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PSICOLOGÍA

Dónde está la felicidad

Nuevos estudios revelan que las personas tienden a buscar la felicidad en el lugar equivocado: creen que se alegrarán con cosas que tienen poco impacto en su bienestar.

27 de abril de 2013

Vivir contentos es la mejor ruta para mantener alejadas las enfermedades y ser longevos, según confirmaron los científicos al revisar más de 160 estudios sobre felicidad. No es raro entonces entender que esta emoción se haya vuelto prioritaria para la gente, y esto se prueba con solo ver la amplia oferta editorial sobre el tema.


Según la periodista Carlin Flora, en 2008 solo en Estados Unidos se publicaron 4.000 nuevos libros sobre felicidad, una cifra extraordinaria si se le compara con los escasos 50 editados en 2000 sobre el mismo tópico.

El auge también se debe a que la felicidad, un tema que antes era monopolio de los filósofos, fue tomada por los psicólogos, neurocientíficos y hasta los economistas que quieren entenderla mejor, ya no en términos teóricos, sino en el plano práctico y cotidiano. 

Preguntas como "¿qué hace feliz a la gente?" han sido el punto de partida de investigadores como Sonja Lyubomirsky, psicóloga de la Universidad de California, quien acaba de publicar el libro Mitos de la Felicidad, en el que asegura que el problema de la mayoría es que busca esta emoción en el lugar equivocado. 

La investigación científica ha arrojado algunas respuestas obvias a dicha pregunta. Tener una relación amorosa, gozar de buena salud y tener dinero genera más alegría que lo contrario.

Sin embargo, otros hallazgos van contra toda la lógica: el dinero, un objetivo que está en la mira de todos, importa pero hasta cierto punto. Lyubomirsky y sus colegas han demostrado que después de cierto nivel, disminuye el impacto de lo material. 

Algo similar encontró Barry Schwartz, profesor del Swarthmore College, quien observó que aunque los ricos reportan mayor satisfacción general que los asalariados, “estos últimos viven más contentos en el día a día”. Los arrendatarios viven más alegres que los propietarios de inmuebles y la gente que compra más experiencias que objetos vive más satisfecha, según Elizabeth Dunn, psicóloga de la Universidad de Colorado y autora del libro Happy Money. 

La razón por la cual la gente no atina a buscar la felicidad en el lugar correcto se debe a que “no es buena para predecir lo que la hará feliz ni cuánto durará esa felicidad”, afirma Daniel Gilbert, psicólogo de la Universidad de Harvard y autor del libro Stumbling on happiness. 

Así, en ocasiones las personas creen que comprar vivienda, casarse o recibir un aumento de sueldo les va a traer alegría total y permanente. El experto destaca un estudio reciente en el que se observa cómo las experiencias positivas o negativas afectan a los individuos apenas durante tres meses, luego de lo cual vuelven a su nivel natural de felicidad. 

Esto sucede porque la gente se acostumbra a todas las situaciones. A esto se le conoce como adaptación hedonística, y según Lyubomirsky, es uno de los grandes obstáculos para ser felices porque “si usted se adapta a cualquier cosa buena que le sucede, como casarse, recibir una herencia, tener un ascenso en el trabajo, nunca va a estar contento”. 

La adaptación también funciona cuando la gente cree que una situación negativa, como un divorcio, un despido o una quiebra financiera, tendrá un impacto funesto en sus vidas, pero al suceder resulta no ser tan grave. Según Lyubomirsky tener en cuenta que todos están influenciados por la adaptación hedonística ayuda a apreciar lo que se tiene y a dejar de sufrir por tragedias futuras pues es desconocer la resiliencia de la mente.

Los expertos han encontrado que cuando la meta no es el dinero ni encontrar marido sino ser feliz, la desdicha puede ser mayor. La mayoría de los psicólogos coincide en que buscar frenéticamente la felicidad genera una presión que lleva al camino opuesto: el de la ansiedad y el estrés. 

Por eso, es mejor concentrarse en actividades que reporten placer y tengan un significado pues, como lo dice Dunn, es más fácil conseguir alegría de manera indirecta, como resultado de otros objetivos, que buscándola directamente. Incluso, algunos proponen que la gente no solo debe enfocarse en las metas sino en el proceso. Richard Davidson, un neurocientífico de la Universidad de Wisconsin, mostró que trabajar mucho para lograr un objetivo activa sentimientos positivos y elimina otros negativos como la tristeza y el miedo, independientemente de que si se logra o no.

