V I D A    <NOBR>M O D E R N A</NOBR>

Ellas también sufren

La disfunción sexual no es un problema exclusivo de los hombres. El 43 por ciento de las mujeres también lo padece.

20 de agosto de 2001

La impotencia masculina es la forma de disfunción sexual que más se conoce y de la que más se habla. Esto se debe en parte a que afecta a cerca de 100 millones de hombres en el mundo. Además los problemas de erección pueden ser de gran impacto a nivel sicológico para los hombres debido a que muchos de ellos edifican toda su virilidad en torno a su desempeño sexual. Estos factores han llevado a los investigadores a conocer muy de cerca esta condición en los hombres y a desarrollar diferentes tratamientos, entre los cuales están los medicamentos orales. La prueba contundente del auge del tema es que además del Viagra, lanzado en 1997, vienen en camino Uprima, Vardenafil y otras cinco drogas más para ayudar a contrarrestar esta enfermedad.

Pero el hecho de que se hable de disfunción sexual en hombres no significa que este problema no afecte al sexo femenino. Se calcula que el 43 por ciento de las mujeres en el mundo sufren de algún tipo de disfunción sexual, desde falta de deseo hasta inhabilidad para sentir un orgasmo. Lo que sucede es que las mujeres no hacen tanta bulla al respecto como los hombres y no centran su femenidad únicamente en el aspecto sexual.

Aunque cualquiera podría pensar que ellas están más afectadas por causas de origen sicológico las recientes investigaciones han encontrado que, así como los hombres, las mujeres sufren de disfunción por problemas orgánicos como diabetes, hiperlipidemia (exceso de grasa en las arterias), hipertensión arterial y estrés. Según el urólogo Irwin Goldstein, de la Universidad de Boston, la falta de deseo es una de las razones más frecuentes entre las mujeres. No obstante, también se quejan de dolor, falta de lubricación y todo esto puede llegar a provocar una inhabilidad para obtener un orgasmo.

Si bien algunas de estas condiciones tienen que ver con la edad (la menopausia genera resequedad de las paredes vaginales y por lo tanto dolor durante la penetración) la disfunción sexual puede afectar a las mujeres en cualquier momento. En el estudio de National Health and Social Life Survey, realizado en 1994, se encontró que los problemas sexuales eran más comunes en las mujeres jóvenes. La razón de este resultado puede estar en los mitos que rodean la sexualidad femenina y que muchas veces sólo con el tiempo y la experiencia se logran derrumbar. “Todos los prejuicios morales y religiosos en torno al sexo pueden ser un impedimento para que una mujer sienta deseo”, afirma el urólogo Kenneth Morillo.

Pero cada vez hay más evidencia de que lo sicológico pierde peso ante factores fisiológicos como los problemas hormonales. Según explica Goldstein, las mujeres producen 11 tipos de andrógenos (hormonas masculinas presentes en el organismo de cada mujer), entre los cuales está la testosterona. “Pero al parecer ciertas mujeres tendrían problemas produciéndolos y esto estaría causando en ellas algún tipo de trastorno”, dice.

Los investigadores han encontrado que el proceso bioquímico que sucede en el organismo de la mujer para preparar su cuerpo para una relación sexual es muy parecido al del hombre. Hay un estímulo visual o táctil que genera una respuesta en el cerebro. Ciertos neurotransmisores, como la dopamina, van a la médula espinal, desde donde se desencadena un proceso local que resulta en un mayor flujo de sangre al clítoris. Cuando este órgano se endurece permitirá un mayor placer sexual. A pesar de conocer esto, la vagina es un órgano muy complejo y supone todo un reto para los investigadores conocerlo. “El tejido de la parte superior es diferente al de la inferior”, afirma Goldstein. Además está el famoso punto G, que ya por sí solo podría generar todo un tratado sobre sexualidad femenina. Por lo anterior es muy probable que el remedio en pastillas que tanto quisieran ver las mujeres tarde un poco más.

Pero eso no significa que la disfunción eréctil sea un caso perdido. Las mujeres tienen muchas opciones, entre las que se encuentran las terapias hormonales, los ejercicios de Kegel (para aumentar el tono muscular de la vagina) y tratamientos farmacológicos para mejorar la lubricación.

