Los individuos han tenido que adaptar su mente para vivir en un mundo cada vez más avanzado y exigente

INTELECTO

¿Es usted más inteligente que su abuelo?

En su nuevo libro, James Flynn señala las razones por las cuales el coeficiente intelectual ha aumentado desde 1900. Al parecer los seres humanos hoy tienen una mente más compleja.

13 de octubre de 2012

James Flynn, un académico neozelandés, ganó fama mundial por una serie de estudios sobre el coeficiente intelectual de las personas (CI o IQ, por sus siglas en inglés), a partir de los cuales concluyó que este índice estaba aumentando en el mundo. Su hallazgo, conocido como el 'Efecto Flynn', sugiere básicamente que la inteligencia humana crece a un ritmo acelerado. Su trabajo consistió en someter a colegiales de hoy a pruebas realizadas en los años treinta para medir el coeficiente intelectual. El resultado permitió observar un desempeño significativamente superior.

Muchos atacaron su postulado. Sus críticos señalaron que o bien las pruebas para medir el coeficiente intelectual estaban erradas o Flynn estaba equivocado. Por estos días, a sus 78 años, el catedrático reapareció con su nuevo libro, titulado ¿Are We Getting Smarter? (¿Nos estamos volviendo más inteligentes) en el que explica sus hallazgos.

Lo primero que aclara es que el puntaje en los exámenes sí está aumentando. Sus estudios muestran que en total la humanidad ha ganado en un siglo 30 puntos en esta prueba. Dicho de otra forma, si hoy un individuo de 1900 tomara un examen para medir el CI sacaría en promedio un puntaje de 70, mientras que el promedio actual está entre 130 y 150.

Si se tiene en cuenta que los antepasados no eran estúpidos, no es fácil explicar esa diferencia. Flynn señala que la gente de comienzos del siglo XX tenía la misma inteligencia práctica y una gran habilidad para manejar los problemas diarios. Sin embargo, los resultados del CI muestran cómo el mundo moderno, especialmente la educación, ha ido cambiando la mente y de esta forma han separado a los humanos de hoy de sus ancestros recientes. "Vivimos en un mundo que sería totalmente extraño para las generaciones pasadas", afirma Flynn.

En cierta forma, a la gente de hoy le va mejor en estas pruebas porque "somos nuevos y peculiares", dice el académico. Esto quiere decir que los individuos han tenido que adaptar su mente para vivir en un mundo dominado por las categorías, los símbolos no verbales, las hipótesis y las imágenes visuales que plantean otras posibles realidades. Así las cosas, aunque los niños nacen con el mismo potencial mental, el cerebro humano ha sufrido alteraciones para adaptarse a los nuevos retos que impone el mundo contemporáneo, al igual que sucede cuando la musculatura de un atleta cambia por el constante entrenamiento.

Hace un siglo la gente usaba su inteligencia para resolver problemas prácticos y utilizar el entorno para su provecho. "Veían la realidad con lentes utilitarios", dice Flynn. La mente del ser humano actual tiene otros lentes, que Flynn llama gafas científicas, pues tiende a clasificar las cosas en lugar de obsesionarse con sus diferencias. El autor da el ejemplo de su padre, nacido en 1885. Si le hubiera preguntado a él las similitudes entre un conejo y un perro, habría contestado: "Uno usa los perros para atrapar conejos". Un individuo del siglo XXI simplemente diría: "Ambos son mamíferos". Esto se da, según Flynn, porque actualmente "es natural clasificar el mundo para entenderlo".

La gente de hoy, además, se toma en serio los planteamientos hipotéticos, y de nuevo cita una anécdota de su padre. Cuando discutían sobre temas raciales y su papá defendía la discriminación, Flynn le decía que imaginara lo que pasaría si su piel cambiara de color de la noche a la mañana. Según el autor, él habría dicho que esa era la tontería más grande que había escuchado pues no conocía a nadie que le hubiera pasado. "Un racista contemporáneo no contestaría así porque siente que debe tomar con seriedad ese planteamiento hipotético", señala.

Pero entre la generación de su padre y la de un niño moderno ha habido muchos cambios. El experto dice que en 1910 el promedio de educación era de seis años, y la mayoría se dedicaba a trabajar en fábricas, tiendas o granjas. "Las únicas imágenes artificiales eran pinturas o fotografías y, sin contar la aritmética básica, los símbolos no verbales estaban restringidos para las notas musicales y los naipes. Sus mentes estaban enfocadas en poseer, en usar, en lo que traía beneficios o peligros".

Hoy, por el contrario, no solo la gente estudia más sino que hay más información y esto le permite al cerebro hacer mayores conexiones. El individuo contemporáneo tiene trabajos más exigentes, más educación formal y las familias son más pequeñas, lo que garantiza más recursos y más atención de los padres a cada uno de los hijos. Curiosamente la nutrición, según los estudios de Flynn, no ejerce tanta influencia y, si la ha tenido, ha sido débil. Por lo tanto, considera que no es apropiado decir que hoy la gente es más inteligente sino más bien que hoy "somos más modernos".

Otro de los hallazgos importantes de su estudio, también consignado en su libro, es lo que él llama 'el impuesto a la genialidad'. Se trata de un fenómeno que observó entre las personas mayores de 65 años que han sido muy brillantes en sus carreras pero tienen un marcado declive cognitivo cuando se retiran. "No es que la gente pierda su capacidad de raciocinio en la vejez. El test del CI mide cuatro categorías de habilidades: analítica, verbal, de la memoria y perceptiva. Los que están más arriba del promedio en lo analítico tienen un marcado declive entre 65 y 88 años, mientras que en las otras áreas la caída no es tan marcada", explicó el experto a la revista New Scientist.

La explicación fisiológica del asunto es que estas mentes podrían ser como autos de alto rendimiento y, por ello, en la tercera edad necesitarían mayor mantenimiento que un carro estándar. Pero también podría deberse a un tema ambiental. Bajo esa luz, las personas brillantes se moverían en trabajos de mucha demanda analítica, lo cual supondría un ejercicio extra que le daría ventajas frente a una persona normal. "Sin embargo, al momento del retiro laboral esta ventaja se perdería", explicó al diario The Independent.

El CI y la felicidad están relacionados. Las personas con altos puntajes en estos exámenes tienen matrimonios más estables y mejores profesiones. Pero el aumento de este índice no significa para Flynn que los humanos vivan en un mundo mejor. Es cierto que potencialmente hay capacidad para entender la realidad desde una perspectiva científica, pero eso no necesariamente implica que la gente lo haga. "Una persona puede desarrollar esa capacidad para ver el mundo con las gafas de la ciencia y aún así defender la teoría del creacionismo. No significa que seamos? científicamente más sofisticados sino que podemos argumentar en formas más complejas".

Lo que para él sí es un hecho es que el estudio de los puntajes de CI no es simplemente una recolección de datos y números sacados de contexto sino una gran ventana que permite ver muchas cosas significativas. Como lo dice:"Los cambios del CI cuentan la historia cognitiva del siglo XX".