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Divorcio para niños

La separación de los padres, aunque dolorosa, no es el fin del mundo. Ese es el mensaje de un libro que busca ayudar a los pequeños a atravesar sin tanto trauma ese difícil proceso.

19 de abril de 2008

Hablar de ciertos temas con los hijos pequeños se convierte para muchos adultos en todo un calvario. Además de la inevitable charla sobre sexo, una de las cuestiones que se plantea con creciente frecuencia a los padres es explicarles a los niños su propio divorcio.

Cuando una pareja decide separarse, los mayores damnificados son sus niños, cuyo mundo da un vuelco. Tienen que acostumbrarse a vivir en dos casas, repartir el tiempo entre los padres, adaptarse a los nuevos novios de éstos y hasta aguantarse que los usen como mensajeros. Por eso, dos sicólogas colombianas escribieron Algo pasa en casa, un libro que, con el formato de un cuento infantil, trata uno de los problemas más serios en las relaciones humanas.

Las autoras, María Elena López y Gloria Mercedes Isaza, son expertas en problemas de familia y ambas empezaron a interesarse en el tema cuando notaron que cada vez era mayor el número de niños que pasaban por sus consultorios por bajo rendimiento académico o problemas de socialización en el colegio debido al divorcio de sus padres. Después de organizar talleres con las familias, se dieron cuenta de la dificultad que tienen los adultos a la hora de hablar con sus hijos sobre este acontecimiento. Eso las llevó a idear este libro, que describen como una herramienta que les permite a las familias hablar francamente sobre el problema. López explica que no hay en el mercado un texto que aborde el asunto con un lenguaje sencillo, desde el punto de vista de los niños.

Uno de los mensajes más importantes para los pequeños es que el divorcio no significa el fin de la familia, sino una transformación en la que ellos nada han tenido que ver. "Muchos niños tienen la idea errónea de que sus padres se separaron por culpa suya y creen que si se portan mejor van a lograr que la familia vuelva a reunirse", dice López. Por eso, es muy importante hacerles entender, primero que todo, que un divorcio es una decisión de adultos y que de ese punto en adelante las cosas serán diferentes.

El texto guía a los niños sobre las cosas que van a empezar a sentir y las situaciones que afrontarán. Les muestra que es normal que sientan rabia, tristeza y frustración, o que quizás al principio no estén de ánimo para compartir el tiempo con alguno de sus padres. Por eso, les enseña trucos para sobreponerse a los malos momentos, desde ejercicios de relajación hasta rodearse de sus amigos, escribirles cartas a sus familiares o buscar una mascota. También les propone hacer una lista de las cosas que tienen en la actualidad y no pensar en las que se quedaron en el pasado.

Pero la autoras recomiendan que los padres, los hijos y hasta los abuelos lean juntos el libro. Para los primeros, el mensaje es muy claro: "El hecho de que se divorcien los convierte en ex cónyuges, pero no en ex papás", dicen las sicólogas. Allí encontrarán claves para ayudar a sus hijos a salir de la crisis y no cometer errores que los afecten, como por ejemplo ponerlos en el centro del conflicto. Muchos divorciados utilizan a sus hijos para espiar a sus ex parejas para saber lo que pasa en la otra casa, en qué gasta el dinero su ex y, por supuesto, si hay un nuevo romance. También suelen hablarles mal de la otra persona o los ponen de mensajeros cuando no se sienten capaces de comunicarse directamente. Estos comportamientos pueden crear sentimientos de culpa en los pequeños y hacerlos sentir que han traicionado a uno de sus padres. Ese tipo de misiones, dicen las autoras, simplemente no es apto para niños. El libro les enseña cómo no dejarse involucrar en los problemas de los papás con respuestas como "Yo los quiero a los dos, y no quiero ser parte de sus peleas".

La obra, con llamativas ilustraciones de Daniel Rabanal y con consejos puntuales, les muestra a sus lectores que aunque parece la peor de las pesadillas, el divorcio puede ser una oportunidad para salir delante de una situación insostenible. Porque, como dicen las autoras, es mejor tener dos hogares nuevos pero tranquilos que uno en el que la vida sea un infierno.