Pero lo mejor es no olvidar que, sea quien padezca el problema, la disfunción sexual es un asunto de pareja. Por esto los hombres también tienen una gran responsabilidad en el tratamiento de esta patología en las mujeres. “El hombre debe saber que ellas necesitan un adecuado preámbulo a la actividad sexual, con las debidas caricias y besos”, asegura Morillo.

Según la Organización Mundial de la Salud hay cerca de 100 millones de relaciones sexuales cada día en el mundo. Pero cada día también aumentan los casos de disfunción sexual, tanto en hombres como en mujeres.



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Pero el hecho de que se hable de disfunción sexual en hombres no significa que este problema no afecte al sexo femenino. Se calcula que el 43 por ciento de las mujeres en el mundo sufren de algún tipo de disfunción sexual, desde falta de deseo hasta inhabilidad para sentir un orgasmo. Lo que sucede es que las mujeres no hacen tanta bulla al respecto como los hombres y no centran su femenidad únicamente en el aspecto sexual.

Aunque cualquiera podría pensar que ellas están más afectadas por causas de origen sicológico las recientes investigaciones han encontrado que, así como los hombres, las mujeres sufren de disfunción por problemas orgánicos como diabetes, hiperlipidemia (exceso de grasa en las arterias), hipertensión arterial y estrés. Según el urólogo Irwin Goldstein, de la Universidad de Boston, la falta de deseo es una de las razones más frecuentes entre las mujeres. No obstante, también se quejan de dolor, falta de lubricación y todo esto puede llegar a provocar una inhabilidad para obtener un orgasmo.

Si bien algunas de estas condiciones tienen que ver con la edad (la menopausia genera resequedad de las paredes vaginales y por lo tanto dolor durante la penetración) la disfunción sexual puede afectar a las mujeres en cualquier momento. En el estudio de National Health and Social Life Survey, realizado en 1994, se encontró que los problemas sexuales eran más comunes en las mujeres jóvenes. La razón de este resultado puede estar en los mitos que rodean la sexualidad femenina y que muchas veces sólo con el tiempo y la experiencia se logran derrumbar. “Todos los prejuicios morales y religiosos en torno al sexo pueden ser un impedimento para que una mujer sienta deseo”, afirma el urólogo Kenneth Morillo.

Pero cada vez hay más evidencia de que lo sicológico pierde peso ante factores fisiológicos como los problemas hormonales. Según explica Goldstein, las mujeres producen 11 tipos de andrógenos (hormonas masculinas presentes en el organismo de cada mujer), entre los cuales está la testosterona. “Pero al parecer ciertas mujeres tendrían problemas produciéndolos y esto estaría causando en ellas algún tipo de trastorno”, dice.

Los investigadores han encontrado que el proceso bioquímico que sucede en el organismo de la mujer para preparar su cuerpo para una relación sexual es muy parecido al del hombre. Hay un estímulo visual o táctil que genera una respuesta en el cerebro. Ciertos neurotransmisores, como la dopamina, van a la médula espinal, desde donde se desencadena un proceso local que resulta en un mayor flujo de sangre al clítoris. Cuando este órgano se endurece permitirá un mayor placer sexual. A pesar de conocer esto, la vagina es un órgano muy complejo y supone todo un reto para los investigadores conocerlo. “El tejido de la parte superior es diferente al de la inferior”, afirma Goldstein. Además está el famoso punto G, que ya por sí solo podría generar todo un tratado sobre sexualidad femenina. Por lo anterior es muy probable que el remedio en pastillas que tanto quisieran ver las mujeres tarde un poco más.

Pero eso no significa que la disfunción eréctil sea un caso perdido. Las mujeres tienen muchas opciones, entre las que se encuentran las terapias hormonales, los ejercicios de Kegel (para aumentar el tono muscular de la vagina) y tratamientos farmacológicos para mejorar la lubricación.

