Las personas que tratan de autodiagnosticarse mediante una consulta en Internet suelen suponer lo peor sobre su enfermedad.

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El Doctor Google contra el médico de cabecera

Cada vez es mayor el número de personas que cuando se enferman, en vez de pedir una cita médica, prefieren confiarle al Doctor Google su diagnóstico. Es más económico y más rápido, pero poco seguro.

8 de agosto de 2012

Los médicos ya no solo compiten con los curanderos y los homeópatas, ahora también tiene que disputarse la credibilidad de sus pacientes con la fuente de información más rápida y vasta del planeta: Google.

Y es que en vez de esperar días y hasta semanas para obtener una cita, sin mencionar el estrés que a algunos les ocasiona visitar un consultorio y lo costoso que puede ser un especialista, muchos encuentran en la web la solución para todos sus males.

Con tan solo teclear sus síntomas en el buscador aparecen miles de resultados, pero no todo lo que brilla es oro.

Un nuevo estudio de la Universidad de Hong Kong de Ciencia y Tecnología, publicado en la revista Journal of Consumer Research, asegura que las personas que usan Internet para autodiagnosticarse interpretan mal sus propios síntomas.

Aproximadamente el 6 por ciento de la información médica en línea es imprecisa y desorienta a las personas.

“El gran dilema es la calidad de la información pues así como hay una excelentes portales de salud también hay información engañosa sobre remedios milagrosos para todo tipo de males”, le explicó a Semana.com Francisco Lamus, Jefe del Área de Salud Pública y Proyección Social de la Universidad de la Sabana.

Pero el problema va más allá. Los cibernautas suelen dar con la información más pesimista y tienden a asociar leves síntomas con la enfermedad más grave que les arroja el buscador. Según los expertos, Google es capaz de convertir en hipocondriaco hasta al más escéptico.

Los “ciberhipocondriacos”

Para hacer el estudio 250 estudiantes universitarios recibieron información sobre la gripa, el VIH, la osteoporosis y el cáncer de mama. Luego se les pidió a los alumnos que imaginaran que tenían una serie de síntomas (tos, fiebre, resfriado) y se les preguntó si pensaban que tenían gripe "normal" o la más "preocupante" (porcina H1N1).

Como resultado, la mayoría creyó que padecía la cepa más rara y más letal del virus.

"Las personas con frecuencia temen lo peor cuando se trata de su propia salud, al mismo tiempo que mantienen cierta objetividad cuando se trata de alguien que apenas conocen", explica Dengfeng Yan, responsable de la investigación.

Por ejemplo, al escribir “dolor de cabeza” en Google aparecen más de 14 millones de resultados que abarcan desde una simple migraña hasta lesiones en la cabeza, paludismo y tumores cerebrales.

El problema es que quienes consultan el buscador tienden a creer que en su caso no se trata de una cefalea pasajera sino que posiblemente están experimentando los primeros síntomas de alguno de los tipos de cáncer cerebral más agresivos.

En conclusión, cuando el manejo de los buscadores no está mediado por un profesional de la salud tendemos a convertirnos en “ciberhipocondríacos”.

Otras investigaciones

Según un estudio realizado por Microsoft en 2008, un tercio de los internautas termina haciendo pesquisas sobre padecimientos graves, a pesar de que la probabilidad de que la sufran sea mínima. Por eso, “cáncer” es la enfermedad más buscada en la red.

Esto es preocupante teniendo en cuenta que muchas de las personas que se atodiagnostican también suelen automedicarse.

Y aunque no hay cifras de cuántos colombianos recurren a doctores online cuando sienten alguna molestia, varios médicos s coinciden en que los pacientes jóvenes y mejor informados suelen consultar la web antes de acudir a las citas médicas y después, para verificar la información que recibieron.
 
Si no puedes con el enemigo…

La costumbre de algunas personas de usar la web para automedicarse no es nueva. En 2007 el doctor Scott Haig, médico y columnista de la revista Time, describió una nueva especie de pacientes: los “Googleros médicos”.

Así se refería a quienes acuden a su consultorio con una idea fija, generalmente errónea, de qué enfermedad padecen e incluso llevan torres de hojas con toda la información que encontraron en la red.

Según el columnista, “estos pacientes se muestran generalmente desconfiados y escépticos, salen con frases carentes de lógica médica, palabras mal usadas e ideas poco maduradas”.

Sin embargo, es absurdo pretender que los pacientes no ejerzan su derecho a estar bien informados y no aprovechen los beneficios que trae la Internet para tomar decisiones con criterio. En la actualidad la red acoge a un paciente más preparado y capaz de buscar la información que necesita para no entrar a ciegas al consultorio.

Una nueva oportunidad

Bien lo dijo Eric Schmidt, presidente y director general de Google, durante un evento de la compañía en Orlando: “La web es una innovación que ha irrumpido con fuerza en el statu quo acortando las diferencias entre expertos y principiantes, en este caso entre médicos y pacientes”.

Cada vez en mayor medida los médicos están a favor y guían a sus pacientes para que consulten en páginas especializadas, blogs médicos e incluso foros o redes de ayuda.

“Google es una herramienta buenísima sobre todo para ayudar en el cuidado primario de la salud, siempre y cuando el médico de cabecera oriente al paciente y sirva como filtro sobre qué fuentes válidas y confiables puede consultar” agregó Lamus.

El problema es cuando la web reemplaza al médico de cabecera, que es irremplazable. Un computador no puede sustituir los conocimientos, las habilidades ni la experiencia de un profesional de la salud.

La relación medico paciente es indispensable. “Lo que ocurre es que con el actual sistema de salud, a los pacientes los atiende de forma aleatoria un médico que ni siquiera se sabe su nombre, no conoce su historia familiar y no establece una relación personalizada, lo que termina pareciéndose al Doctor Google y por eso las personas no perciben la diferencia”.