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SALUD MENTAL

El porno es adictivo, según estudio

Un estudio demostró que consumir demasiado material triple X en internet puede generar adicción. Preocupan en particular los niños, que pueden acceder fácilmente a esos contenidos.

28 de septiembre de 2013

La pornografía siempre ha estado rodeada de polémica. Sin embargo, la discusión acerca de su influencia en la vida sexual de las personas se ha acalorado en los últimos años debido al auge de internet, pues el acceso a este tipo de material está a dos clics de distancia y se calcula que cada segundo cerca de 30.000 personas están viendo porno en la red. 

Lo más alarmante es que muchos de ellos son menores de edad. Según los expertos un niño antes de los diez años habrá ingresado a estos sitios al menos una vez. Se considera que los adolescentes entre 12 y 17 años son los grandes consumidores de este contenido.

La semana pasada un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, revolvió el avispero una vez más porque encontró que consumir pornografía en exceso puede generar adicción al igual que las drogas, el cigarrillo o el alcohol. La psiquiatra Valerie Voon reunió a varios adultos de entre 19 y 34 años que consumían porno a diario compulsivamente. 

A cada uno les tomó imágenes por resonancia magnética para evaluar su actividad cerebral mientras observaba videos triple X. Los resultados mostraron que la reacción era muy similar a la de un alcohólico cuando ve una publicidad de licores. “Encontramos mayor actividad en la región del cerebro relacionada con la recompensa, la motivación y el placer”, señaló Voon. 

Este hallazgo concuerda con los resultados de investigaciones anteriores. Al parecer, observar durante muchas horas videos triple X dispara los niveles de dopamina, una hormona vinculada al placer. El problema es que, como sucede con otras adicciones del mundo online, como la de los juegos de video, en esta no hay que esforzarse mucho para obtener el goce porque el usuario encuentra a su disposición un estímulo variado y constante. 

“Se trata de una búsqueda insaciable de material novedoso e impactante para satisfacer la curiosidad sobre el sexo en la pantalla. Por eso es aún más fuerte en los adolescentes”, dijo a SEMANA el experto Gary Wilson, fundador de la página web yourbrainonporn.com

En efecto, lo grave del asunto es que los cerebros adolescentes son muy vulnerables a las adicciones porque la corteza prefrontal, encargada de controlar los impulsos, no madura sino hasta los 25 años. En el caso de la pornografía en la red, que ofrece material explícito, las prácticas suelen ser violentas y degradantes, lo cual crea estereotipos falsos que distorsionan la visión que los jóvenes construyen sobre las relaciones sexuales. 

“Se aferran al porno antes de tener su primera experiencia con una pareja y esto genera cambios en su cerebro”, explicó a SEMANA Robert Taibbi, trabajador social clínico y experto en salud mental. Por eso son cada vez más comunes los casos de disfunción eréctil o falta de deseo sexual en los jóvenes. 

Aunque no existe consenso sobre los peligros del porno, muchos consideran que la investigación de Cambridge podría ser esencial para que se tomen medidas al respecto. En el Reino Unido, por ejemplo, ya ha habido propuestas para bloquear estas páginas y exigir a los usuarios que deseen acceder a ellas registrarse con su proveedor de internet. Habría que probar qué tan viable sería ese tipo de propuesta en Colombia. 

Por lo pronto, los expertos recomiendan que los padres de familia sean conscientes de la situación y hablen del tema con sus hijos con énfasis en los riesgos de consumir este tipo de material. Otra opción es tomar ciertas medidas en casa para evitar que accedan fácilmente a estos sitios web. “Por extraño que parezca, la adicción a la pornografía se debe al internet de alta velocidad. Si no hay conexión, no existe”, afirma Wilson. 

Otras estrategias incluyen disponer que los niños usen el computador o la tableta en áreas comunes de la casa, revisar el historial de navegación y apagar la conexión a internet en las noches. Por otro lado, hay que ofrecerles alternativas y motivarlos a que hagan ejercicio, socialicen y se distraigan en otras actividades. La advertencia, vale la pena aclarar, no es solo para los pequeños. 

“Los adultos que son consumidores habituales de porno deberían dejarlo por unos meses para medir qué tanto los afecta”, dice Wilson. Si sienten el síndrome de abstinencia, es decir ganas urgentes de consumir porno, podrían clasificar en la definición de adictos.