Pero lo mejor es no olvidar que, sea quien padezca el problema, la disfunción sexual es un asunto de pareja. Por esto los hombres también tienen una gran responsabilidad en el tratamiento de esta patología en las mujeres. “El hombre debe saber que ellas necesitan un adecuado preámbulo a la actividad sexual, con las debidas caricias y besos”, asegura Morillo.

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Pero el hecho de que se hable de disfunción sexual en hombres no significa que este problema no afecte al sexo femenino. Se calcula que el 43 por ciento de las mujeres en el mundo sufren de algún tipo de disfunción sexual, desde falta de deseo hasta inhabilidad para sentir un orgasmo. Lo que sucede es que las mujeres no hacen tanta bulla al respecto como los hombres y no centran su femenidad únicamente en el aspecto sexual.

Aunque cualquiera podría pensar que ellas están más afectadas por causas de origen sicológico las recientes investigaciones han encontrado que, así como los hombres, las mujeres sufren de disfunción por problemas orgánicos como diabetes, hiperlipidemia (exceso de grasa en las arterias), hipertensión arterial y estrés. Según el urólogo Irwin Goldstein, de la Universidad de Boston, la falta de deseo es una de las razones más frecuentes entre las mujeres. No obstante, también se quejan de dolor, falta de lubricación y todo esto puede llegar a provocar una inhabilidad para obtener un orgasmo.

Si bien algunas de estas condiciones tienen que ver con la edad (la menopausia genera resequedad de las paredes vaginales y por lo tanto dolor durante la penetración) la disfunción sexual puede afectar a las mujeres en cualquier momento. En el estudio de National Health and Social Life Survey, realizado en 1994, se encontró que los problemas sexuales eran más comunes en las mujeres jóvenes. La razón de este resultado puede estar en los mitos que rodean la sexualidad femenina y que muchas veces sólo con el tiempo y la experiencia se logran derrumbar. “Todos los prejuicios morales y religiosos en torno al sexo pueden ser un impedimento para que una mujer sienta deseo”, afirma el urólogo Kenneth Morillo.

Pero cada vez hay más evidencia de que lo sicológico pierde peso ante factores fisiológicos como los problemas hormonales. Según explica Goldstein, las mujeres producen 11 tipos de andrógenos (hormonas masculinas presentes en el organismo de cada mujer), entre los cuales está la testosterona. “Pero al parecer ciertas mujeres tendrían problemas produciéndolos y esto estaría causando en ellas algún tipo de trastorno”, dice.

Los investigadores han encontrado que el proceso bioquímico que sucede en el organismo de la mujer para preparar su cuerpo para una relación sexual es muy parecido al del hombre. Hay un estímulo visual o táctil que genera una respuesta en el cerebro. Ciertos neurotransmisores, como la dopamina, van a la médula espinal, desde donde se desencadena un proceso local que resulta en un mayor flujo de sangre al clítoris. Cuando este órgano se endurece permitirá un mayor placer sexual. A pesar de conocer esto, la vagina es un órgano muy complejo y supone todo un reto para los investigadores conocerlo. “El tejido de la parte superior es diferente al de la inferior”, afirma Goldstein. Además está el famoso punto G, que ya por sí solo podría generar todo un tratado sobre sexualidad femenina. Por lo anterior es muy probable que el remedio en pastillas que tanto quisieran ver las mujeres tarde un poco más.

Pero eso no significa que la disfunción eréctil sea un caso perdido. Las mujeres tienen muchas opciones, entre las que se encuentran las terapias hormonales, los ejercicios de Kegel (para aumentar el tono muscular de la vagina) y tratamientos farmacológicos para mejorar la lubricación.

Pero lo mejor es no olvidar que, sea quien padezca el problema, la disfunción sexual es un asunto de pareja. Por esto los hombres también tienen una gran responsabilidad en el tratamiento de esta patología en las mujeres. “El hombre debe saber que ellas necesitan un adecuado preámbulo a la actividad sexual, con las debidas caricias y besos”, asegura Morillo.

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Pero el hecho de que se hable de disfunción sexual en hombres no significa que este problema no afecte al sexo femenino. Se calcula que el 43 por ciento de las mujeres en el mundo sufren de algún tipo de disfunción sexual, desde falta de deseo hasta inhabilidad para sentir un orgasmo. Lo que sucede es que las mujeres no hacen tanta bulla al respecto como los hombres y no centran su femenidad únicamente en el aspecto sexual.

