El sida: lo que cuesta

Tan alarmante como las cifras de propagación del sida, es el costo que esta enfermedad representa para el Estado o para el paciente.

1 de noviembre de 1993

EL MAS ALTO PRECIO QUE ESTA PAGANdo la humanidad por la propagación del sida no se puede estimar en términos económicos. Se trata de una enfermedad que está cobrando la mayor parte de sus víctimas entre la población joven, en edad productiva y reproductiva. Y a nivel individual el costo social también es incalculable. Un diagnóstico seropositivo no significa solamente enfrentarse a una sentencia a muerte, sino también al rechazo de la sociedad e incluso al de su propia familia.
Pero, además, el costo económico es tan alarmante como la epidemia misma. Hasta tal punto que si la propagación sigue como hasta ahora, los recursos destinados a este tipo de pacientes podrían, fácilmente, consumir todo el presupuesto de salud. Y esta no es una proyección futurista. "Esto es lo que ha sucedido en algunos países del Africa, donde la tercera parte de la población está infectada", señala el epidemiólogo Juan Eduardo Céspedes, investigador de Planeación Nacional. En los países desarrollados la situación también es crítica: "En Estados Unidos, se estima que el costo promedio anual de atención a una persona infectada con el virus oscila entre 30 mil y 50 mil dólares. De esta cifra, 10 mil dólares corresponden a medicamentos".
En Colombia -señala el investigador- el gasto en salud es el siete por ciento del Producto Interno Bruto, es decir, 3.500 millones de dólares al año. Según los estimativos, en el país uno de cada mil colombianos está infectado con el virus. Esto, en una población de 33 millones de habitantes, da una cifra de 33 mil portadores asintomáticos y un 10 por ciento que ya ha desarrollado la enfermedad. El costo potencial del tratamiento para estos tres mil pacientes sería del orden de 30 miIlones de dólares al año. Calculando la mitad de esta cifra -15 millones de dólares-, para la atención a los portadores el costo potencial de atención en sida alcanzaría 45 millones de dólares al año. "Lo que significa que el 1,2 por ciento del presupuesto total de salud del país estaría destinado únicamente a la atención de pacientes de esta enfermedad, sin incluir la prevención".
Y estos estimativos son bajos. Según los registros oficiales, en Colombia hay 4.500 enfermos y entre 20 y 40 mil portadores. En opinión de los especialistas que trabajan en sida, en el país puede haber entre 15 y 30 mil enfermos de sida y de 50 a 150 mil portadores del virus. "Pero lo único claro es que es una enfermedad sexual prevenible, y esa debe ser la prioridad", dice Céspedes.
BATALLAS CONTRA EL TIEMPO
Como no existe cura, el reto médico ante el diagnóstico seropositivo es el de prolongar la vida del paciente y mejorar su calidad. Esta lucha se libra en dos frentes. Primero, contra el virus, tratando de controlarlo para alargar hasta donde sea posible el período de latencia, que oscila entre uno y 14 años. Y segundo, cuando ya la enfermedad ha minado el sistema inmunológico, combatiendo las llamadas infecciones oportunistas.
Las únicas armas que existen para luchar contra el virus son los antirretrovirales, conocidos como AZT, DDI y DDC. Estas sustancias inhiben la replicación del virus, lo cual permite prolongar el tiempo entre el contagio y el desarrollo de la enfermedad. "Según los primeros estudios, el AZT prolonga la vida de los pacientes en un promedio de 18 meses", dice el doctor Jaime Saravia, coordinador de la Unidad de Infectología del Hospital San Juan de Dios de Bogotá. Por su parte, el doctor Guillermo Prada, jefe del departamento de infectología de la Fundación Santafé de Bogotá, señala: "Tratar al portador asintomático en forma temprana no sólo prolonga la vida sino que hace que el desarrollo de la enfermedad sea menos severo". Los otros dos medicamentos, el DDI y el DDC, son considerados como complemento del tratamiento con AZT y para pacientes que muestran intolerancia.
