del séptimo año no existe y se da más entre el cuarto y el quinto año, tal y como revela el estudio de Gran Bretaña. Ese tiempo coincidiría con el que les toma a ambos enamorarse, concebir y criar al niño hasta la primera infancia, cuando el riesgo de morir es mucho menor que recién nacido.

El sexólogo Peter Saddington, consejero de parejas de Relate, señaló que muchas de las razones para la caída de la pasión tienen origen en el hecho de que las parejas ponen la sexualidad en el fondo de las prioridades y les dan más importancia a otros temas como la crianza y el ascenso en la carrera laboral. Con él coinciden otros expertos. “Cada persona se encuentra en una situación distinta luego de cinco años de matrimonio. Hay hijos de por medio, cambios en la situación laboral y diferentes metas por cumplir que hacen que el deseo disminuya”, dice el sexólogo José Manuel González. Saddington no descarta que este bajonazo se deba a cuestiones médicas, como una depresión, enfermedad que anularía de plano el deseo.

El mismo informe revela que 31 por ciento de los hombres están insatisfechos sexualmente frente a apenas 18 por ciento de las mujeres, lo cual contradice otros estudios en los que se señala que la monogamia cobra un mayor efecto en ellas. En el libro What Do Women Want?, el periodista Daniel Bergner recoge evidencia para demostrar que el interés sexual de las mujeres en su pareja estable puede caer en picada mucho antes que el de un hombre. Pero a quién le da más duro la monogamia es otro debate. Lo que demuestra esta investigación es que el enfriamiento del deseo sexual es aparentemente algo inevitable en la pareja.

David Barash señala en su libro The Myth of Monogamy que la sexualidad de muchas otras especies en cautiverio puede disminuir por la simple monotonía. En un estudio realizado con una pareja de carneros que permaneció junta en el mismo potrero se observó que si bien al principio copulan con gran intensidad con el tiempo van perdiendo el interés. Curiosamente, cuando al macho se le presenta una nueva hembra su deseo de nuevo se dispara. En las parejas la monotonía provocaría lo mismo. “Las parejas se habitúan al otro, a su cuerpo, y cuando no hay novedad en la cama puede generar una disminución en el deseo sexual”, dice el experto José Manuel González.

Agrega que el factor tiempo es crucial. “Los años hacen que el cuerpo cambie y la gente no vea igual de atractiva a su pareja. También a los cinco años de casados ya hay suficiente convivencia para que ciertas experiencias negativas deterioren la relación y generen rechazo”. Otros expertos creen que la pérdida de deseo se debe a problemas en la relación de parejas que van desde la falta de creatividad hasta la incomunicación. Sarah Murray, una investigadora experta en el tema, señala que cuando un individuo ha tenido relaciones sexuales con la misma persona por muchos años es común que pierda la creatividad y la apertura para hacer cosas novedosas y excitantes. La psicóloga Frances Cohen Praver también indica que la familiaridad, el confort y la seguridad propios del matrimonio disminuyen la pasión sexual.

Esther Perel, autora del libro Apareamiento en cautiverio, lo plantea como una contradicción entre dos intereses muy fuertes: el de obtener seguridad, dependencia, permanencia pero por otro el de vivir la aventura, la novedad, el misterio, el riesgo y el peligro. “Reconciliar estas dos necesidades puede ser difícil”, dice la experta. “Porque amor implica tener mientras que la pasión está más ligada al verbo querer. Como el fuego necesita aire, la pasión requiere de espacio y novedad”.
Llegar a este momento, sin embargo, no significa que todo esté perdido. Saddington sugiere mucha comunicación sobre el tema especialmente para discutir las novedades que quisiera introducir en materia de sexo. También señala la importancia de erotizar la relación y no limitarla al momento en que los niños se han ido a dormir. Eso implica tener besos apasionados a cualquier hora del día aunque ello no termine necesariamente en el acto sexual. Y tal vez lo más importante es echar a volar la imaginación. Esto incluye iniciar las relaciones sexuales de diferentes maneras (leer juntos una novela erótica o hacer un masaje) y encontrar lugares distintos para darle rienda suelta a la pasión (hoteles, el jardín).

Para otros expertos es importante no tener altas expectativas del matrimonio. Algunos creen que en esto el mensaje ha quedado claro. “No creo que nadie se case porque el matrimonio sea el tratado más ‘sexy’ del mundo sino porque es la mejor manera de conseguir estabilidad emocional a largo plazo”. Perel, quien viajó por el mundo preguntando a muchas personas qué era lo que más les atraía de sus parejas, considera que la clave está en ver al otro como alguien misterioso y esquivo. Es en ese pequeño espacio entre la persona conocida y la misteriosa donde cree que puede resurgir la pasión. Después de todo ella cree en la frase de Proust que dice “el misterio no es viajar a nuevos lugares sino ver los mismos con diferentes ojos”.