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VIDA MODERNA

¿Es malo para los niños dormir con sus papás?

Lograr que los pequeños se queden tranquilos en sus cuartos es todo un reto y puede dañar incluso la relación de pareja. Esto dicen los expertos.

(*) Gloria Isaza Posse
8 de abril de 2017

Es indudable que el nacimiento de los hijos altera el sueño tranquilo de los padres. Despertarse, levantarse, estar atentos a lo que el niño necesita y la inesperada llegada de los niños a la cama matrimonial, son situaciones frecuentes durante la crianza. Lograr que duerman solos en su cuarto y no se despierten se convierte en un reto. Pero no siempre es fácil saber cómo lograrlo, si es conveniente dejarlos llorar, o es mejor acompañarlos en su cama o permitirles dormir con papá y mamá.

Existen diferentes estudios sobre si es conveniente o no que los niños duerman con los padres. Algunos apoyan el  dejarlos dormir en la misma cama  y otros afirman que cuando esto se permite los niños sufren consecuencias negativas para su vida. Pero todos coinciden en que enseñar hábitos sanos de sueño a los pequeños favorece un buen desarrollo y contribuye al bienestar de padres e hijos.

Dormir con los niños es decisión de cada pareja, los dos deben estar de acuerdo y sentirse cómodos con ella; deben tener en cuenta las necesidades del niño y de la familia y las causas de las alteraciones del sueño. Aprender a dormir solos hace parte del proceso de desarrollo de la autonomía y cada niño lo logra en un momento diferente.

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Para saber qué hacer es importante conocer el proceso del sueño de los niños:

  • Tiene varios ciclos. El sueño de los niños, igual que el de los adultos, tiene varios ciclos de aproximadamente una hora, en los que se alterna el sueño liviano y el profundo; cuando están en el ligero tienen más probabilidad de despertarse. Algunos se duermen de nuevo solos mientras que otros requieren de la compañía de los padres. 
  • Existe una mejor hora para dormir. Cuando baja la actividad del niño y se le ve cansado es el momento más propicio para que vaya a dormir. Llevarlo a la cama a esa hora facilita el proceso. Si pasa este tiempo y sigue despierto, se reactiva y le será más difícil quedarse dormido.

  • El sueño es importante en el desarrollo. Durante el sueño se segregan las hormonas del crecimiento, se fortalece el sistema inmunológico y se fija el aprendizaje que se realizó durante el día. Los niños necesitan entre 9 y 12 horas diarias de sueño. Si no duermen lo suficiente, presentan mas dificultades de comportamiento, de atención, de aprendizaje y de manejo de sus emociones. Cuando les es difícil levantarse  y están frecuentemente cansados durante el día, están dando señales de que no están durmiendo lo suficiente.

  • Hay varias alteraciones del sueño. Algunas de las dificultades más frecuentes en el sueño de los niños son: dormir poco, despertarse varias veces durante la noche, poner resistencia para ir a la cama, no lograr quedarse dormidos y tener pesadillas o terrores nocturnos.  Podemos considerar que existe una alteración en el sueño cuando alguna de  estas situaciones se presenta en forma permanente o con mucha frecuencia. Es normal que ocurran ocasionalmente.

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Algunas de las causas de las alteraciones de sueño en los niños son:

  • Dificultades de salud o de las condiciones físicas. Cuando los niños tienen dificultades digestivas, algún dolor o están enfermos se altera el sueño, se despiertan varias veces y les es difícil dormirse de nuevo. Condiciones de temperatura, ruidos,  luminosidad o la presencia de equipos electrónicos en el cuarto alteran los ciclos de sueño.

  • Ansiedad de separación. Cuando los niños sienten miedo de estar sin sus padres y no pueden separarse de ellos, tampoco logran  dormirse solos o permanecer toda la noche en su cuarto. La preocupación de los padres por ellos también puede ocasionar alteraciones en el sueño. Sentir tranquilidad en el lugar donde duermen y la confianza de que sus padres acudirán si ellos los necesita, son la base de un sueño continuo y reparador.

  • Dificultades en la familia.  Los problemas de pareja y los conflictos familiares generan ansiedad y miedos en los niños que se ven reflejados en el sueño; se despiertan en la noche para confirmar que sus padres estén en casa, se quedan despiertos oyendo las discusiones entre ellos y tienen pesadillas. En algunos casos los niños son utilizados, inconscientemente, por los padres como un escudo protector para evitar la agresión o el contacto intimo.

  • Peleas a la hora de dormir. Cuando el momento de dormir se convierte en una lucha permanente, los padres se impacientan, los niños no se duermen a la hora convenida, se resisten a ir a su cama y tienden a despertarse con frecuencia.

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Algunas claves para que los niños adquieran buenos hábitos de sueño son:

  • Hacer de la hora de dormir un momento especial. Ir a dormir debe ser una experiencia agradable para los niños, un tiempo especial donde comparten y reciben afecto de sus padres. Cuando lo viven de manera positiva aprenden que estar cansados es la señal para ir a la cama y se acuestan con facilidad. No es recomendable enviarlos a su cuarto o a dormir como castigo.

  • Crear una rutina de sueño. Las rutinas a la hora de acostarse  preparan al niño  para conciliar el sueño. Deben definirse de acuerdo a la edad, ser consistentes y positivas; ser cortas, realizarse en el lugar donde el niño duerme, y tener actividades tranquilas y con poco ruido. Pueden incluir, por ejemplo, un baño, un masaje, leer un cuento, contar una historia, cantar una canción suave, arruncharlos, desearse buena noche y apagar la luz. A medida que crecen es conveniente acordar con ellos estas rutinas y permitirles elegir el orden en el que se  van a realizar, esto les hace sentir que están participando en las decisiones y ponen menos resistencia.

  • Estar emocionalmente disponible.. Estudios como el realizado por Pennsylvania State University, han demostrado que la disponibilidad afectiva de los padres en el momento de ir a la cama y durante la noche disminuye las dificultades de sueño de los niños. Un padre tranquilo y afectuoso transmite seguridad y confianza, lo que contribuye a que tengan una mejor calidad de sueño. Estar emocionalmente disponible es poder percibir y entender lo que ellos está sintiendo y responder con afecto a sus necesidades.

Que los niños aprendan a dormir solos y desarrollen hábitos de sueño saludables es un proceso que lleva tiempo y requiere paciencia y constancia. Los padres son los principales responsables de guiar con firmeza y amor a sus hijos a la hora de ir a la cama.

*Psicóloga de la Universidad Javeriana experta en infancia. Autora de los libros:  Descubre tu GPS, Algo pasa en casa, el divorcio de mis papás y Un momento difícil, la muerte de un ser querido. Los dos últimos en coautoría con María Elena López