Esto quiere decir que un paciente asintomático tiene que tomar esta droga diariamente, durante un tiempo indefinido. Sin embargo, el precio de estos medicamentos está fuera del alcance de la mayoría de los bolsillos. Según el Ministerio de Salud, el costo del tratamiento de AZT para un paciente es de un millón y medio de pesos al año. El frasco de 100 cápsulas -para un mes- vale 120 mil pesos, en el laboratorio. El alto precio se debe, principalmente, a que son sustancias cuyos costos de producción requieren materias primas muy especializadas. "Pero un frasco comprado en Miami cuesta el equivalente a 80 mil pesos, mientras que aquí se consigue por 250 mil pesos", dijo a SEMANA el familiar de un paciente. En cuanto al DDI, tiene un costo de 70 mil pesos, y un paciente puede requerir dos frascos al mes.
Por eso en muchos casos, aunque el médico lo prescriba, el paciente no puede tomarlos. Y aunque algunos han interpuesto acción de tutela para demandar el suministro de este tipo de medicamentos -que en algunos países está subvencionado por el Gobierno-, resulta prácticamente imposible para las instituciones del Estado suministrarlos. Según el viceministro de Salud, Wolfgang Munar, "en el nuevo plan de acción que el Ministerio de Salud ha emprendido contra el sida se está estudiando la posibilidad de reducir las barreras de acceso a las drogas.
Pero mientras no se demuestre que son realmente la mejor alternativa no se puede garantizar que hagan parte de los medicamentos de la canasta hospitalaria".
EL DILEMA DEL AZT
La decisión de suministrar o no el AZT no se basa únicamente en su alto costo. Los resultados de un estudio reciente han obligado a una revisión sobre su eficacia. Hace siete años, cuando el AZT se aprobó como tratamiento para el sida, las pruebas en laboratorio demostraron que inhibe la reproducción del virus y disminuye significativamente el deterioro del sistema inmune. Esta hipótesis, sin embargo, no fue corroborada por un gran estudio -Concord- realizado en Francia y Gran Bretaña, cuyos resultados se conocieron hace tres meses. El estudio hizo un seguimiento de cuatro años en 1.700 portadores del virus. Cuando se inició, en octubre de 1988, los pacientes se dividieron en dos grupos: uno recibió AZT el otro un placebo. En Diciembre de 1992, cuando se hizo la comparación de sobrevivencia entre los dos, los investigadores no encontraron ninguna diferencia. "Este resultado es preocupante -dice el epidemiólogo Jorge Eduardo Céspedes-, porque, si no frena desarrollo de la enfermedad, al menos debería mejorar la calidad de vida. Pero la droga produce una cantidad de efectos adversos, tales como complicaciones renales, hematológicas, neurológicas que comprometen la calidad de vida del paciente".
Las conclusiones del estudio Concord han originado, lógicamente, una gran controversia. Pero independientemente de los intereses económicos, opinión generalizada entre los especialistas que atienden pacientes de sida es prescribirla a pesar de los efectos adversos. "Los pacientes que reciben AZT tienen menos infecciones oportunistas y en este sentido su tratamiento es menos y complicado", dice el doctor Gabriel Martínez, jefe de medicina interna y coordinador del programa de sida del Hospital Simón Bolívar de Bogotá, quien explica que el AZT no es una droga que requieren todos los portadores asintomáticos o enfermos de sida, ya que existen parámetros específicos para su prescripción, de acuerdo con el número de linfocitos CD4, un marcador de progresión inmunológica. "Hay estudios a sobre costobeneficio que indican que, tratar al paciente asintomático con AZT, es mucho menos costoso que tratar al enfermo", señala el doctor Guillermo Prada.
¿MORIR ARRUINADO?
El valor de los antivirales no es, sin embargo, lo que más pesa en el tratamiento del sida. "El costo en esta fase de la enfermedad depende de la frecuencia con que el paciente sea atacado por estas infecciones oportunistas y de que requiera o no hospitalización", explica el doctor Jaime Saravia.
