EL PERFECTO INFIEL

Una investigación de dos sociólogos españoles sobre las reglas de oro para ser infiel sin ser descubierto, se convierte en un éxito editorial.

9 de julio de 1990

Nadie sabe todavía si es por simple curiosidad o porque resulta práctico disponer de un manual de cabecera, lo cierto es que a las pocas semanas de salir al mercado el libro "Cómo ser infiel sin que te descubran" publicado por la editorial Temas de Hoy empieza a agotarse en las librerías españolas. Al parecer, todo el mundo quiere saberlo todo acerca de la mejor forma de mantener relaciones prohibidas.

Con mucho humor y datos claves acerca del arte del engaño, el libro aporta también algunas estadísticas interesantes: el 50% de los hombres y el 20% de las mujeres admiten que son infieles. Y quizás es en esos millones de "culpables" donde radica el éxito de ventas. En una "exhaustiva investigación", los autores Antonio Pérez Henares y Carlos Malo Molina decidieron seguirle la pista a la infidelidad encuestando a miles de adúlteros acerca de los recursos para mantener en secreto sus relaciones extraconyugales, varios detectives dedicados a la labor de pescarlos "in fraganti" aportaron los errores que finalmente delatan a un infiel, incluso los cónyuges afectados señalaron cuáles son las principales causas que los hacen entrar en sospecha.

Aparte de la cuestión moral, los autores señalan que las aventuras amorosas representan para la mayoría, más dolores de cabeza y desvelos que satisfacciones. Y aunque hay infieles perfectos que logran pasar años en su doble juego, otros, con una sola cana al aire, terminan con un ojo morado o abocados a la separación de su pareja. Conscientes del riesgo que representa el engaño, los sociólogos aseguran que si no se conocen los principios esenciales, las consecuencias del adulterio pueden ser fatales.
"Practicarlo una vez no es pecado, dos es venial, tres es mortal y a la cuarta... lo pescan", aseguran.


EL DECALOGO DEL INFIEL

1. NO TENER AMANTE FIJO

Según los expertos, la aventura sentimental pasajera siempre es más segura. Lo que provoca que el engaño se haga patente son los encuentros reiterativos con una misma persona. En primer lugar, porque un amante fijo hace que los hábitos y costumbres del infiel cambien. Y en segundo, porque un amante enamorado tiende indefectiblemente a dejar huellas que indiquen su existencia a su rival.

2. LA VERDAD A MEDIAS.

El arte del engaño es un complejo proceso que exige como soporte la verdad. Una base de elementos ciertos son un requisito indispensable para sostener una gran mentira.
Una excusa como "Me voy a Cartagena", puede ser la parte real que soporte un viaje en compañía clandestina. Otro consejo muy útil aportado por los adúlteros consultados es cuidarse de los nombres. Un cariñoso "gordito" o "gordita", eliminarán por completo el riesgo de que, en sueños se pronuncie un nombre que dificilmente podrá justificar.


3. NUNCA EN CASA.

Jamás. Usted no sabe los mil detalles de un hogar, su mujer sí. Ella sabe exactamente como están colocados los vasos y las botellas en el bar y una modificación puéde conducir al desastre. Además, cualquier descuido insignificante de su amante -un arete que ha caido al suelo, o un portafolios olvidado puede ser el alarido que pregone su infidelidad. El riesgo es total.

4. SALGASE DE SU CIRCULO.

Ni en el trabajo, ni en el ambiente profesional, ni en el grupo de amigos. Cuantos menos puntos de contacto se establezcan, habrá menos posibilidades de un desenlace fatal.
Cuando escuche aquello de "creo que tenemos amigos comunes", preparese para salir huyendo..


5. CAMBIE DE AMANTE PERO NO DE HABITOS.

Si no quiere delatarse, no cambie de costumbres, y menos en la cama. Inmediatamente su pareja se cuestionará en dónde ha aprendido y nada logrará acallar las sospechas. Centenares de respuestas de víctimas de adúlteros afirman que indefectiblemente los han descubierto por sus cambios de hábitos y la despreocupación de las tareas cotidianas.

