EL MUNDO IRREAL DE LOS TRANQUILIZANTES

Lo que antes era considerado como un vicio propio de mujeres maduras para controlar la ansiedad, está siendo adoptado por los niños para evadir problemas y frustraciones.

10 de julio de 1995

DE ALARMANTE podría catalogarse el incremento de personas que acuden a los tranquilizantes en Colombia. El consumo de estas sustancias se ha sextuplicado en los tres últimos años. Lo más grave es que el inicio del consumo se está dando en la flor de la infancia, entre los ocho y los 12 años, con consecuencias tan graves como las alteraciones en la memoria y la pérdida en los procesos cerebrales.
Lo que antes era considerado como un vicio propio de mujeres maduras y adineradas, que buscaban controlar la ansiedad, está siendo adoptado por los niños para evadir problemas y frustraciones que no desean afrontar. Así como los barbitúricos fueron la moda de los 70, hoy se ha incrementado el consumo de las benzodiazepinas, al punto que las cifras se han multiplicado por seis. El Rohypnol, es una benzodiazepina, cuyo compuesto -flunitrazepam- actúa como inductor al sueño natural, a diferencia de los somníferos que proporcionan un sueño artificial. "Es muy utilizado por los médicos para relajar a los pacientes antes de una cirugía, a fin de evitarles las sensaciones de angustia y ansiedad", indica el doctor Hugo Gallego, toxicólogo del Hospital San Vicente de Paúl de Medellín. Uno de los problemas que presentan las benzodiazepinas es que son bastante adictivas. Si un paciente necesita producir repetidamente el efecto inicial de la droga, deberá aumentar el consumo progresivamente. Los pacientes consumidores que ingieren un cuarto de pastilla para poder dormir, pronto estarán tomando una dosis completa y así, hasta completar 20 unidades en un día, como ha podido detectar el toxicólogo Gallego.
A pesar de que los tranquilizantes son objeto de control estatal, se ha verificado que existe un consolidado mercado negro surtido por el contrabando. La droga se expende en farmacias que se respaldan con certificaciones médicas falsas. Además existe un comercio que se desarrolla en colegios, bares, discotecas y otros lugares públicos, en donde los mismos jóvenes son incluso los mercaderes de estas sustancias.
Al ingerir las 'roches' como la llaman familiarmente los consumidores, los adictos suelen mezclarlas con cerveza, vino o brandy. Algunos incluso se las toman con café negro o la mezclan con marihuana. De esta forma se logra una potencialización mayor de sus efectos, al punto que, en ocasiones, pueden llevar al estado de coma, paro respiratorio y hasta la muerte. "La realidad es que se está abusando de los tranquilizantes. Su fácil adquisición, su cómodo porte y la ausencia de olor o de humos delatores, los clasifican como una de las drogas favoritas de los adolescentes en la actualidad," afirma el doctor Carlos Horacio Vélez, coordinador del Plan Municipal de Prevención de Medellín. "Este tipo de droga produce una adicción sicológica y en asociación con otras sustancias sicoactivas, gran adicción física".
En el Hospital San Vicente de Paúl -comenta el toxicólogo Hugo Gallego- se han registrado casos de adicción en niños de ocho años, siendo mayor el énfasis entre los 10 y los 18 años. "Sabemos que existe un mercado ilegal cuyo centro de distribución para Medellín es Guayaquil, un sector del centro de la capital antioqueña. Los farmacéuticos las venden al por menor, logrando una rentabilidad inmensa y luego se consiguen las certificaciones correspondientes ya que el Rohypnol es un fármaco controlado".
Este consumo también se encuentra muy unido a la violencia, puesto que por sus propiedades para producir amnesia y replegar el miedo, las 'roches', o el Rohypnol, se ha constituido en un importante ingrediente en la actividad delincuencial.
Lo cierto es que los muchachos están experimentando con drogas con las que creen que no hay mucho riesgo. Este desconocimiento obliga a las entidades y autoridades competentes a hablar sobre los riesgos. Aunque se trata de un medicamento controlado, es fácil obtenerlo en el mercado negro y su consumo entre los jóvenes está causando alarma entre los especialistas en adicciones.

'TRANQUILO HERMANO'
JUAN COMENZO a los 10 años. Era un chico tímido e inseguro y vivía en un barrio popular en las zonas marginales de la ciudad. Fue entonces cuando un día en el bus en que iba para la escuela un compañero suyo le ofreció un cuarto de una pastilla pequeña que, según le dijo, lo haría sentir más tranquilo. Ese fue el comienzo de un camino adictivo que lo llevaría a ampliar su consumo hasta ingerir en un mismo día 20 pastillas. El proceso lo condujo a convertirse en un 'jíbaro', o distribuidor, que vendía a 400 ó 500 pesos la unidad, con casi un triple de utilidad.
Fueron siete años de absurdos contactos, de violencia, de amnesia y pérdida de facultades cerebrales como consecuencia de su consumo compulsivo de Rohypnol. Hoy, a los 17 años, Juan se encuentra librando una dura batalla contra su adicción en uno de los centros especializados que existen en Medellín.
Algo parecido le ocurrió a Pacho. Comenzó cuando cumplió los 11 años. Le enseñaron a mezclar las 'roches' con la marihuana para obtener el "efecto de movimiento y de valentía", dice. Lucho, otro joven de 17 años, prefería la 'rochiza' -combinada con tinto, cerveza o brandy- con lo cual, según él, "lograba superar muchas alteraciones en mis relaciones con los demás". José comenzó un poco más tarde, a los 15 años, cuando inició simultáneamente el consumo de la marihuana, la cocaína y las 'ruedas' como las llama familiarmente . El le atribuye su consumo a su propia inseguridad y su baja autoestima.
Son miles los caminos para llegar a este mundo irreal de los tranquilizantes.