DE ATAQUE!

Los "Hombres de Acero" son los mejores relacionistas públicos que ha podido conseguir el Ejército colombiano.

8 de noviembre de 1993

ERASE UN DOLOR DE CABEZA DENOMINADO Servicio Militar, con sus síntomas colaterales: jóvenes tratando de descubrirse defectos antes del examen médico preliminar, madres angustiadas, padres rebuscandose contactos con grados castrenses y dispuestos apagar lo que fuera por una libreta, alergia generalizada entre los jóvenes a los uniformes. Hasta que llegó un paliativo con forma de rambos criollos y sonido de cantata tropera: los Hombres de Acero subieron a escena como salvadores de la imagen del Ejército.
Estos soldados de caras pintadas, voces de trueno, músculos para concurso y maniobras lindantes con la hazaña son, hoy y desde hace cuatro años, los mejores relacionistas públicos que se ha podido conseguir el Ejército colombiano. Con sus figuras atractivas y sus acciones en la comunidad hacen parte no sólo de un cuerpo de excelencia de conscriptos bachilleres, sino, sobre todo, de una agresiva estrategia de mercadeo militar que está dejando ver sus frutos.
Si hay alguna duda, basta con mirar a los niños pidiéndoles a sus madres que les compren botas de Hombre de Acero, camisetas camufladas o cualquiera de las prendas de vestir que se encuentran en el mercado y llevan el logotipo de sus nuevos ídolos. O ver los ojos de las quinceañeras frente a los adolescentes de uniforme. O apreciar que muchos de los bachilleres actuales ya no le sacan tanto el cuerpo a su servicio militar y, quien lo creyera, se ofrecen como voluntarios con la ilusión de pertenecer a este grupo élite.
En la segunda mitad de la década de los 80, la necesidad de sanear una imagen manchada por las murmuraciones se hizo imperiosa. Y esto ocurrió cuando, para colmo, el Ejército veía drásticamente reducido su presupuesto, hasta tal punto que en algunas zonas del país podían verse soldados patrullando "de tenis". La oficialidad tomó cartas en el asunto, y decidió enfilar sus baterías hacia un objetivo concreto: lograr un sentido de apropiación de los colombianos con respecto a la institución. Se integró un equipo multidisciplinario, se hicieron estudios y se dio el primer avance publicitario gracias a la cesión de espacios comerciales en la televisión nacional.
Lo cierto es que caló la imagen del joven soldado que pasaba fechas como la Navidad o el Año Nuevo prestando su servicio a la patria. Ese éxito hizo pensar en nuevos comerciales y a alguien se le ocurrió que era mejor una canción que un jingle. Dicho y hecho: Todas las mañanas cuando sale el solla tropa entera quiere gritar: vengan civiles, vengan a trotar, y en Hombres de Acero se convertirán. El estribillo resultó tan pegajoso que ocupó durante varias semanas los primeros lugares de preferencia en las emisoras de música joven. Entonces la idea del comercial le dio paso a la del video clip. Y una buena producción, aunada a la presentación en sociedad de un cuerpo creado para emular en el imaginario colectivo con la imagen de perfección que para los estadounidenses representan sus marines, lograron el efecto deseado.
IDOLOS INFANTILES
Y si a la televisión entraron por la franja comercial y a la radio por la programación musical, en poco tiempo los Hombres de Acero llegaran al público infantil mediante una tira cómica a color en las secciones dominicales de los principales diarios del país. ¿Los protagonistas? Una docena de soldados, procedentes de diferentes regiones, unidos en el propósito de contribuir con su granito de arena a la defensa de las instituciones de la patria.
Desde mediados de 1989, cuando muchos jóvenes del país tarareaban la tonadilla militar, hasta esta fecha, los Hombres de Acero han pasado de título de canción a ídolos populares, y en la marca registrada de un sinfín de productos que no paran en las estanterías de los grandes almacenes de cadena: pañoletas, pañuelos, tenis, camisetas, chaquetas, reatas, cantimploras, calzoncillos, cachuchas, y demás prendas y utensilios, cuyos derechos están a nombre de la Acción Social del Ejército.
Esta Acción, compuesta principalmente por esposas de oficiales y colaboradores, recibe las regalías obtenidas por la franquicia de marca firmada con varias empresas privadas, y las destina a diversas obras que van desde la ayuda a viudas y huérfanos de militares hasta proyectos de vivienda para los miembros de la institución o creación de dispensarios. Un porcentaje inferior al 50 por ciento de los ingresos cubre algunos costos de sostenimiento del programa Hombres de Acero. Entre el inicio en condiciones precarias y el boyante presente ha habido un punto fundamental: el apoyo de la empresa privada, que ha materializado su compromiso en aportes tanto en efectivo como en especie.
Los Hombres de Acero, que iniciaron el programa piloto en la IV Brigada de Medellín y fueron protagonistas del primer video, no pasaban de la veintena. Hoy son cerca de 18.000 en todo el territorio nacional. Para ingresar al grupo tuvieron que cumplir con los requisitos básicos: grado perfecto de sicomotricidad, estatura mínima de 1.80 y desempeño excelente en los primeros tres meses de servicio, cumplidos en igualdad de condiciones con todos los soldados de cada contingente de bachilleres.
Una vez en este cuerpo excelencia, los nueve meses restantes de servicio se desenvuelven para cada Hombre de Acero según la especialidad de su compañía: obras comunitarias de infraestructura en barrios marginados, el circo militar cuyos artistas son los mismos soldados, campañas de alfabetización, programas de salud en acciones cívico militares y presentaciones de demostración de habilidades, actividad para la cual hay una larga lista de solicitudes.
Tanto las obras de beneficio social como las de reforzamiento de imagen "acción sicológica" como las llaman tienen un calado entre la población que se traduce en placas, medallas y trofeos en cada visita de los Hombres de Acero, y en la multitud de pequeños que se vuelcan sobre los soldados para verificar si realmente sus músculos son de metal. Las teorías chinas de guerra, vigentes desde el año 450 antes de Cristo e inspiradoras iniciales del programa, hablaban del engranaje entre Ejército y sociedad civil como base de la salud del Estado. Según los oficiales al mando de 18 millares de rambos colombianos, el proceso para tal fin va por buen camino gracias a esta estrategia de mercadeo, tan sólida como sus hombres.