Cuando el sistema inmunológico se colapsa por acción del virus, el paciente es presa fácil de todo tipo de infecciones severas -como meningitis, gastroenteritis, neumonías, diarreas crónicas, hongos, tumores, etc.- que deben ser tratadas con dosis dobles o triples de los medicamentos que se formulan a otros pacientes.
Algunas complicaciones frecuentes, como la candidiasis o moniliasis, se tratan con antimicóticos. Un frasco de estos medicamentos puede costar 10 mil pesos. Otra infección que se presenta en el 60 por ciento de los pacientes es el pneumocistis carinii, que requiere dosis tres o cuatro veces superiores a las normales. Una caja del medicamento, que alcanza para tres o cuatro días, cuesta 2.500 pesos. Drogas más especializadas, como el Interferon, utilizado para tratar el sarcoma de Kapossi, vale entre 300 y 400 mil pesos. De otra parte, muchos antibióticos que se requieren no están en el mercado o han sido reemplazados por otros más costosos. Así, una formulación que hace un año costaba 4.000 pesos en una droguería hoy cuesta 40.000 pesos.
A esto hay que sumar las hospitalizaciones periódicas que algunos pacientes requieren. "Los mayores costos están relacionados con las hospitalizaciones prolongadas, las cuales se presentan en el 10 por ciento de los pacientes", dice el doctor Gabriel Martínez,
del Hospital Simón Bolívar de Bogotá, donde se recibe un nuevo caso de sida a diario. "El costo de atención promedio en una institución del Estado representa un gasto de 95 mil pesos cada día, situación que se agrava por el hecho de que un paciente con sida puede permanecer hospitalizado en promedio 45 días al año. Es decir, cuatro millones 275 mil pacienteaño, por asistencia mínima promedio", señala Manuel Antonio Velandia, miembro de la Fundación Apoyémonos y coordinador de la Red Latinoamericana de Organizaciones no Gubernamentales que trabajan frente al sida.
En el Instituto de Seguro Social, donde se han diagnosticado 600 casos, se realizó en 1992 un estudio según el cual el costo de cada paciente de sida es de proximadamente tres millones de pesos por año. "Pero este estimativo no contempla los nuevos métodos de diagnóstico, el uso de elementos desechables ni la intervención del equipo interdisciplinario -médicos especialistas, sicólogos, siquiatras, trabajadoras sociales y enfermeras- que se requiere para la atención de estos pacientes", explica la doctora Berta Gómez, coordinadora del programa en la Clínica San Pedro Claver.
Un portador del virus del sida necesita también de un riguroso chequeo médico -cada dos o tres meses-. Para un enfermo que no esté afiliado a la seguridad social, la consulta con un especialista puede valer entre 25 y 30 mil pesos. Estos controles generalmente incluyen algunos exámenes especializados como el perfil inmunológico, que tanto portadores como enfermos deben hacerse al menos dos veces al año, y cuyo costo oscila entre 45 y 120 mil pesos.
PAÑOS DE LAGRIMAS
El drama de los pacientes de sida en Colombia no es ajeno a los profesionales de la salud ni a las numerosas fundaciones de ayuda que existen. Tanto los unos como los otros hacen ingentes esfuerzos por brindar una atención integral a estos enfermos, apoyo a las familias y conseguirles, a través de los laboratorios, el acceso a los medicamentos. Pero comparado con los servicios a otros enfermos terminales, el sida sigue siendo la cenicienta de los programas de salud. Incluso los fondos que proveen para el sida las agencias internacionales no son para atención de pacientes sino para programas de prevencion.
Recientemente, el Ministerio de Salud aprobó una partida de 10 mil millones de pesos para el sida, que se destinará a una campaña nacional de prevención que se realizará en los próximos dos años. Aunque para nadie es un secreto que la prevención es prioritaria, el llamado de quienes trabajan con los pacientes de sida es que también se incluyan programas para quienes ya padecen la enfermedad. Máxime si se tiene en cuenta que ninguna empresa aseguradora del mundo tiene contemplado el sida en sus programas de salud, y que tampoco es una enfermedad que cubran las compañías de medicina prepagada. -

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