La finca Carolwood, en Los Ángeles, cuesta 90 millones de dólares. Foto: The Angency.

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Las megamansiones que amenazan el encanto de Beverly Hills

Las ‘casas trofeo’ mueven cientos de millones al año, pero amenazan la fisonomía de zonas históricas.

Alianza BBC
BBC Mundo
1 de mayo de 2014

¿Le gustaría vivir en una mansión de más de 3.000 metros cuadrados que cuenta con ocho habitaciones, 17 baños, tres bares, una biblioteca, un cine, una bodega y un gimnasio; además de una enorme piscina, un minicampo de golf y una pista de tenis?


Si la idea le seduce, tendrá que desembolsar la nada despreciable cifra de US$ 90 millones.

Eso es lo que piden por la finca Carolwood, situada en el barrio de Holmby Hills de Los Ángeles, una exclusiva zona en la que hace unas semanas una mansión conocida como Fleur de Lys se vendió por US$ 102 millones, un récord para la ciudad estadounidense.

Tanto Carolwood como Fleur de Lys son parte de un fenómeno que se da desde hace tiempo en los barrios más pudientes de Los Ángeles -como Beverly Hills, Bel Air o el propio Holmby Hills- y que en los últimos años se ha acelerado: la construcción de megamansiones.

Se trata de 
casas gigantescas y extravagantes cuya superficie suele oscilar entre los 3.000 y los 7.000 metros cuadrados y que cuentan con las comodidades e instalaciones con las que sueña todo multimillonario que se precie.

En muchos casos, los promotores inmobiliarios las construyen incluso sin tener de antemano un comprador. Saben que las ofertas de los nuevos multimillonarios de países como China, Rusia o Arabia Saudita no van a faltar.

"Casas trofeo"

Carolwood se vende por US$ 90 millones y cuenta con una sala de cine. Foto: The Angency.
El problema es que en muchas ocasiones, debido a la falta de terrenos vacantes para levantar estas megamansiones en zonas como Beverly Hills, se tiran abajo casas construidas hace décadas que, ya sea porque fueron diseñadas por un arquitecto famoso o porque en ellas vivieron personajes destacados de la industria del cine, tienen un valor que acaba perdiéndose para siempre.

Además, los vecinos de las áreas donde se construyen estas casas se quejan de que, con sus enormes proporciones y su estilo ecléctico, barrios que antes tenían cierta coherencia arquitectónica ven alterado su encanto y su personalidad.

Según los expertos inmobiliarios, detrás del auge de las megamansiones están los nuevos compradores quienes llegan de todo el mundo y apuestan por el mercado inmobiliario de lujo estadounidense, por el que en muchas ocasiones pagan al contado.

También es habitual que los dueños de estas "casas trofeo" inviertan millones de dólares en decorarlas, para que luego nadie viva en ellas durante la mayor parte del año.

Según Mauricio Umansky, cofundador de la firma The Agency, responsable de comercializar la finca Carolwood, el éxito de este tipo de viviendas se debe a que "prácticamente no hay inventario y que con ellas no se pierde dinero".

"Los compradores ven estas mansiones como una inversión segura que les protege de los vaivenes de los mercados bursátiles, además de tener acceso a un estilo de vida de ensueño", dijo Umansky.

El máximo exponente de estas construcciones es la obra del arquitecto canadiense Richard Landry, quien ha diseñado, por ejemplo, la megamansión del actor Mark Wahlberg.

Pérdida de personalidad

Mansión en Los Ángeles


Mansiones como la del fundador de Playboy, Hugh, Hefner, se quedan pequeñas. Foto: BBC.
"Aquí siempre ha habido gente con mucho dinero y enormes mansiones. Pero creo que en los últimos años, en especial tras el fin de la recesión, ha habido una tendencia a multiplicar el tamaño de las casas", asegura Adrian Glick, editora de Curbed LA, una publicación especializada en el mercado inmobiliario y el planeamiento urbano de Los Ángeles.


"Si hace 15 años las grandes mansiones tenían entre 1.000 y 2.000 metros cuadrados, ahora tienen 4.000 y algunas superan los 7.000", apunta Glick.

"Por un lado, esto tiene que ver con la tendencia de los multimillonarios a encerrarse en su mundo. Construyen casas con gimnasios, spas, peluquerías y, por su puesto, pistas de tenis, campos de golf y cualquier otra cosa que puedan necesitar para no tener que salir a la calle".

"Al mismo tiempo, los millonarios que llegan del extranjero -y que quieren mostrar lo ricos que son-también contribuyen al boom de las megamansiones", asegura la periodista.

Glick cree que "que estas enormes casas están haciendo que áreas como Beverly Hills estén perdiendo su personalidad".

"Desde hace años, en Beverly Hills, se han estado demoliendo casas con un valor histórico para sustituirlas por mansiones más nuevas, grandes y vistosas", afirma.

"Hace un par de años adoptaron, por fin, una ordenanza de preservación de construcciones antiguas, pero el problema es que cuando alguien tiene el dinero para levantar una megamansión, también tiene los medios para contratar a abogados y consultores que le ayuden a sortear la ley", señala Glick.

"Además, en las nuevas mansiones no se presta mucha atención al detalle o al valor arquitectónico. Es complicado construir una casa de 5.000 metros cuadrados que sea armoniosa y proporcionada", asegura la editora de Curbed LA.

Cambios en los barrios

Linda Dishman es la directora ejecutiva de la organización Los Angeles Conservancy, dedicada a abogar por la protección de los edificios con valor histórico u arquitectónico de la ciudad californiana.

Según cuenta, durante la recesión que se inició en el 2008, constataron una reducción en la demolición de casas históricas, aunque con la recuperación de la economía en los dos últimos años, han visto como "se vuelven a derribar viviendas antiguas para construir casas mucho más grandes".

"Lo desafortunado es que muchas veces los que tiran abajo las casas no son familias que quieren construirse una mansión para vivir en ella, sino que son promotores inmobiliarios que buscan especular con las propiedades", dice Dishman.

La experta cree que la ordenanza de preservación aprobada en Beverly Hills en el 2012 ha contribuido a que se frene la pérdida de patrimonio arquitectónico, aunque señala que en ese barrio, como sucede también en Bel Air, muchas casas no son visibles desde la calle, por lo cual las demoliciones pueden ocurrir sin que nadie se entere.

"No hay duda de que muchas casas históricas se han perdido de esa manera, sin que nadie se dé cuenta. En Beverly Hills adoptaron la ordenanza por que los vecinos lo exigieron al ver que el barrio estaba perdiendo su personalidad", dice.

Además, agrega que "para levantar las megamansiones están, por ejemplo, talando los árboles de la calle porque necesitan espacio para acceder a la casa o construyendo toda la superficie de los terrenos. Esto último hace que cambien las condiciones de luz para las propiedades vecinas o incluso que disminuya la privacidad, por lo que tienen un gran impacto en los barrios".

La directora de Los Angeles Conservancy señala que el hecho de que las mansiones no dejen de crecer de tamaño hizo que la ciudad tuviera que adoptar recientemente normas que establecen cuán grandes pueden ser las nuevas construcciones, en comparación con el resto de las casas de un área determinada.

Pese a ello, Dishman asegura que todavía está por ver si con las legislaciones, las autoridades podrán poner límite a un fenómeno que mueve cientos de millones al año y que, bajo el lema "cuanto más grande mejor", altera la fisonomía de áreas históricas de Los Ángeles.