Aunque cualquiera podría pensar que ellas están más afectadas por causas de origen sicológico las recientes investigaciones han encontrado que, así como los hombres, las mujeres sufren de disfunción por problemas orgánicos como diabetes, hiperlipidemia (exceso de grasa en las arterias), hipertensión arterial y estrés. Según el urólogo Irwin Goldstein, de la Universidad de Boston, la falta de deseo es una de las razones más frecuentes entre las mujeres. No obstante, también se quejan de dolor, falta de lubricación y todo esto puede llegar a provocar una inhabilidad para obtener un orgasmo.

Si bien algunas de estas condiciones tienen que ver con la edad (la menopausia genera resequedad de las paredes vaginales y por lo tanto dolor durante la penetración) la disfunción sexual puede afectar a las mujeres en cualquier momento. En el estudio de National Health and Social Life Survey, realizado en 1994, se encontró que los problemas sexuales eran más comunes en las mujeres jóvenes. La razón de este resultado puede estar en los mitos que rodean la sexualidad femenina y que muchas veces sólo con el tiempo y la experiencia se logran derrumbar. “Todos los prejuicios morales y religiosos en torno al sexo pueden ser un impedimento para que una mujer sienta deseo”, afirma el urólogo Kenneth Morillo.

Pero cada vez hay más evidencia de que lo sicológico pierde peso ante factores fisiológicos como los problemas hormonales. Según explica Goldstein, las mujeres producen 11 tipos de andrógenos (hormonas masculinas presentes en el organismo de cada mujer), entre los cuales está la testosterona. “Pero al parecer ciertas mujeres tendrían problemas produciéndolos y esto estaría causando en ellas algún tipo de trastorno”, dice.

Los investigadores han encontrado que el proceso bioquímico que sucede en el organismo de la mujer para preparar su cuerpo para una relación sexual es muy parecido al del hombre. Hay un estímulo visual o táctil que genera una respuesta en el cerebro. Ciertos neurotransmisores, como la dopamina, van a la médula espinal, desde donde se desencadena un proceso local que resulta en un mayor flujo de sangre al clítoris. Cuando este órgano se endurece permitirá un mayor placer sexual. A pesar de conocer esto, la vagina es un órgano muy complejo y supone todo un reto para los investigadores conocerlo. “El tejido de la parte superior es diferente al de la inferior”, afirma Goldstein. Además está el famoso punto G, que ya por sí solo podría generar todo un tratado sobre sexualidad femenina. Por lo anterior es muy probable que el remedio en pastillas que tanto quisieran ver las mujeres tarde un poco más.

Pero eso no significa que la disfunción eréctil sea un caso perdido. Las mujeres tienen muchas opciones, entre las que se encuentran las terapias hormonales, los ejercicios de Kegel (para aumentar el tono muscular de la vagina) y tratamientos farmacológicos para mejorar la lubricación.

Pero lo mejor es no olvidar que, sea quien padezca el problema, la disfunción sexual es un asunto de pareja. Por esto los hombres también tienen una gran responsabilidad en el tratamiento de esta patología en las mujeres. “El hombre debe saber que ellas necesitan un adecuado preámbulo a la actividad sexual, con las debidas caricias y besos”, asegura Morillo.

Según la Organización Mundial de la Salud hay cerca de 100 millones de relaciones sexuales cada día en el mundo. Pero cada día también aumentan los casos de disfunción sexual, tanto en hombres como en mujeres.



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La impotencia masculina es la forma de disfunción sexual que más se conoce y de la que más se habla. Esto se debe en parte a que afecta a cerca de 100 millones de hombres en el mundo. Además los problemas de erección pueden ser de gran impacto a nivel sicológico para los hombres debido a que muchos de ellos edifican toda su virilidad en torno a su desempeño sexual. Estos factores han llevado a los investigadores a conocer muy de cerca esta condición en los hombres y a desarrollar diferentes tratamientos, entre los cuales están los medicamentos orales. La prueba contundente del auge del tema es que además del Viagra, lanzado en 1997, vienen en camino Uprima, Vardenafil y otras cinco drogas más para ayudar a contrarrestar esta enfermedad.

