Aunque en algunas empresas se pide a los asistentes que apaguen el celular por respeto, muchos hacen caso omiso y siguen inmersos en el aparato. Según un estudio, se estima que cada usuario revisa su celular en promedio 34 veces al día.

COMPORTAMIENTO

El ‘celuvicio’

Cada vez más personas, en especial los más jóvenes, sienten que no pueden vivir sin su teléfono inteligente. Aunque útiles, el uso desmedido de estos aparatos genera conflictos en la vida cotidiana.

17 de marzo de 2012

Hasta hace algunos años, el celular era una herramienta para hacer o recibir llamadas. Sin embargo, poco a poco fueron surgiendo modelos más modernos con nuevas aplicaciones que adquirieron el estatus de teléfonos inteligentes, es decir, aparatos con sistemas operativos capaces de procesar y realizar varias tareas al mismo tiempo. Aunque esto significa, en términos prácticos, una gran ventaja para los usuarios, pues pueden revisar en cualquier momento el correo electrónico, enviar mensajes de texto, chatear, navegar en internet o actualizar sus cuentas de Facebook o Twitter, el lado oscuro es la dependencia hacia estos dispositivos.

Esto es lo que le pasa en la actualidad a millones de personas en el mundo, que pasan largas horas frente a la pantalla tecleando sin límite en sus aparatos. Es común ver a muchos enfocados en ellos mientras asisten a una reunión de trabajo, a una clase, detrás del volante o a la hora de las comidas. Además, sienten mucha ansiedad cuando el aparato no está cerca o se estresan si se les descarga. A pesar de que este comportamiento no es considerado una adicción, un grupo de expertos británicos lo llama nomofobia, que significa sentir miedo o estrés por no tener celular.

Una encuesta reciente, publicada por la compañía SecurEnvoy en el Reino Unido, encontró que el 66 por ciento de los ingleses son nomofóbicos y que el grupo más afectado es el de jóvenes entre 18 y 24 años, seguido muy de cerca por el de adultos entre 25 y 34 años. De acuerdo a los expertos, este hábito se forma porque el cerebro siempre busca estímulos y estos aparatos, tan fáciles de manejar, ofrecen una amplia gama de distracciones que entretienen al usuario. Y aunque es, sin lugar a dudas, una herramienta poderosa que sirve para que la gente esté en contacto con el mundo exterior, el problema surge cuando "se roba toda su atención, afecta su rendimiento en el trabajo o la universidad e interfiere en su vida social y familiar", dijo a SEMANA Guy Winch, psicólogo clínico y bloguero del portal web de la revista Psychology Today.

Según el sondeo de SecurEnvoy, cerca del 30 por ciento de los encuestados aceptó haber utilizado sus celulares durante las comidas, en el baño y en lugares donde está prohibido su uso como en el cine o en la biblioteca. Además, las personas que los usan excesivamente son más propensas a sufrir accidentes mientras envían mensajes o están hablando por el aparato. Un estudio realizado por investigadores indios, publicado en The Indian Journal of Community Medicine, encontró que el 25 por ciento de personas nomofóbicas reportaron haber sufrido accidentes de tráfico, tropiezos al caminar y caídas al subir o bajar escaleras. En las relaciones afectivas también hay problemas. Según Winch, que hace terapia de pareja, "una de las quejas más frecuentes que escucho en mi consultorio es que alguno de los dos se siente a veces ignorado y abandonado cuando el otro está concentrado en el teléfono inteligente", le contó a SEMANA.

Para evitar conflictos, es fundamental establecer normas. Por ejemplo, las familias deben acordar apagar los teléfonos durante las comidas, ya sea en un restaurante o en la casa, y antes de ir a dormir. Los papás no deberían usarlos cuando vayan a estar con sus hijos. "Si las parejas, las familias, e incluso los amigos, pueden llegar a un acuerdo sobre estas normas básicas y las cumplen, estas complicaciones disminuirán", concluye Winch.
 
Usted es nomofóbico si…

1) Siente que su teléfono está vibrando y en realidad está apagado.

2) No puede caminar por su casa o su oficina sin tener el celular a la mano o en el bolsillo.

3) Salta comidas y se acuesta tarde por estar conectado al dispositivo.

4) Empieza a perder amigos, a vivir conflictos con su pareja y a descuidar a sus hijos por pasar la mayoría del tiempo navegando o chateando.

5) No es capaz de salir de la casa si no tiene el celular.

6) Su rendimiento en el trabajo no es óptimo por distraerse con el aparato.

7) No lo apaga ni siquiera para ir a dormir.

8) Revisa desde el aparato su cuenta en Facebook o Twitter cada diez minutos en promedio. Así sea un chequeo que no dure más de 30 segundos, el hecho de que sea repetitivo demuestra dependencia.