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Ellas también juegan doble

La infidelidad dejó de ser un asunto de los hombres. Cada vez son más las mujeres que deciden echarse una canita al aire.

1 de agosto de 2004

En 1857 Gustave Flaubert escribió Madame Bovary, la historia de una mujer que sobrellevaba un insípido matrimonio y que después de tener varios amantes escogió tomar arsénico antes que vivir sin amor. Años más tarde León Tolstoi dio vida a Anna Karenina, un personaje de ficción que refleja la realidad de esa época, pues desesperada por amar a un hombre que no era su marido prefirió arrojarse bajo las ruedas de un tren. Mucho ha cambiado desde entonces. Aunque hay rincones del planeta donde lapidan a las mujeres por ser adúlteras, en Occidente son más las que se atreven a ser infieles, una condición que hasta hace poco podía considerarse exclusividad de los hombres.

"Conocí a alguien", "estoy aburrida de mi marido", "quiero vivir algo nuevo", son expresiones que cada vez se escuchan con más frecuencia no solo en el consultorio de terapistas de familia sino en reuniones de mujeres casadas que, en medio de una charla animada por los vinos, comparten sin tapujos ni reproches sus canitas al aire al estilo de la serie Sex and the City. Conclusión: el número de mujeres infieles está en ascenso constante. De acuerdo con un reciente informe de la revista Newsweek titulado La vida secreta de las esposas, los expertos norteamericanos estiman que de sus pacientes, entre el 30 y 40 por ciento de las esposas son infieles frente a 50 por ciento de los esposos. Aunque es difícil obtener cifras precisas puesto que los hombres generalmente las aumentan y las mujeres las disminuyen, es evidente que la brecha se está cerrando: en 1991 el Centro Nacional de Investigación de la Opinión de la Universidad de Chicago reveló que el 10 por ciento de las encuestadas había tenido relaciones extramatrimoniales. En 2002 la estadística aumentó a 15 por ciento frente a un porcentaje del 22 en los hombres. Esto quiere decir que como tendencia mundial, las mujeres se están dando el mismo permiso que sus compañeros.

Sin duda desde siempre ha habido infidelidad en ambos géneros, pero las condiciones de las mujeres eran bien diferentes. "En las familias patriarcales de otras épocas mientras en los hombres era aceptada, en ellas significaba la posibilidad de un embarazo y llevar sangre extraña a la casa, lo que era el principal temor", explicó a SEMANA la sexóloga Lucía Náder. Cambios en el contexto social y cultural han sido el punto de partida de esta nueva especie de revolución femenina. Hoy las mujeres son más autónomas. Al haber pasado de amas de casa a mujeres de oficina se les ha ampliado el horizonte, en tanto crece la posibilidad de moverse en diversos espacios y entablar relaciones con nuevas personas. Los romances en el sitio de trabajo son muy frecuentes: "Me di cuenta de que compartía más tiempo e intereses con un compañero de trabajo que con mi esposo y eso hizo que notara los vacíos de mi matrimonio", contó a esta publicación Gloria, una publicista de 38 años.

El trabajo da dinero; el dinero, independencia y ésta, poder, lo que significa tener el control. "El hecho de que una mujer obtenga recursos no la convierte automáticamente en infiel. Pero si antes era dependiente de su esposo, tenía menos opciones para elegir. Ahora tiene mayor libertad para tomar decisiones", dice Carlos Molina, siquiatra del Centro de Investigación sobre Dinámica Social del Externado. A su vez el género femenino se ha vuelto más exigente en cuanto a su pareja, lo cual en cierta medida hace que las mujeres sean menos tolerantes. "Ellas tienen más expectativas de la vida en pareja y por tanto se defraudan más rápido, mientras en otros tiempos tenían que someterse a una serie de condiciones que les eran impuestas", asegura María Elena López, sicóloga de pareja y autora del libro Inteligencia en pareja, un encuentro entre la razón y la emoción, quien cuenta cómo cada vez es más frecuente escuchar a mujeres con sólo un año de casadas decir la frase: "Es que ya no es lo mismo". Los esposos por su parte también tienen más obligaciones, lo que se traduce en muchas ocasiones en cansancio y pereza sexual, es decir, esposas insatisfechas.

Las mujeres cada vez tienen menos que perder. Sólo algunas décadas atrás las leyes estaban teñidas con el machismo de la época, al punto que al comprobarse el adulterio de una mujer ésta podía perderlo todo, desde las propiedades que tenía antes del matrimonio hasta la custodia de sus hijos. En Colombia el Código Civil, como lo explica el abogado de familia Álvaro Pinilla, es la evidencia. Hasta 1974 una de las causales de divorcio era el adulterio femenino y otra, el amancebamiento del hombre. "Esto quería decir que mientras en el caso de las mujeres era suficiente con una sola ocasión en que fuera infiel, en el caso de ellos se necesitaba que se tratara de una relación permanente. Hoy en cambio una mujer no pierde los hijos por infiel sino por mala madre".

La tecnología también favorece esta tendencia. Páginas web especializadas para infieles como MarriedandFlirting.net -cuyo lema es 'Casado pero no muerto'-, AshleyMadison.com y

philanderers.com reciben cada día la visita de más mujeres que se dejan llevar por las comodidades de una relación virtual, aunque se estima que en Estados Unidos más de la mitad llega a encontrarse en la realidad con su ciberamante.

Un respiro

Los especialistas coinciden en que así como los hombres tienen su crisis de la mediana edad, las mujeres que se encuentran cerca de los 40 años o más también atraviesan por un replanteamiento de sus vidas. Saben que tienen la experiencia de la edad pero necesitan sentir que aún pueden ser interesantes. "Es entonces cuando ella busca a un tercero para confirmar que es atractiva", explica la terapista de pareja Olga Susana Otero. En estas circunstancias un joven y atractivo amante suele ser una opción llamativa.

Pero independientemente de la edad, una de las consignas de esta sociedad hedonista es vivir el presente y darse gustos. Aunque es cierto que en la mayoría de los casos la infidelidad es consecuencia de problemas conyugales, son muchas las mujeres que se dan la licencia de tener un affaire simplemente porque quieren y pueden. Son pocas las que lo reconocen: "Los pecados del amor suelen ser perdonados pero no los de la pasión. La causa básica de la infidelidad es la necesidad de otra corporalidad, pero como esto no es aceptado montan una justificación que en la mayoría de los casos es inconsciente", cuenta Náder. Excusas como la falta de afecto y atención del esposo, sus infidelidades y su falta de comunicación salen a relucir. "Si esto siempre fuera así la solución sería dejar al esposo y no buscar a otro", agrega

Al hablar de sus motivaciones, muchas expresan que la idea es darse un respiro, encontrar "un tercero catalizador" como escape a sus preocupaciones cotidianas, incluso algunas llegan a asegurar que gracias a eso logran mejorar su matrimonio. La cosa no es tan sencilla pues con frecuencia las mujeres establecen fuertes vínculos afectivos con el otro. Esto no quiere decir que sean a largo plazo pues según María Elena López sólo alrededor del 20 por ciento de sus pacientes establece una nueva relación estable.

En este tema las verdades absolutas no existen y resulta casi imposible sacar conclusiones al respecto o encontrar recetas. Lo único que parece ser cierto es que hay tantos motivos de infidelidad femenina como mujeres en el mundo pues cada una de ellas es un universo aparte.