Así como no es bueno perseguir la felicidad a toda costa, se recomienda no luchar contra los sentimientos de tristeza, pues hacen parte de la experiencia humana. Así, es bueno aceptar la desdicha sin etiquetarla de mala para no aumentar la ansiedad y el estrés.

La alegría también se esfuma al comparar la situación personal con la de los demás. La gente desdichada se siente mejor cuando, por ejemplo, le va mal en un examen, pero se entera de que a otros les fue peor y se entristece cuando les va bien, pero a otros mejor. Schwartz, quien ha investigado ampliamente las opciones, señala que tener muchas posibilidades para escoger no es compatible con la dicha porque “deja a la gente estresada e insatisfecha”.

Para evitar que las cosas buenas se vuelvan parte del paisaje, Lyubomirsky recomienda la sorpresa, la variedad y la atención. Esta última es importante pues implica apreciar las cosas buenas que ya se han alcanzado. Interrumpir las experiencias positivas para que sean más placenteras y fomentar situaciones que hagan sentir bien a la personas pero evitar a toda costa que se vuelvan cotidianas son algunos de sus consejos. No está de más ver el contexto general y no solo el detalle. 

El premio Nobel de Economía Daniel Kahneman afirma que criar hijos casi siempre es reportado como el oficio más infeliz de todos. No obstante, en el largo plazo quienes son padres reportan mayor satisfacción en sus vidas. Lyubomirsky propone, además, expresar gratitud hacia los demás, escribir un plan para cada semana y ofrecer un acto de generosidad hacia otros. “Ser feliz es un trabajo constante, pero sin duda es el que más réditos le va a traer en la vida”, concluye la experta. Esto es, si sabe donde invertir su energía. 

12 pasos para vivir contentos

Sonja Lyubomirsky, una de las psicólogas más conocedoras de lo que hace feliz a las personas, dice que todos nacen con un nivel de felicidad. La gente optimista construye su vida diaria con actividades que ayudan a mantener ese nivel mientras su contraparte se involucra en experiencias que los hacen más desdichados. 

Sin embargo, este nivel genético de felicidad solo explicaría un 50 por ciento del comportamiento de las personas. Otro 10 por ciento se debe a las circunstancias de cada cual, lo que deja un espacio para mejorar. En estos 12 puntos están algunas recomendaciones para ser más felices.

1. Reconozca las cosas buenas
2. Cultive el optimismo
3. Evite compararse con los demás
4. Tenga gestos de amabilidad con los otros
5. Cultive la amistad
6. Haga lo que le gusta
7. Disfrute las cosas que le dan placer
8. Comprométase con sus metas
9. Desarrolle estrategias para lidiar situaciones difíciles
10. Aprenda a perdonar
11. Practique una religión o la espiritualidad
12. Cuide su cuerpo

Lo bueno de estar alegre

En 2011, Ed Diener, profesor emérito de Psicología de la Universidad de Illinois, revisó más de 160 trabajos sobre felicidad y encontró que la mayoría coinciden en una cosa:  tener una actitud positiva a diario, sin estrés ni tristezas, contribuye a un mejor estado de salud entre individuos sanos. En consecuencia, la gente feliz tiene una mayor expectativa de vida. 

Obviamente, lo contrario también resultó cierto. Uno de los estudios analizados por Diener en el cual participaron 5.000 estudiantes de universidad encontró que a lo largo de 40 años, aquellos catalogados como pesimistas morían más temprano. 

El estrés, así como la ansiedad y la depresión, se asocian a altas tasas de enfermedad y a muertes prematuras. Aunque no se sabe de qué manera la felicidad mejora la salud de la gente, se cree que estar contentos robustece el sistema autoinmune, mejora la autoestima, reduce el estrés y elimina la sensación de dolor. 

Esto a su vez produce una cascada de efectos, entre ellos más energía, más productividad y creatividad, mejor sueldo, todo lo cual lleva a una vida más placentera. El beneficio no es solo individual sino también para la comunidad pues cuando sus miembros están satisfechos tienden a tener  más amigos y una interacción social  de mayor riqueza. 

Marianne LaFrance, psicóloga de la Universidd de Yale ha estudiado el poder de la sonrisa y señala que esta, incluso, podría predecir la felicidad general y la longevidad de alguien. "La gente que sonríe crea más conexiones positivas con los demás", señala la experta, y por consiguiente la gente  se siente más feliz y más saludable. Otros expertos han encontrado que las personas felices son más creativas, colaboradoras y tienen mayor  resiliencia.