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Cupido motorizado

Una página de Internet francesa pone en contacto a las personas que se miran y se gustan en el metro, pero que no tienen el valor de hablarse antes de llegar a su destino.

30 de septiembre de 2006

Si tan sólo James Blunt, el cantante de You're beautiful, hubiera vivido en Rennes…

Si lo hubiera hecho, el mundo entero se habría salvado de escuchar tantas veces su cursi gemido por aquella mujer, aquel ángel que vio en el metro, le sonrió y lo dejó loco de ganas de copiarse del estilo melancólico de Coldplay.

Desde comienzos de este año en la ciudad de Rennes, en la Bretaña francesa, y desde hace una semana en París y las principales ciudades de Francia, cuando un hombre toma un metro o un bus y le sucede lo que a Blunt no tiene que llorar, quitarse la camisa y enfrentar la verdad de que nunca va a estar con esa mujer tan hermosa. Tiene la opción de conectarse a www.dilelui.com y poner un mensaje de auxilio para contactarse con esa probable alma gemela perdida en alguna salida del subterráneo.

La idea del sitio se le ocurrió a Jêrome Boudot, un joven ejecutivo de marketing que trabajaba para varias marcas de perfume y productos de lujo. Casi todas las mañanas en el camino al trabajo veía en la ruta de su bus a la misma mujer. Ambos parecían estar interesados en conocerse. Se miraban, se sonreían. "Poco a poco se estableció un juego de seducción, pero ninguno de los dos, por timidez o lo que sea, se atrevía a abordar al otro", dice. Boudot no podía aceptar que ahí tuviera que acabar todo y se le ocurrió que tenía que haber una forma de poner en contacto a las personas que pasaban por su misma situación. En efecto, según Boudot, esto le ha ocurrido al 77 por ciento de las personas que utilizan transportes públicos.

Antes de que existiera Internet el escritor argentino Julio Cortázar escribió un cuento sobre estos encuentros mágicos en el metro de París. El personaje había diseñado su propia técnica para abordar en el metro mujeres que le interesaban. Consistía en un juego donde apostaba en qué estación se bajaría la mujer y cuál de las salidas utilizaría. Si, como él lo había previsto con tan sólo mirarla, ella descendía en Châtelet, entonces él también se bajaba y si acertaba en la salida, seguía a la mujer hasta la calle y la invitaba a tomar un café. Si se equivocaba, no tenía derecho con ningún pretexto de acercársele.

El método de dilelui es quizá menos romántico pero responde a la misma pulsión tan conocida. El usuario escoge un seudónimo y especifica en qué ciudad, qué día, en qué línea de metro o bus y a qué horas vio a la otra persona. Si esta está interesada responderá el anuncio en la misma página, y puede ser el inicio de una linda historia de amor. Poner un mensaje, llamados Smos (por la unión de SMS y SOS), no cuesta nada. En estos mensajes las personas se presentan brevemente y hacen una pregunta clave que les permite saber que quien responde a su Smos es en efecto la persona que vieron en el transporte público. El sitio cobra 1,5 euros por la puesta en relación con la otra persona o 5,5 euros por inscribirse y tener la opción de contestar varios mensajes y consultar varios perfiles durante un año.

Gracias a dilelui, Kathrim, alias 'Babounlol', de 27 años, logró encontrar a Gaëtan, alias 'Flipzeflip', de 29. Lo que hizo que sus ojos se encontraran fue que eran los únicos pelirrojos de todo el metro. El mensaje de Kathrim decía: "Pelo de zanahoria como yo, es muy raro encontrarme con otro pelirrojo, aún más surrealista en ese metro con todas esas personas grises. Estoy seguro de que pensaste lo mismo que yo al vernos los dos fosforescentes. ¿O qué quería decir esa risa nerviosa que trataste de aguantar?" Gaëtan contestó acertadamente la pregunta por el arete que llevaba puesto y se pusieron una cita para tomar un café que resultó muy divertida. Tal vez terminen teniendo los hijos más rojos de la historia de Francia.

El experimento de dilelui ha tenido bastante éxito. En Rennes, donde comenzó, 5.000 personas ya están inscritas. Es decir, el 6 por ciento de los usuarios del transporte público de la ciudad. En la primera semana de lanzamiento en París, Estrasburgo, Nantes, Lile, Lyon, Niza, Marsella y Toulouse se habían inscrito otros 5.000. A Boudot le empezaron a llover las propuestas para que llevara el sistema a otras ciudades del mundo. Por ahora piensa concentrarse en consolidar el servicio en Francia, aunque planea expandirse a otros medios de transporte como los aviones.