Pero el hecho de que se hable de disfunción sexual en hombres no significa que este problema no afecte al sexo femenino. Se calcula que el 43 por ciento de las mujeres en el mundo sufren de algún tipo de disfunción sexual, desde falta de deseo hasta inhabilidad para sentir un orgasmo. Lo que sucede es que las mujeres no hacen tanta bulla al respecto como los hombres y no centran su femenidad únicamente en el aspecto sexual.

Aunque cualquiera podría pensar que ellas están más afectadas por causas de origen sicológico las recientes investigaciones han encontrado que, así como los hombres, las mujeres sufren de disfunción por problemas orgánicos como diabetes, hiperlipidemia (exceso de grasa en las arterias), hipertensión arterial y estrés. Según el urólogo Irwin Goldstein, de la Universidad de Boston, la falta de deseo es una de las razones más frecuentes entre las mujeres. No obstante, también se quejan de dolor, falta de lubricación y todo esto puede llegar a provocar una inhabilidad para obtener un orgasmo.

Si bien algunas de estas condiciones tienen que ver con la edad (la menopausia genera resequedad de las paredes vaginales y por lo tanto dolor durante la penetración) la disfunción sexual puede afectar a las mujeres en cualquier momento. En el estudio de National Health and Social Life Survey, realizado en 1994, se encontró que los problemas sexuales eran más comunes en las mujeres jóvenes. La razón de este resultado puede estar en los mitos que rodean la sexualidad femenina y que muchas veces sólo con el tiempo y la experiencia se logran derrumbar. “Todos los prejuicios morales y religiosos en torno al sexo pueden ser un impedimento para que una mujer sienta deseo”, afirma el urólogo Kenneth Morillo.

Pero cada vez hay más evidencia de que lo sicológico pierde peso ante factores fisiológicos como los problemas hormonales. Según explica Goldstein, las mujeres producen 11 tipos de andrógenos (hormonas masculinas presentes en el organismo de cada mujer), entre los cuales está la testosterona. “Pero al parecer ciertas mujeres tendrían problemas produciéndolos y esto estaría causando en ellas algún tipo de trastorno”, dice.

Los investigadores han encontrado que el proceso bioquímico que sucede en el organismo de la mujer para preparar su cuerpo para una relación sexual es muy parecido al del hombre. Hay un estímulo visual o táctil que genera una respuesta en el cerebro. Ciertos neurotransmisores, como la dopamina, van a la médula espinal, desde donde se desencadena un proceso local que resulta en un mayor flujo de sangre al clítoris. Cuando este órgano se endurece permitirá un mayor placer sexual. A pesar de conocer esto, la vagina es un órgano muy complejo y supone todo un reto para los investigadores conocerlo. “El tejido de la parte superior es diferente al de la inferior”, afirma Goldstein. Además está el famoso punto G, que ya por sí solo podría generar todo un tratado sobre sexualidad femenina. Por lo anterior es muy probable que el remedio en pastillas que tanto quisieran ver las mujeres tarde un poco más.

Pero eso no significa que la disfunción eréctil sea un caso perdido. Las mujeres tienen muchas opciones, entre las que se encuentran las terapias hormonales, los ejercicios de Kegel (para aumentar el tono muscular de la vagina) y tratamientos farmacológicos para mejorar la lubricación.

Pero lo mejor es no olvidar que, sea quien padezca el problema, la disfunción sexual es un asunto de pareja. Por esto los hombres también tienen una gran responsabilidad en el tratamiento de esta patología en las mujeres. “El hombre debe saber que ellas necesitan un adecuado preámbulo a la actividad sexual, con las debidas caricias y besos”, asegura Morillo.

Según la Organización Mundial de la Salud hay cerca de 100 millones de relaciones sexuales cada día en el mundo. Pero cada día también aumentan los casos de disfunción sexual, tanto en hombres como en mujeres.



