obituario

El poeta sobreviviente

A los 83 años murió en el exilio Juan Gelman, uno de los grandes poetas argentinos, ganador de los premios Cervantes y Juan Rulfo. Para él la literatura fue una forma de supervivencia.

18 de enero de 2014

Poesía y mili-
tancia son dos palabras que condensan la vida de Juan Gelman. Y sin embargo, referirse a él simplemente como un ‘poeta militante’ sería  empobrecerlo. Lo justo, entonces,  es explicar de qué manera entendió la poesía y el compromiso político. La dictadura argentina cayó pero los poemas de Gelman perduran más allá de ese momento histórico y también sobreviven a su hijo torturado y asesinado por esa dictadura. El dolor –y el amor– redimen su poesía y su vida y nunca la dejaron caer en la fácil tentación del panfleto.
La política y el exilio rodearon su infancia. Su familia, de origen ruso –ucraniano para ser más exactos– se estableció en el barrio judío de Villa Crespo. Gelman fue el primero en nacer en suelo argentino en 1930. Ilusionado con la Revolución de Octubre, en 1917, su padre había regresado a Rusia para luego decepcionarse: “El destierro de Trotsky marcó para él el fin de la esperanza”, contó Gelman. Aunque no para él: a mediados de los años cincuenta se afilió al Partido Comunista y con otros compañeros fundó un  grupo político-literario para oponerse a la dictadura de Aramburu. Querían hacer una “poesía en armas”, de corte popular, arraigada en la tradición argentina.  
No derrocaron a Aramburu pero Gelman encontró un estilo que lo acercó al lenguaje coloquial, cotidiano, y que explica por qué su poesía siempre le llegó a un público muy amplio: “De la violenta madrugada / un hombre entra a su casa y el olor de sus hijos / le golpea la cara, los olvidos, la furia, / ahora cierra la puerta con doble llave / y se saca la gente, la ropa con cuidado, /apaga los gritos de la camisa /o los ojos del camarada que brillan en la cárcel. / Y oye cómo se mueve la ternura en la pieza, / bajo sus ramas dormirá todavía una noche, /bajo sus ramas yacerá cuando caiga”.
En los años sesenta empezó a trabajar como periodista, la profesión de su vida, de la cual quedan tres tomos de artículos y crónicas que todavía están por descubrir. En esos años también se incrementó su militancia: ingresó al grupo guevarista Fuerzas Armadas Revolucionarias. Y en 1973, hizo parte de los Montoneros, una organización de tendencia peronista, de la cual terminó retirándose años después por desacuerdos con su militarismo extremo. Mientras denunciaba las violaciones de los derechos humanos en Argentina, en 1976 una dictadura militar que duraría hasta 1983, derrocó el gobierno de María Estela Martínez, lo cual fue el comienzo de su largo exilió que lo llevó a Roma, Managua, Nueva York y Ciudad de México, donde murió la semana pasada a los 83 años.
En agosto del primer año de la dictadura, ocurrió un hecho que partiría su vida: sus hijos Nora Eva, de 17 años, y Marcelo Ariel, de 20 años, junto con su nuera María Claudia, de 19 años y embarazada de siete meses, fueron secuestrados. En 1990 un equipo forense identificó los restos de Marcelo, encontrados en el río San Fernando dentro de un tambor de grasa lleno de cemento y con evidencias de haber sido asesinado de un tiro en la nuca. María Claudia nunca apareció, sin embargo, diez años más tarde, Juan Gelman descubrió que su nieta había nacido en cautiverio y fue entregada a un policía uruguayo. Logró recuperarla y rebautizarla como María Macarena Gelman.
Con su canto, el poeta Gelman tal vez nunca consiguió curar el infortunio, como pedía Medea. A pesar del profundo dolor, su obra alienta la esperanza e invita a la resistencia, a pesar de todo: “No bajo a los infiernos/ subo hasta mi hijo clausurado /en su bondad/ belleza/ vuelo...”. n