Educacion

De cara al viento

El libro 'El barco iris', de María Angélica Mallarino y Gloria Arias, reflexiona sobre siete temas fundamentales en la formación de los hijos.

2 de mayo de 2004

Educar en el siglo XXI con modelos del siglo XIX no es una tarea fácil. Muchos de los paradigmas que sirven de cimientos en el edificio de la formación nada tienen que ver con la realidad. De esto trata El barco iris, el nuevo libro de María Angélica Mallarino y Gloria Arias, autoras de Ventanas abiertas (2003). Ellas son expertas educadoras. María Angélica, como sicopedagoga y artista. Gloria, desde su perspectiva de escritora y médica enfocada a la bioética y la pediatría. El barco iris es una metáfora de la que se sirven para emprender un viaje a través de siete puertos: educación, familia, religión, democracia, valías, violencia y fantasía. "Estos temas forman parte del diario vivir de nuestros niños y adolescentes, y generalmente los padres -más que los mismos hijos- se ven en serios problemas cuando tratan de darles un manejo claro, sincero y comprensible. Las familias extendidas, las contradicciones de una enseñanza religiosa que no parece ir de la mano con el ritmo y las circunstancias del siglo XXI, la violencia como lenguaje dominante en las aulas y en los hogares, son temas de nuestra cotidianidad y no hay por qué tratarlos con una carga de complejidad y angustia sino con profunda honestidad", señala Gloria Arias. Ella considera que los valores, así como los derechos de los niños y los grandes acuerdos de las Naciones Unidas, corren el grave peligro de quedarse en la retórica y convertirse en letra muerta. "Los valores adquieren forma real cuando se ejercen, se sienten y se viven en nuestras actuaciones y en nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Se concretizan cuando tenemos el valor de reconocer que nos equivocamos, cuando aceptamos que somos profundamente imperfectos y que en este cuento de caminar por la vida nadie tiene la última palabra". Otro de los problemas es la poca o nula formación que reciben niños y jóvenes para vivir en comunidad. "Salvo honrosas excepciones nos atrevemos a decir que la educación formal prepara para aprender una enorme cantidad de cosas generalmente inútiles y por consiguiente, rápidamente olvidables y olvidadas. Niños más entrenados en memorizar que en pensar; más obsesionados por la competencia que por la solidaridad". Sobre la democracia, Gloria Arias advierte que es posible y obligatorio hablar de ella desde la más tierna infancia, "pero no como un tema resuelto sino en construcción". No es fácil porque son muchos los males que aquejan a la familia y a la sociedad en general. "El miedo al miedo, a expresar afectos con libertad y tranquilidad. Lo poco que nos queremos a nosotros mismos. El afán de competencia que no nos deja pensar solidariamente. La cantidad de máscaras que nos ponemos. La violencia, que se ha ido metiendo en almohadas y tableros. El escepticismo y desconfianza en uno mismo y en los demás". Todo esto ha generado gran cantidad de círculos viciosos que ellas consideran indispensable comenzar a romper desde ya para ver resultados positivos dentro de varias décadas. Pero existen herramientas para educar futuros ciudadanos más solidarios. "El manejo de la verdad y el cariño. Darse permiso de abrir los ojos y ser capaces de reconocer a través de la mirada de nuestros niños nuevas y más espontáneas formas de querernos, de buscar y encontrar, reconociendo que siempre hay más de un camino y que nadie tiene la potestad de juzgar a nadie, ni de sentirse más sabio, más digno o más bondadoso que otro". El viaje es largo; el mar, tormentoso, pero es necesario comenzarlo.