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Pero el hecho de que se hable de disfunción sexual en hombres no significa que este problema no afecte al sexo femenino. Se calcula que el 43 por ciento de las mujeres en el mundo sufren de algún tipo de disfunción sexual, desde falta de deseo hasta inhabilidad para sentir un orgasmo. Lo que sucede es que las mujeres no hacen tanta bulla al respecto como los hombres y no centran su femenidad únicamente en el aspecto sexual.

Aunque cualquiera podría pensar que ellas están más afectadas por causas de origen sicológico las recientes investigaciones han encontrado que, así como los hombres, las mujeres sufren de disfunción por problemas orgánicos como diabetes, hiperlipidemia (exceso de grasa en las arterias), hipertensión arterial y estrés. Según el urólogo Irwin Goldstein, de la Universidad de Boston, la falta de deseo es una de las razones más frecuentes entre las mujeres. No obstante, también se quejan de dolor, falta de lubricación y todo esto puede llegar a provocar una inhabilidad para obtener un orgasmo.

Si bien algunas de estas condiciones tienen que ver con la edad (la menopausia genera resequedad de las paredes vaginales y por lo tanto dolor durante la penetración) la disfunción sexual puede afectar a las mujeres en cualquier momento. En el estudio de National Health and Social Life Survey, realizado en 1994, se encontró que los problemas sexuales eran más comunes en las mujeres jóvenes. La razón de este resultado puede estar en los mitos que rodean la sexualidad femenina y que muchas veces sólo con el tiempo y la experiencia se logran derrumbar. “Todos los prejuicios morales y religiosos en torno al sexo pueden ser un impedimento para que una mujer sienta deseo”, afirma el urólogo Kenneth Morillo.

Pero cada vez hay más evidencia de que lo sicológico pierde peso ante factores fisiológicos como los problemas hormonales. Según explica Goldstein, las mujeres producen 11 tipos de andrógenos (hormonas masculinas presentes en el organismo de cada mujer), entre los cuales está la testosterona. “Pero al parecer ciertas mujeres tendrían problemas produciéndolos y esto estaría causando en ellas algún tipo de trastorno”, dice.

Los investigadores han encontrado que el proceso bioquímico que sucede en el organismo de la mujer para preparar su cuerpo para una relación sexual es muy parecido al del hombre. Hay un estímulo visual o táctil que genera una respuesta en el cerebro. Ciertos neurotransmisores, como la dopamina, van a la médula espinal, desde donde se desencadena un proceso local que resulta en un mayor flujo de sangre al clítoris. Cuando este órgano se endurece permitirá un mayor placer sexual. A pesar de conocer esto, la vagina es un órgano muy complejo y supone todo un reto para los investigadores conocerlo. “El tejido de la parte superior es diferente al de la inferior”, afirma Goldstein. Además está el famoso punto G, que ya por sí solo podría generar todo un tratado sobre sexualidad femenina. Por lo anterior es muy probable que el remedio en pastillas que tanto quisieran ver las mujeres tarde un poco más.

Pero eso no significa que la disfunción eréctil sea un caso perdido. Las mujeres tienen muchas opciones, entre las que se encuentran las terapias hormonales, los ejercicios de Kegel (para aumentar el tono muscular de la vagina) y tratamientos farmacológicos para mejorar la lubricación.

Pero lo mejor es no olvidar que, sea quien padezca el problema, la disfunción sexual es un asunto de pareja. Por esto los hombres también tienen una gran responsabilidad en el tratamiento de esta patología en las mujeres. “El hombre debe saber que ellas necesitan un adecuado preámbulo a la actividad sexual, con las debidas caricias y besos”, asegura Morillo.

Según la Organización Mundial de la Salud hay cerca de 100 millones de relaciones sexuales cada día en el mundo. Pero cada día también aumentan los casos de disfunción sexual, tanto en hombres como en mujeres.



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La impotencia masculina es la forma de disfunción sexual que más se conoce y de la que más se habla. Esto se debe en parte a que afecta a cerca de 100 millones de hombres en el mundo. Además los problemas de erección pueden ser de gran impacto a nivel sicológico para los hombres debido a que muchos de ellos edifican toda su virilidad en torno a su desempeño sexual. Estos factores han llevado a los investigadores a conocer muy de cerca esta condición en los hombres y a desarrollar diferentes tratamientos, entre los cuales están los medicamentos orales. La prueba contundente del auge del tema es que además del Viagra, lanzado en 1997, vienen en camino Uprima, Vardenafil y otras cinco drogas más para ayudar a contrarrestar esta enfermedad.

