Cuerpos en reversa

Los científicos parecen haber hallado una fórmula para devolverle vida a los años

22 de febrero de 1993

EN LOS ULTIMOS MEses un reducido y selecto grupo de personas ha ingresado a una pintoresca clínica suiza, donde están siguiendo un tratamiento que probablemente los hará rejuvenecer. Ellos están dispuestos a pagar más de 25 mil dólares por servir como conejillos de indias en el estudio sobre los efectos de una hormona que ha demostrado tener la asombrosa propiedad de hacer desaparecer los signos de envejecimiento. Aunque se halla en período experimental, ellos quieren empezar a usarla ahora, antes de que otro día pase.
Las edades de los pacientes de la clínica Baxamed en Basilea oscilan entre los 39 y los 83 años. Justin Rice, un millonario norteamericano de 74 años dice: "He estado interesado en esta terapia desde que oí hablar de ella". Como los otros pacientes de Baxamed, Rice recibió durante tres semanas una dosis de inyecciones de la hormona de crecimiento. "No sólo tengo una piel más tersa, sino que los depósitos de grasa acumulados en mi cuerpo han desaparecido y siento un dinamismo físico y mental propio de mis años 30". El ha vuelto a montar a caballo, sube y baja escaleras con facilidad y disfruta escuchando a la gente decirle que no revela su edad. Un economista de Nueva York, de 60 años, un modelo alemán de 42 años y un magnate árabe del petróleo, de 65 años, afirman lo mismo.
Estos entusiastas testimonios sobre el llamado elíxir de la eterna juventud no sólo están alentando a los investigadores sino deslumbrando a la gente. Desde hace dos años, cuando el doctor Daniel Rudman publicó en el New England Journal of Medicine un informe que señalaba que el suministro de una versión sintética de esta hormona había reversado considerablemente el proceso de envejecimiento en un grupo de hombres -su masa muscular aumentó en un nueve por ciento y la grasa corporal disminuyó en un 14 por ciento- numerosos grupos científicos han enfocado sus esfuerzos en este, uno de los más prometedores logros que se han hecho en la carrera contra el envejecimiento.
Dichos cambios, se calcula, significaron un rejuvenecimiento de entre 10 y 20 años. En un estudio posterior, Rudman encontró incluso mayor evidencia: el hígado, el bazo y los músculos de 16 hombres sometidos al tratamiento habían obtenido un saludable volumen, típico de gente joven. "El deterioro del cuerpo que viene con el envejecimiento no es inevitable -concluyó Rudman-. Ahora nos damos cuenta de que algunos aspectos pueden ser prevenidos o reversados".
La hormona natural de crecimiento -somatotropina- (que no sólo hace crecer sino que está estrechamente relacionada con la masa muscular) es producida por la glándula pituitaria -hipófisis- en la base del cerebro. Ella promueve el desarrollo de los músculos, riñones, hígado y el sistema inmune en la etapa de crecimiento y, posteriormente, contribuye a su buen funcionamiento. Después de los 50 años la secreción disminuye y se estima que alrededor de los 65 años la mitad de las personas dejan de producirla. Una severa deficiencia de esta hormona puede impedir que el organismo metabolice azúcares y grasas.
Hasta 1985 la hormona de crecimiento estaba disponible en muy pequeñas cantidades porque tenía que ser extraída de la glándula pituitaria de cadáveres. Pero la ingeniería genética abrió el camino para una versión sintética, cuyo destino actual es el tratamiento del enanismo. A la luz de las nuevas investigaciones se han visto sus beneficiosos efectos en el tratamiento de males como la osteoporosis y el enfisema pulmonar. Robert Marcus, un investigador de la Universidad de Stanford, EE.UU., ha encontrado que la hormona de crecimiento puede jugar un papel importante en el proceso por el cual el hueso normalmente se renueva a sí mismo. Su conclusión es que puede retardar la pérdida de masa ósea que viene con el envejecimiento. Igualmente, en un alentador estudio en pacientes de enfisema, al suministrárseles la hormona no solamente ganaron peso y fuerza muscular, sino que su capacidad para captar oxígeno aumentó en casi un 30 por ciento. "La hormona no hace que la enfermedad desaparezca -señala el doctor David Clemmons, investigador de la Universidad de Carolina del Norte, EE.UU., y quien dirigió el estudio-, pero el aumento de la fuerza muscular conduce a un significativo mejoramiento en la función pulmonar, lo cual hace que sea más fácil vivir con la enfermedad". Pero esos no son los únicos beneficios de la hormona. Otro estudio reciente, realizado con niños que han sufrido severas quemaduras, mostró que entre los que recibieron dosis de la hormona se aceleró la regeneración de la piel y el tiempo de hospitalización se redujo a una tercera parte.
Aunque pasará tiempo antes de que los científicos puedan evaluar los efectos tanto positivos como negativos de la hormona del crecimiento, los prometedores resultados han llevado a pensar que en un futuro será posible prevenir el envejecimiento con el simple suministro de una pastilla. Por ahora los investigadores creen que la hormona puede, particularmente, beneficiar la fragilidad derivada del envejecimiento. Aumentar la fuerza muscular puede significar para un anciano la diferencia entre estar confinado a una silla de ruedas y poderse mover. En otras palabras, la diferencia entre la dependencia y la independencia.