6. NO DEJE RASTROS.

Los infieles caen más por el dinero que por las huellas de lápiz labial en el cuello de la camisa. Ellas, en cambio, se delatan más por los regalos que por los horarios. El dinero, el tiempo y los regalos son los delatores más comunes del pecado. Sea prudente y pague con dinero en efectivo; recuerde que ante una evidencia tan contundente como el recibo de la tarjeta de crédito, estará perdido.

7. EXCUSAS ORIGINALES.

Creatividad e inventiva son requisitos indispensables. Pero ante todo es necesario que usted mismo se crea la historia que va a contar. Y lo original es más creíble que el sistemático "tengo mucho trabajo" o "voy donde mi tía". Si hay sospechas, es mejor alegar que lo han secuestrado los extraterrestres que aquello de "ya sabes cómo es eso. No me dejaban salir".

8. SEGURIDAD ANTE TODO.

Aunque esté al borde del abismo no balbucee. Si entra en un restaurante con su amante y se encuentra de bruces con su pareja legítima, reaccione con prontitud. Salga como un rayo y vista al portero para que cene con su "plan". Usted puede pasar inadvertido como portero. En última instancia, si es descubierto, siempre es mejor salir con gracia que gimoteando. Una mujer puede perdonar a un sinvergüenza simpático, pero nunca a un adúltero estúpido. Esta fórmula sin embargo, no funciona en el caso de las mujeres Los hombres son menos sutiles y la inocencia fingida siempre da mejores resultados .

9. SOLO PARA DOS.

No mezcle amigos y aventuras. El amor es cosa de dos, como dice el proverbio inglés, "más es multitud".
En lo máximo que se puede confiar es en un amigo que "lo cubra" sin más detalles. Las mujeres, lo más que pueden decirle a una amiga, si de verdad quieren preservar el secreto, es que piensan meterse de monjas de clausura. Contar a alguien las aventuras es un riesgo altísimo: hay más chismosos que infieles.

10.. DISCRECION.

Es el pilar del engaño. Un buen consejo es buscar una persona de estado similar al suyo: si ambos son casados, tendrán mayor discreción. En cuanto a alardear, cuídese. En primer lugar, los faroleros son desastrosos amantes. Sus éxitos son casi siempre ruido y casi nunca nueces. Y cuando son pescados, terminan por pagar hasta las infidelidades que no han cometido. Las mujeres aprecian la discreción de sus amantes como la mejor virtud. Los hombres, lamentablemente, no tanto. La única excepción para alardear es si la conquista es un mito de la categoría de Kim Bassinger o Tom Cruise.

Por último, los autores advierten que tener un amante es una de las aventuras más peligrosas que ofrece el mundo moderno. Pero si a pesar de los riesgos desea lanzarse, lo mejor es ser un infiel cabal. En primer lugar, es necesario tener en cuenta que existen claras diferencias entre los dos sexos. Hombres y mujeres sospechan de sus parejas por diferentes causas. Y más que las evidencias físicas son los factores sicológicos los que terminan pregonando el pecado. Según los autores, un hombre infiel generalmente regresa al hogar dispuesto a obtener el perdón por un delito que su mujer no conoce. Es cuando llegan los cariñitos intempestivos y los regalos inesperados. La mujer en cambio, adopta una actitud hostil hacia su marido y se vuelve "más respondona".

Si a pesar de todos los consejos, es sorprendido, el consejo de los especialistas en la materia es negarlo hasta el final. La moda "progre" que existía en los ochenta, de contarlo todo, ya pasó. No fueron pocos los matrimonios que sucumbieron, no ante la infidelidad misma, sino ante la equívoca fórmula de torturar a la pareja contándole con lujo de detalles cómo le habían puesto los cuernos, por parte del cónyuge arrepentido que regresaba al redil conyugal. En la década de los noventa se impone el secretismo. -