Pero el hecho de que se hable de disfunción sexual en hombres no significa que este problema no afecte al sexo femenino. Se calcula que el 43 por ciento de las mujeres en el mundo sufren de algún tipo de disfunción sexual, desde falta de deseo hasta inhabilidad para sentir un orgasmo. Lo que sucede es que las mujeres no hacen tanta bulla al respecto como los hombres y no centran su femenidad únicamente en el aspecto sexual.

Aunque cualquiera podría pensar que ellas están más afectadas por causas de origen sicológico las recientes investigaciones han encontrado que, así como los hombres, las mujeres sufren de disfunción por problemas orgánicos como diabetes, hiperlipidemia (exceso de grasa en las arterias), hipertensión arterial y estrés. Según el urólogo Irwin Goldstein, de la Universidad de Boston, la falta de deseo es una de las razones más frecuentes entre las mujeres. No obstante, también se quejan de dolor, falta de lubricación y todo esto puede llegar a provocar una inhabilidad para obtener un orgasmo.

Si bien algunas de estas condiciones tienen que ver con la edad (la menopausia genera resequedad de las paredes vaginales y por lo tanto dolor durante la penetración) la disfunción sexual puede afectar a las mujeres en cualquier momento. En el estudio de National Health and Social Life Survey, realizado en 1994, se encontró que los problemas sexuales eran más comunes en las mujeres jóvenes. La razón de este resultado puede estar en los mitos que rodean la sexualidad femenina y que muchas veces sólo con el tiempo y la experiencia se logran derrumbar. “Todos los prejuicios morales y religiosos en torno al sexo pueden ser un impedimento para que una mujer sienta deseo”, afirma el urólogo Kenneth Morillo.

Pero cada vez hay más evidencia de que lo sicológico pierde peso ante factores fisiológicos como los problemas hormonales. Según explica Goldstein, las mujeres producen 11 tipos de andrógenos (hormonas masculinas presentes en el organismo de cada mujer), entre los cuales está la testosterona. “Pero al parecer ciertas mujeres tendrían problemas produciéndolos y esto estaría causando en ellas algún tipo de trastorno”, dice.

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Pero eso no significa que la disfunción eréctil sea un caso perdido. Las mujeres tienen muchas opciones, entre las que se encuentran las terapias hormonales, los ejercicios de Kegel (para aumentar el tono muscular de la vagina) y tratamientos farmacológicos para mejorar la lubricación.

Pero lo mejor es no olvidar que, sea quien padezca el problema, la disfunción sexual es un asunto de pareja. Por esto los hombres también tienen una gran responsabilidad en el tratamiento de esta patología en las mujeres. “El hombre debe saber que ellas necesitan un adecuado preámbulo a la actividad sexual, con las debidas caricias y besos”, asegura Morillo.

Según la Organización Mundial de la Salud hay cerca de 100 millones de relaciones sexuales cada día en el mundo. Pero cada día también aumentan los casos de disfunción sexual, tanto en hombres como en mujeres.



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Current Therapies for Erectile Dysfunction. Dr. Frank Sommer (20thInternational Bayer Pharma Press Seminar "Erectile Dysfunction: Breaking the Silence"





Sexual Function and Dysfunction. Mariano J. Sotomayor, M.D. (20th International Bayer Pharma Press Seminar. "Erectile Dysfunction: Breaking the Silence")





La impotencia masculina es la forma de disfunción sexual que más se conoce y de la que más se habla. Esto se debe en parte a que afecta a cerca de 100 millones de hombres en el mundo. Además los problemas de erección pueden ser de gran impacto a nivel sicológico para los hombres debido a que muchos de ellos edifican toda su virilidad en torno a su desempeño sexual. Estos factores han llevado a los investigadores a conocer muy de cerca esta condición en los hombres y a desarrollar diferentes tratamientos, entre los cuales están los medicamentos orales. La prueba contundente del auge del tema es que además del Viagra, lanzado en 1997, vienen en camino Uprima, Vardenafil y otras cinco drogas más para ayudar a contrarrestar esta enfermedad.

Pero el hecho de que se hable de disfunción sexual en hombres no significa que este problema no afecte al sexo femenino. Se calcula que el 43 por ciento de las mujeres en el mundo sufren de algún tipo de disfunción sexual, desde falta de deseo hasta inhabilidad para sentir un orgasmo. Lo que sucede es que las mujeres no hacen tanta bulla al respecto como los hombres y no centran su femenidad únicamente en el aspecto sexual.

Aunque cualquiera podría pensar que ellas están más afectadas por causas de origen sicológico las recientes investigaciones han encontrado que, así como los hombres, las mujeres sufren de disfunción por problemas orgánicos como diabetes, hiperlipidemia (exceso de grasa en las arterias), hipertensión arterial y estrés. Según el urólogo Irwin Goldstein, de la Universidad de Boston, la falta de deseo es una de las razones más frecuentes entre las mujeres. No obstante, también se quejan de dolor, falta de lubricación y todo esto puede llegar a provocar una inhabilidad para obtener un orgasmo.

Si bien algunas de estas condiciones tienen que ver con la edad (la menopausia genera resequedad de las paredes vaginales y por lo tanto dolor durante la penetración) la disfunción sexual puede afectar a las mujeres en cualquier momento. En el estudio de National Health and Social Life Survey, realizado en 1994, se encontró que los problemas sexuales eran más comunes en las mujeres jóvenes. La razón de este resultado puede estar en los mitos que rodean la sexualidad femenina y que muchas veces sólo con el tiempo y la experiencia se logran derrumbar. “Todos los prejuicios morales y religiosos en torno al sexo pueden ser un impedimento para que una mujer sienta deseo”, afirma el urólogo Kenneth Morillo.

Pero cada vez hay más evidencia de que lo sicológico pierde peso ante factores fisiológicos como los problemas hormonales. Según explica Goldstein, las mujeres producen 11 tipos de andrógenos (hormonas masculinas presentes en el organismo de cada mujer), entre los cuales está la testosterona. “Pero al parecer ciertas mujeres tendrían problemas produciéndolos y esto estaría causando en ellas algún tipo de trastorno”, dice.

Los investigadores han encontrado que el proceso bioquímico que sucede en el organismo de la mujer para preparar su cuerpo para una relación sexual es muy parecido al del hombre. Hay un estímulo visual o táctil que genera una respuesta en el cerebro. Ciertos neurotransmisores, como la dopamina, van a la médula espinal, desde donde se desencadena un proceso local que resulta en un mayor flujo de sangre al clítoris. Cuando este órgano se endurece permitirá un mayor placer sexual. A pesar de conocer esto, la vagina es un órgano muy complejo y supone todo un reto para los investigadores conocerlo. “El tejido de la parte superior es diferente al de la inferior”, afirma Goldstein. Además está el famoso punto G, que ya por sí solo podría generar todo un tratado sobre sexualidad femenina. Por lo anterior es muy probable que el remedio en pastillas que tanto quisieran ver las mujeres tarde un poco más.

Pero eso no significa que la disfunción eréctil sea un caso perdido. Las mujeres tienen muchas opciones, entre las que se encuentran las terapias hormonales, los ejercicios de Kegel (para aumentar el tono muscular de la vagina) y tratamientos farmacológicos para mejorar la lubricación.

Pero lo mejor es no olvidar que, sea quien padezca el problema, la disfunción sexual es un asunto de pareja. Por esto los hombres también tienen una gran responsabilidad en el tratamiento de esta patología en las mujeres. “El hombre debe saber que ellas necesitan un adecuado preámbulo a la actividad sexual, con las debidas caricias y besos”, asegura Morillo.

Según la Organización Mundial de la Salud hay cerca de 100 millones de relaciones sexuales cada día en el mundo. Pero cada día también aumentan los casos de disfunción sexual, tanto en hombres como en mujeres.



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